¿CÓMO ES LA CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MARÍA?
Tomado del libro Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen por San Luis María Grignion de Montfort, 243, 245, 249
Los que toman esta consagración como un camino a la santa esclavitud, profesarán devoción singular al gran misterio de la Encarnación del Verbo inspirados por el Espíritu Santo:
Primero, para honrar e imitar la dependencia que Jesús, Dios Hijo, ha querido tener respecto de María, para la gloria de Dios su Padre y para nuestra salvación. Esta dependencia que Jesús quiso tener de María se muestra particularmente en este misterio en que Jesús aparece cautivo y esclavo en el seno de su santa Madre, en donde depende totalmente de Ella para todas las cosas (como en ser protegido, alimentado, vestido).
Segundo, para dar gracias a Dios por los favores incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido por su dignísima Madre, elección que ha sido hecha en este misterio. Tales son los dos principales fines de la esclavitud de Jesús en María.
Como vivimos en un mundo lleno de soberbia y orgullo, hay un gran número de personas que se creen sabios, que tienen todas las respuestas, espíritus impositivos y críticos que piensan que son tontas las prácticas de piedad que hacemos, es decir, la esclavitud de Jesús en María, y llamarse el esclavo de Jesucristo, que es esclavo de María, pero no les tengas miedo.
El principal misterio que en esta devoción se celebra y se honra es el misterio de la Encarnación, en el cual no se puede ver a Jesucristo sino en María y encarnado en su seno, pues realmente hubo una esclavitud de Jesús en María, según aquella hermosa plegaria de tan grandes almas: “Oh Jesús que vives en María, ven a vivir y reinar en nosotros”… Los que adopten esta esclavitud dirán con gran devoción el Ave María. Ha sido preciso que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos, esclavos suyos para mostrarles la importancia del Santo Rosario y sus beneficios.
Por liberación, sanación y protección
Salmo 38 (39): Súplica de un enfermo
Ant. Escucha, Señor, mi oración: abre tus oídos a mi llanto.
Yo me dije: vigilaré mi proceder, para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca mientras el impío esté presente.
Guardé silencio resignado, no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró, y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.
Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo, el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana, atesora sin saber para quién.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades, no me hagas la burla de los necios.
Enmudezco, no abro la boca, porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes, que el ímpetu de tu mano me acaba.
Escarmientas al hombre castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros; el hombre no es más que un soplo.
Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto; porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres. Aplaca tu ira, dame respiro, antes de que pase y no exista.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Escucha, Señor, mi oración: abre tus oídos a mi llanto.
Oraciones propias del día
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Espíritu de Cristo: despiértame; Espíritu de Cristo: muéveme; Espíritu de Cristo: lléname; Espíritu de Cristo: séllame. Oh, Padre Celestial, conságrame a tu Corazón y Voluntad; se en mí una fuente de virtudes; sella mi alma como la tuya para que tu reflejo en mí sea una luz que todos vean. ¡Amén!
Orar y meditar: Letanías del Santo Nombre de Jesús / Oración a Jesucristo / Oh, Jesús que vives en María / Gloria / Dulce Madre.
LETANÍAS DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS |
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros: Cristo, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros Cristo, óyenos: Cristo, oyénos Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos Dios Padre Celestial: Ten piedad de nosotros Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten piedad de nosotros Dios, Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Dios, santo, uno y trino: Ten piedad de nosotros Jesús, Hijo de Dios vivo: Ten piedad de nosotros Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros Jesús, candor de la luz eterna: Ten piedad de nosotros Jesús, rey de gloria: Ten piedad de nosotros Jesús, sol de justicia: Ten piedad de nosotros Jesús, Hijo de la Virgen María: Ten piedad de nosotros Jesús, amable: Ten piedad de nosotros Jesús, admirable: Ten piedad de nosotros Jesús, Dios fuerte: Ten piedad de nosotros Jesús, Padre del siglo futuro: Ten piedad de nosotros Jesús, ángel del gran consejo: Ten piedad de nosotros Jesús, poderosísimo: Ten piedad de nosotros Jesús, obendientísimo: Ten piedad de nosotros Jesús, manso y humilde de corazón: Ten piedad de nosotros Jesús, amador de la castidad: Ten piedad de nosotros Jesús, amador nuestro: Ten piedad de nosotros Jesús, Dios de paz: Ten piedad de nosotros Jesús, autor de la vida: Ten piedad de nosotros Jesús, modelo de virtudes: Ten piedad de nosotros Jesús, celador de las almas: Ten piedad de nosotros Jesús, Dios nuestro: Ten piedad de nosotros Jesús, refugio nuestro: Ten piedad de nosotros Jesús, padre de los pobres: Ten piedad de nosotros Jesús, tesoro de los fieles: Ten piedad de nosotros Jesús, buen pastor: Ten piedad de nosotros Jesús, luz verdadera: Ten piedad de nosotros Jesús, sabiduria eterna: Ten piedad de nosotros Jesús, bondad infinita: Ten piedad de nosotros Jesús, camino y vida nuestra: Ten piedad de nosotros Jesús, gozo de los ángeles: Ten piedad de nosotros Jesús, rey de los patriarcas: Ten piedad de nosotros Jesús, maestro de los apóstoles: Ten piedad de nosotros Jesús, doctor de los evangelistas: Ten piedad de nosotros Jesús, fortaleza de los mártires: Ten piedad de nosotros Jesús, luz de los confesores: Ten piedad de nosotros Jesús, pureza de las vírgenes: Ten piedad de nosotros Jesús, corona de todos los santos: Ten piedad de nosotros Sednos propicio: Perdónanos, Jesús De todo mal: Escúchanos, Jesús De todo pecado: Líbranos, Jesús De todo ira: Líbranos, Jesús De las acechanzas del demonio: Líbranos, Jesús Del espíritu de fornicación: Líbranos, Jesús De la muerte eterna: Líbranos, Jesús Del desprecio de tus inspiraciones: Líbranos, Jesús Por el misterio de tu santa encarnación: Te rogamos, óyenos Por tu nacimiento: Te rogamos, óyenos Por tu infancia: Te rogamos, óyenos Por tu vida divina: Te rogamos, óyenos Por tus trabajos: Te rogamos, óyenos Por tu pasión y gloria: Te rogamos, óyenos Por tu cruz y desamparo: Te rogamos, óyenos Por tus sufrimientos: Te rogamos, óyenos Por tu muerte y sepultura: Te rogamos, óyenos Por tu resurección: Te rogamos, óyenos Por tu ascensión: Te rogamos, óyenos Por tu institución de la Santísima Eucaristía: Te rogamos, óyenos Por tus gozos: Te rogamos, óyenos Por tu gloria: Te rogamos, óyenos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, perdónanos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, escúchanos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, ten piedad de nosotros Jesús: Oyénos Jesús: Escúchanos Bendito sea el nombre del Señor: Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. |
Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibireís, buscad y hallareís, llamad y se os abrirá; te suplicamos derames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que, amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! |
Oración de Montfort a Jesucristo
Déjame, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Ti, para atestiguarte mi reconocimiento por el obsequio que me has hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a tu Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de tu Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que, sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Ti, y en todas partes, me hace falta para calmar tu justa cólera, pues tanto te he ofendido y todos los días te ofendo, que me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que tu justicia me amenaza, para pedirte, para acercarme a Ti y para darte gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre tu voluntad y buscar en todo tu mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que me has tenido! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que, si no fuera por María, yo estaría condenado! ¡Si yo pudiera dignamente darte las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. ¡Qué gran tesoro! ¡Qué gran consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré acaso todo para Ella? ¡Qué ingratitud! Antes la muerte Salvador mío queridísimo, que permitas tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a tu gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como Tú quieres que la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo ves alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arráncala, te lo ruego. Arrójala lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Ti. ¡Oh, Espíritu Santo! Concédeme todas las gracias. Planta, riega y cultiva en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dame mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella formes dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. ¡Amén!
Oh, Jesus que vives en María
Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. ¡Amén!
Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
Una idea sobre “Consagración Total a Jesús por María: Día 33”
HOY DESCUBRÍ LA DIRECCIÓN DE CIELO ABIERTO. ME SIENTO MUY BENDECIDA, PUES MI JESÚS Y NUESTRA MADRE SANTÍSIMA. ME HAN REGALADO ESTA IMPORTANTE HERRAMIENTA ESPIRITUAL. GRACIAS. CIELO ABIERTO . QUE DIOS LOS GUIE EN ESTE CAMINO DE EVANGELIZACIÓN.