Consagración al Sagrado Corazón: Día de la Consagración

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DÍA DE LA CONSAGRACIÓN


¡Felicidades! Hoy es nuestra Consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Recordemos que consagrarse es hacer un pacto de amor con el Sagrado Corazón de Jesús. Ahora nuestra misión como Apóstoles del Sagrado Corazón es amarlo y reparar las heridas que nosotros mismos le hemos causado. Además, nuestra tarea será imitar sus virtudes, entregarnos totalmente a Él, y pedir su gracia y su misericordia.

Imprime la fórmula de consagración que está en esta hoja. En la Santa Misa de hoy, ofrece la Comunión con la intención de entregarte al Sagrado Corazón de Jesús como reparación de tus propios pecados y los del mundo entero. Al final de la Santa Misa, ya sea a solas frente al Santísimo Sacramento, o en público, si el sacerdote lo permite, recita la fórmula de consagración en voz alta.

Si no puedes asistir a Misa, no te preocupes, recita tu consagración con mucho amor en tu casa o lugar de trabajo y el día que asistas a la Eucaristía, sella tu consagración con la Sagrada Comunión.


CONSAGRACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

“Yo, ____________________, entrego y consagro al Sagrado Corazón de Jesús
mi persona y mi vida, mis acciones, trabajos y sufrimientos,
para no servirme ya de ninguna parte de mi ser, sino para amarle, honrarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable: ser todo suyo y hacerlo todo por su amor, renunciando de todo corazón a cuanto pudiera desagradarle.
Te elijo, pues, ¡oh, Sagrado Corazón!, por el único objeto de mi amor, protector de mi vida, garantía de mi salvación, remedio de mi fragilidad, reparador de todas mis faltas y mi asilo seguro en la hora de la muerte. Corazón lleno de bondad, justifícame ante Dios Padre
y desvía de mí los rayos de su justa cólera.
¡Corazón de Amor!, pongo toda mi confianza en Ti,
pues todo lo temo de mi debilidad, pero todo lo espero de tu bondad. Consume en mi todo lo que te pueda desagradar o resistir.
Que tu amor se imprima en lo más íntimo de mi corazón
de tal modo que jamás pueda olvidarte ni separarme de Ti.
Te suplico por tu bondad, que mi nombre esté escrito en Ti,
porque toda mi felicidad es vivir y morir en calidad de esclavo tuyo
. ¡Amén!”

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Fecha: _______________________________________________________________________________ .

Nombre y Firma: ________________________________________________________________________________

Nombre y Firma de un Testigo: ________________________________________________________________________________


LA CUARTA COPA

Por Luciana Rogowicz

Introducción

Estudiando el tema de las raíces judías de la eucaristía, y los perfectos paralelismos entre Pesaj (pascua Judía) y la pascua Católica, me encontré con un dato que me pareció fascinante.

Es evidente que Dios tiene todo planeado, y su plan es perfecto hasta en las cosas que nos parecen más extrañas. Y cuando puedo ver un poquito de ese plano y comprender algo de la manera en cómo él obra, me sorprende, me maravilla, me emociona. En este texto intercalo algunas transcripciones de la conferencia de Scott Hahn sobre “la Cuarta Copa” y también una parte del libro de Dr. Brant Pitre, Jesus and the Jewish roots of the Eucharist.

“Todo se ha cumplido” (Jn. 19, 30)

¿A qué se refiere Jesús con estas palabras, las últimas pronunciadas antes de “entregar su espíritu”? En un primer análisis, o según una interpretación clásica, se le atribuye a la redención del hombre. Se ha cumplido, consumado la salvación. Sin embargo, para esto era necesario que Jesús resucitara (Rom. 4, 25).

La salvación, la justificación, como dice San Pablo, no se consuma con la muerte de Jesús, sino con su resurrección. De este modo podemos afirmar que Jesús no se podría haber referido a eso con la frase “todo se ha cumplido”. Para poder entenderlo hay que ir más atrás, y comprender el contexto en donde esto fue dicho, y sobre todo conocer con más profundidad el judaísmo de Jesús. Y en particular, una singularidad de la celebración de la pascua Judía.

La pascua Judía, Pesaj, es la festividad más importante del judaísmo, donde se conmemora la liberación del Pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Esta libertad fue conseguida gracias a la intervención de Dios. Con la última plaga de las diez, que es la muerte de los primogénitos. Dios dio específicas indicaciones acerca de cómo debían celebrar la pascua los israelitas esa noche. Indicó detalladamente los ritos que debían hacer y cómo tenían que comer el cordero pascual. En el capítulo 12 del libro de éxodo están todas las regulaciones y lo que se debía hacer esa noche, cuando finalmente el faraón iba a permitir al pueblo de Israel que se vaya.

En este relato no sólo se cuenta la historia, sino que al mismo tiempo se establece la liturgia pascual, que debía ser llevada a cabo por el pueblo hebreo esa misma noche y conmemorarlo todos los años, para siempre. Hoy en día se sigue celebrando cada año esta festividad, y desde sus inicios se le han sumado también tradiciones que son esenciales analizar y conocer para comprender el modo en que se celebraba la pascua en la época de Jesús.

La cena de pascua se llama Seder, que significa Orden. Y éste se constituye en torno a 4 copas de vino: “En la víspera de pascua, cuando se avecina el tiempo de Minjá (sacrificio vespertino), nadie debe comer hasta que no anochezca. Incluso el más pobre de Israel no comerá mientras no esté reclinado en la mesa, y no tendrá menos de cuatro copas de vino, aunque sea de los de la olla popular” (Mishná Capítulo 10, Masejet Pesajim). Tomar las 4 copas de vino era obligatorio para todos, incluso hasta para el más pobre, a quien le resultaba muy difícil poder acceder al vino.

Breve descripción de los rituales de las 4 copas

La primera copa es la que nos introduce a la celebración. Es la copa de la bendición, el Kiddush.

La segunda copa se sirve y da inicio a la liturgia pascual donde se relata la historia de lo que pasó en el éxodo a través de un orden particular, y otros ritos entre el padre de la mesa y el niño menor. Se explican los símbolos de las comidas especiales de este día y se canta el Salmo 113.

La tercera copa está relacionada con la cena, la comida. El pan sin levadura, las hiervas amargas, y demás. De acuerdo con la Mishná, está prohibido tomar vino entre la tercer y cuarta copa (Mishná Capítulo 10.7, Pesajim). Entre éstas, se cantan los salmos del 114 al 118 y al finalizarlos se toma la copa final.

La cuarta copa, la copa de la alabanza, da fin a la celebración y completa el rito pascual.

¿Cuántas copas hubo en la última cena de Jesús?

Los estudiosos de la Biblia analizando la última cena en los evangelios identificaron la presencia de 3 copas. “Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: «He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios». Y tomando una copa, dio gracias y dijo: «Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios». Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes» (Lc. 22, 14)

De acuerdo con el evangelista Lucas, esta copa fue la que se tomó luego de la comida, “Después de la cena hizo lo mismo con la copa” (Lc. 22, 20), lo que implica que fue la tercera copa. En el evangelio de Marcos (Mc. 14, 24) y en el de Mateo aparece lo mismo y luego cuenta que “Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos” (Mt. 27, 30), indicando una vez más, que no se tomó la copa final.

San Pablo en su primera carta a los Corintios hace referencia a la copa de la bendición, que es la tercera, cuando habla de la copa eucarística de la sangre de Jesús: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?” (1a Cor. 10, 12).

Teniendo en cuenta esto podemos ver que no sólo Jesús no tomó la cuarta copa, sabiendo el significado que eso tenía, sino que aseguró que no volvería a beber del fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. Viéndolo desde el punto de vista judío, Jesús no finalizó la celebración de la Pascua Judía, y por lo que pudimos evaluar, lo hizo intencionalmente. ¿Por qué Jesús no tomó la cuarta copa en la última cena? Continuemos el trayecto de esa noche: Cuando salieron de la cena, del cuarto donde estaban celebrando la pascua, se dirigieron al jardín de Getsemaní donde Jesús “cayó con el rostro en tierra, orando así: «Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí esa copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». (Mt. 26, 39). Y nuevamente… “Se alejó por segunda vez y suplicó: «Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad» (Mt. 26, 42). “…Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.” (Mt. 26, 44).

En el jardín de Getsemaní Jesús reza al Padre tres veces pidiéndole que lo libre de la “copa”. Es normal asociar esto hoy a la cruz, a la pasión, pero era algo extraño para ese momento acaso, comparar esto con un cáliz. Jesús está hablando sobre la cuarta copa, la copa que lleva a la culminación la liturgia pascual.

¿Cuándo tomó Jesús la cuarta copa?

En el camino de la pasión “Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo.” (Mt. 27, 31).
Y luego de ser crucificado nos encontramos al final de todo con esta escena tan conmovedora, descrita por el evangelista Juan: “Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre (vino agrio), dijo Jesús: «Todo se ha cumplido». E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.” (Jn. 19, 23-30).

Retomando la pregunta inicial acerca de a qué se refirió Jesús con: «Todo se ha cumplido» podemos ver que aquí Jesús toma la cuarta copa, y culmina así la celebración pascual, su sacrificio pascual. Jesús no finalizó la celebración pascual en el cuarto de la última cena, él la extendió para consumarla en la cruz, con su propia muerte, el sacrificio pascual por excelencia. El sacrificio de Jesús no comenzó con la pasión, sino en la cena de Pesaj. Y esta celebración a la vez, no terminó en el cuarto de arriba, sino en el calvario.

Jesús unió la cena de pascua con su muerte en la cruz y lleva los sacrificios pascuales de la Torá a su plenitud: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.” (Mt. 5, 17).


REFLEXIÓN PERSONAL

Es hermoso ir descubriendo como Jesús fue dejando huellas en su vida que sólo pueden ser descubiertas analizando las raíces judías, su propia identidad. Meditando este tema de las cuatro copas, pienso que de algún modo Jesús se nos ofrece él mismo como la cuarta copa. Por eso al “traspasarlo” brotan de su interior sangre y agua, del mismo modo que las copas de vino del Seder de Pesaj eran diluidas con un poco de agua.

Jesús se brinda tomando la cuarta copa en la cruz, y a la vez se hace para nosotros ese cáliz. Para que podamos beber de él, ya no una vez al año en la pascua, sino todos los días. Recordando y dando gracias por el nuevo éxodo, la nueva liberación, la “nueva alianza”. Saboreando este nuevo maná, llevado a la plenitud, mediante el cual “jamás volveremos a tener sed”.

Bibliografía:
Conferencia del Dr. Scott Hahn: “La cuarta Copa”
Libro del Dr.Brant Pitre : “Jesus and the Jewish roots of the Eucharist”

Este artículo fue escrito por Luciana Rogowicz de la página: https://judiaycatolica.com/

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