Consagración Total a Jesús por María: Día 27

CUARTA PARTE

Tema: Nuestra misión es conocer más a Jesús.

En esta última semana, haremos actos de amor a Dios, le daremos gracias por todas las bendiciones que hemos recibido de Jesús, y oraremos para que el Espíritu Santo nos regale dolor de nuestros pecados. Al final de esta semana, nos confesaremos y repararemos a través de la penitencia que el Sacerdote nos imponga.

Durante este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que estudiar de Él?

Primero: Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, su gracia y su gloria. Además, sus derechos como Rey sobre nosotros. Él es nuestro dueño, nuestro creador, nuestro Rey. Y nosotros, habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomaremos a Jesucristo como Nuestro Señor.

Segundo: Su vida interior, las virtudes y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con María y los misterios de la Anunciación y Encarnación, así como su infancia y vida oculta. También su primer milagro en la fiesta de las bodas de Cana y su dolorosa pasión en el Calvario.

Esta Consagración tiene la finalidad de consagrarnos a Jesucristo a través de María. Al volvernos esclavos de María, nos volvemos esclavos de Jesús, y como esclavos de la Misericordia infinita, conoceremos nuestra dignidad como Hijos de Dios.

Esta dignidad nos hará saber que somos Amados y que debemos devolver ese Amor que Dios nos ha dado, amando a nuestros hermanos. Sólo el que se sabe Amado sabe amar también. Que esta última semana de Consagración sea una semana de Amor, de sabernos y sentirnos amados, una semana de conocer el amor extremo que Cristo ha tenido con nosotros y de llegar al Padre a través del único mediador, que es Jesús.


LETANÍAS DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros: Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos: Cristo, oyénos
Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos
Dios Padre Celestial: Ten piedad de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten piedad de nosotros
Dios, Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros
Dios, santo, uno y trino: Ten piedad de nosotros
Jesús, Hijo de Dios vivo: Ten piedad de nosotros
Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros
Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros
Jesús, candor de la luz eterna: Ten piedad de nosotros
Jesús, rey de gloria: Ten piedad de nosotros
Jesús, sol de justicia: Ten piedad de nosotros
Jesús, Hijo de la Virgen María: Ten piedad de nosotros
Jesús, amable: Ten piedad de nosotros
Jesús, admirable: Ten piedad de nosotros
Jesús, Dios fuerte: Ten piedad de nosotros
Jesús, Padre del siglo futuro: Ten piedad de nosotros
Jesús, ángel del gran consejo: Ten piedad de nosotros
Jesús, poderosísimo: Ten piedad de nosotros
Jesús, obendientísimo: Ten piedad de nosotros
Jesús, manso y humilde de corazón: Ten piedad de nosotros
Jesús, amador de la castidad: Ten piedad de nosotros
Jesús, amador nuestro: Ten piedad de nosotros
Jesús, Dios de paz: Ten piedad de nosotros
Jesús, autor de la vida: Ten piedad de nosotros
Jesús, modelo de virtudes: Ten piedad de nosotros
Jesús, celador de las almas: Ten piedad de nosotros
Jesús, Dios nuestro: Ten piedad de nosotros
Jesús, refugio nuestro: Ten piedad de nosotros
Jesús, padre de los pobres: Ten piedad de nosotros
Jesús, tesoro de los fieles: Ten piedad de nosotros
Jesús, buen pastor: Ten piedad de nosotros
Jesús, luz verdadera: Ten piedad de nosotros
Jesús, sabiduria eterna: Ten piedad de nosotros
Jesús, bondad infinita: Ten piedad de nosotros
Jesús, camino y vida nuestra: Ten piedad de nosotros
Jesús, gozo de los ángeles: Ten piedad de nosotros
Jesús, rey de los patriarcas: Ten piedad de nosotros
Jesús, maestro de los apóstoles: Ten piedad de nosotros
Jesús, doctor de los evangelistas: Ten piedad de nosotros
Jesús, fortaleza de los mártires: Ten piedad de nosotros
Jesús, luz de los confesores: Ten piedad de nosotros
Jesús, pureza de las vírgenes: Ten piedad de nosotros
Jesús, corona de todos los santos: Ten piedad de nosotros
Sednos propicio: Perdónanos, Jesús
De todo mal: Escúchanos, Jesús
De todo pecado: Líbranos, Jesús
De todo ira: Líbranos, Jesús
De las acechanzas del demonio: Líbranos, Jesús
Del espíritu de fornicación: Líbranos, Jesús
De la muerte eterna: Líbranos, Jesús
Del desprecio de tus inspiraciones: Líbranos, Jesús
Por el misterio de tu santa encarnación: Te rogamos, óyenos
Por tu nacimiento: Te rogamos, óyenos
Por tu infancia: Te rogamos, óyenos
Por tu vida divina: Te rogamos, óyenos
Por tus trabajos: Te rogamos, óyenos
Por tu pasión y gloria: Te rogamos, óyenos
Por tu cruz y desamparo: Te rogamos, óyenos
Por tus sufrimientos: Te rogamos, óyenos
Por tu muerte y sepultura: Te rogamos, óyenos
Por tu resurección: Te rogamos, óyenos
Por tu ascensión: Te rogamos, óyenos    
Por tu institución de la Santísima Eucaristía: Te rogamos, óyenos
Por tus gozos: Te rogamos, óyenos
Por tu gloria: Te rogamos, óyenos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, perdónanos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, escúchanos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, ten piedad de nosotros
Jesús: Oyénos
Jesús: Escúchanos
Bendito sea el nombre del Señor: Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  
  Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibireís, buscad y hallareís, llamad y se os abrirá; te suplicamos derames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que, amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!  

Oración de Montfort a Jesucristo

Déjame, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Ti, para atestiguarte mi reconocimiento por el obsequio que me has hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a tu Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de tu Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que, sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Ti, y en todas partes, me hace falta para calmar tu justa cólera, pues tanto te he ofendido y todos los días te ofendo, que me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que tu justicia me amenaza, para pedirte, para acercarme a Ti y para darte gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre tu voluntad y buscar en todo tu mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que me has tenido! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que, si no fuera por María, yo estaría condenado! ¡Si yo pudiera dignamente darte las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. ¡Qué gran tesoro! ¡Qué gran consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré acaso todo para Ella? ¡Qué ingratitud! Antes la muerte Salvador mío queridísimo, que permitas tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a tu gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como Tú quieres que la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo ves alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arráncala, te lo ruego. Arrójala lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Ti. ¡Oh, Espíritu Santo! Concédeme todas las gracias. Planta, riega y cultiva en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dame mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella formes dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. ¡Amén!


Oh, Jesus que vives en María

Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. ¡Amén!

Gloria

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Dulce Madre

Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!


EL CONOCIMIENTO DE JESÚS.

Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo? ¿Quién es el Hijo del Hombre? Respondieron: Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros que eres Elías, o bien Jeremías o alguno de los profetas. Jesús les preguntó: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro contestó: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Jesús le replicó: Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer” (Mateo 16, 13-18)

“Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes saben que la Pascua cae dentro de dos días, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados. Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos: Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar. Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. Y les dijo: siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos. Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. Volvió donde sus discípulos, y los halló dormidos; y dijo a Pedro: ¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo? Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil. De nuevo se apartó por segunda vez a orar: Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad. Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos, pues se les cerraban los ojos de sueño. Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras. Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: ¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. ¡Levántense, vamos! El traidor ya está por llegar»… (Mateo 26,1-2; 26-28; 36-46)Oremos: Señor, confiando en tu bondad y gran misericordia, vengo yo enfermo, al médico. Yo, hambriento y sediento, me acerco a la Fuente de la vida. Yo, un pobre, me postro ante el rey del cielo. Yo, siervo, me entrego a mi Señor; Yo, una criatura, vuelvo al Criador. Yo, estando desconsolado, ruego a mi piadoso consolador. Mas, ¿Quién soy yo para que te me des a Ti mismo? ¿Cómo se atreve el pecador a comparecer delante de Ti? Y Tú: ¿cómo te dignas de venir al pecador? Tú conoces a tu siervo, y sabes que no puedo merecer que Tú me hagas este beneficio. Yo te confieso, pues, mi vileza, reconozco tu verdad, alabo tu piedad, y te doy gracias por tu extremada caridad. Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro IV, cap. 3


Por liberación, sanación y protección

Salmo 76 (77): Recuerdo del pasado glorioso de Israel

Ant. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco, Señor mío; de noche extiendo las manos sin descanso,

y mi alma rehúsa el consuelo. Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar.

Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos;

de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos?

¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos,

medito todas tus obras y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?

Tú, ¡oh, Dios!, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos;

con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh, Dios!, te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno, los relámpagos deslumbraban el orbe,

la tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas,

y no quedaba rastro de tus huellas:

mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?


Oraciones propias del día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

Ven, Espíritu Santo, abre mis oídos para escuchar tu Palabra. Ven Espíritu Santo, abre mi mente para entenderla. Ven, Espíritu Santo, abre mi corazón para guardarla. Ven, Espíritu Santo, y abre mi boca para proclamarla. Ven, Espíritu Santo, y toca mi vida para llegar a la santidad. ¡Amén!

Orar y meditar: Letanías del Santo Nombre de Jesús / Oración a Jesucristo / Oh, Jesús que vives en María / Gloria / Dulce Madre.


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