Consagración al Sagrado Corazón: Introducción

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“¡Mira este corazón que tanto ha amado a la humanidad
y a cambio no recibe de ellos más que deshonor y desprecio.
Tú, al menos, ámame!” (Jesús a Santa Margarita María Alacoque)


QUERIDOS HERMANOS:

La Consagración al Sagrado Corazón es un pacto de amor entre el alma y Dios. Nuestra Iglesia vive
tiempos difíciles. Estamos en una etapa de gran confusión y oscuridad, un tiempo lleno de odio y
egoísmo; por eso san Pablo nos dice: “Aprovechen el momento presente, porque estos tiempos son
malvados. No sean irresponsables, sino traten de comprender cuál es la voluntad del Señor” (Ef. 5, 16-17)

Sin embargo, sabemos también que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia. Por tanto, este
es un tiempo en que Dios está derramando gracias y bendiciones para quien las quiera recibir (cfr. Rom. 5, 20).

San Juan Pablo II les recordó a los presentes en el Congreso Eucarístico de 1976 en Filadelfia,
Pensilvania, que estamos en medio de una batalla entre el bien y el mal. Se refiere a la batalla entre
la simiente de la Mujer (los hijos de María) y la simiente de la serpiente (los seguidores del demonio), como nos dice el Libro del Génesis: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la suya.

Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón” (Gen. 3, 15)

Aunque esta batalla ha estado llevándose a cabo por siglos, podemos afirmar que se ha hecho más
notoria desde hace algunos años, y que se está intensificando cada día.

Sin embargo, el Corazón de Jesús sigue buscando a las almas para consolarlas, sanarlas, liberarlas de la esclavitud en que están, y llevarlas a la salvación.

El beato Papa Pío IX, en un comentario hecho al P. Julio Chevalier, fundador de los Misioneros del
Corazón de Jesús, dijo: “La Iglesia y la sociedad no tienen otra esperanza sino en el Sagrado Corazón de Jesús, es Él quien curará todos nuestros males. Pregonad y difundid por todas partes la devoción al Sagrado Corazón, ella será la salvación del mundo”. Cielo abierto ha querido unirse a esta petición del Santo Padre. El Espíritu Santo nos ha impulsado a realizar esta consagración al Sagrado Corazón de Jesús, el cual le dijo a Santa Margarita María de Alacoque en el siglo XVII:

“Aquí está el Corazón que tanto amó a los hombres… y a cambio, no recibe de la mayor parte de ellos sino ingratitudes, irreverencias, sacrilegios, indiferencias y desprecios…”

Nuestra Iglesia, como Madre y Maestra, nos invita cada año a dedicar todo el mes de junio a la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, honremos e imitemos de manera especial.

Jesús le hizo a Santa Margarita de Alacoque doce promesas para los que practiquen esta hermosa
devoción:

  1. A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado de vida.
  2. Estableceré la paz en sus hogares.
  3. Los consolaré en todas sus aflicciones.
  4. Seré su refugio seguro durante la vida y, sobre todo, en la muerte.
  5. Otorgaré una gran bendición a todos sus proyectos.
  6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
  7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
  8. Las almas fervorosas volarán rápidamente a la alta perfección.
  9. Bendeciré cada lugar donde se establezca y honre una imagen de mi Sagrado Corazón
  10. Le daré al sacerdote devoto el don de tocar los corazones más endurecidos.
  11. Aquellos que promuevan esta devoción tendrán sus nombres escritos en mi Corazón, y nunca serán borrados.
  12. Te prometo… que mi todopoderoso amor otorgará a todos aquellos que comulguen el primer viernes de cada mes durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final; no morirán en mi disgusto, ni sin recibir los sacramentos.

Al consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús, conseguiremos el cumplimiento de muchas de estas
promesas, y Dios nos guiará con un impulso renovado a la santidad, otorgándonos un nuevo amor
por la Eucaristía. En su Encíclica sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Pío XII nos dice:

“Debe afirmarse… la divina Eucaristía, como sacramento por el que [Cristo] se da a los hombres, y
como sacrificio en el que Él mismo continuamente se inmola… son clarísimos dones del Sacratísimo Corazón de Jesús” (Papa Pío XII, Haurietis Aquas 20)

Aprovechemos esta Consagración para sabernos amados por Dios. Él mismo nos preparará para que seamos Apóstoles de su Sagrado Corazón, destinados a inflamar al mundo entero en lo que más
necesita: conocer y aceptar el amor de Dios.

Esta es la misión a la que estamos llamados en estos tiempos; por eso Jesús le dijo a la Beata Conchita Cabrera que necesita un ejército: “de almas santas, transformadas en Mí, quienes exhalen virtudes y atraigan otras almas con el buen aroma de Cristo Eucarístico, convirtiéndose en hostias vivas que se ofrezcan en total unión a la oblación de Cristo al Padre para el bien del mundo y de la Iglesia”.

¡Esto es lo que Jesús quiere hacer con cada uno de nosotros!

Sabemos que no somos dignos ni capaces por nuestras propias fuerzas. Así mismo se sentía Santa
Margarita cuando Jesús le pidió propagar esta devoción, pero Jesús le contestó: “Te he escogido a ti, que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder; y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón… he tomado tu corazón para darte uno nuevo, encendido de mi amor, para que siempre experimentes mi inmenso amor hacia las almas”.

En honor a los 33 años que el corazón de Jesús latió aquí en la tierra, nuestra preparación consistirá
en 33 días de oraciones y aprendizaje sobre el Corazón de Jesús, y sobre nosotros mismos. Al final,
nos consagraremos al Sagrado Corazón de Jesús con un compromiso formal de nuestra parte.

Si por alguna razón alguien no pudiese cumplir con alguno, o algunos de los días de preparación,
podrá reponer los días de preparación faltantes tan pronto pueda.

Nuestra entrega a Dios no se trata de cumplir preceptos, sino de preparar el corazón para darnos
totalmente a Él. Mientras más rindamos a Dios nuestra propia voluntad, más gracias recibiremos a
través de nuestra consagración. Es por esto que esta consagración, al igual que las demás, se renueva cada año. Así, lo que nos faltó darle a Dios hoy, se lo entregaremos en nuestra renovación, para que cada vez seamos una oblación más perfecta a su Sagrado Corazón.


ORACIONES

Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, abre mis oídos para escuchar tu Palabra, abre mi mente para entenderla, abre mi corazón para guardarla, abre mi boca para proclamarla, y toca mi vida para llegar a la santidad. ¡Amén!

PADRE NUESTRO
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. ¡Amén!

AVE MARÍA
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. ¡Amén!

CREDO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. ¡Amén!

CORONILLA AL SAGRADO CORAZÓN
Se rezan cinco decenas en honor a: la agonía de Jesús en el huerto, la flagelación, la coronación de espinas, Jesús cargando la cruz, la crucifixión.

  • Al principio de cada decena (en la cuenta del Padre nuestro) se recita: Jesús, manso y humilde de corazón: haz mi corazón semejante al tuyo.
  • En las diez cuentas pequeñas (del Ave María) se repite: Sagrado Corazón de Jesús: ¡en Ti confío!
  • Al final de cada decena (en vez del Gloria) se recita: Mansísimo y humildísimo Corazón de Jesús, dame la gracia de ser como Tú, humilde y manso de corazón.
  • Al final de las 5 decenas, se continúa con las Letanías:

LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros: Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenos: Cristo óyenos
Cristo escúchanos: Cristo escúchanos
Dios, Padre celestial: Ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo: Ten piedad de nosotros
Dios Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros
Santísima Trinidad, un solo Dios: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, templo santo de Dios: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad: Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, santuario de la Justicia y del Amor: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, de cuya plenitud, todos hemos recibido: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, generoso para todos los que le invocan: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, víctima por los pecadores: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, salvación por los que en ti esperan: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos: Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Ten piedad y misericordia de nosotros
Jesús, manso y humilde de Corazón: Haz nuestro corazón semejante al tuyo


ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR

Que el Sagrado Corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar sea alabado, adorado y amado con afecto agradecido en todo momento, en todos los Tabernáculos del mundo hasta el fin de los tiempos. ¡Amén! (Hermanas Siervas del Corazón Inmaculado de María)

ACORDAOS, OH SAGRADO CORAZÓN
Acordaos, ¡oh, Sagrado Corazón de Jesús! de todo lo que habéis hecho por salvarnos. Acordaos del eterno e inmenso amor que habéis tenido por todos los hombres; que tu Corazón acoja a los que a Ti acuden y se conmueva ante nuestras debilidades. Llenos de confianza y amor, venimos a tu Corazón, como el corazón del mejor de los padres, del más fiel y bueno de los amigos. Recíbenos, ¡oh Corazón sagrado!, en tu infinita ternura; haznos sentir los efectos de tu amor; se nuestro apoyo, nuestro mediador ante nuestro Padre, y concédenos la fuerza en nuestra debilidad, consuelo en nuestras penas, y la gracia de amarte en el tiempo y de poseerte en la eternidad.

Corazón de Jesús, acudo a Ti porque eres mi refugio, mi esperanza; el remedio de todos mis males, el alivio de mis miserias, la reparación de todas mis faltas, la seguridad de todas mis peticiones, la fuente inagotable para mí, y para todos la luz, fuerza, constancia, paz y bendición. Estoy seguro de que no te cansarás de mí, y que no cesarás de amarme, protegerme y ayudarme, porque me amáis con un amor infinito. Ten piedad de mí, según tu gran misericordia, y haz de mí, por mí, y en mí todo lo que quieras, porque yo me abandono a tu Corazón con la entera confianza de que no me abandonarás jamás. ¡Amén!


FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

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