Consagración Total a Jesús por María: Día 1

PRIMERA PARTE.

TEMA: NUESTRA MISIÓN ES VACIARNOS DEL MUNDO.

La primera parte de la preparación la emplearemos en vaciarnos del espíritu del mundo, que es la negación del dominio supremo de Dios en nuestro corazón. Cuando el mundo es el rey de nuestro corazón, no deja lugar para Dios, si vamos a consagrarnos a Dios debemos primero conocer qué es lo que está ocupando su lugar en nuestra vida. El reinado de las cosas del mundo en mi corazón se nota en la práctica del pecado y la desobediencia, que son totalmente opuestos a Jesús y a María.

Lo vemos también en los deseos desordenados de la carne, especialmente de nuestros ojos y también por el orgullo y soberbia como algo normal en la vida, así como por la desobediencia a las leyes de Dios y el abuso de las cosas que Dios ha creado.

La consecuencia de todo esto es el pecado en todas sus formas, las obras que conducen al error, la oscuridad de la mente y la seducción y corrupción de la voluntad. El demonio se empeña para engañarnos con el esplendor del mundo, y usa todo tipo de artimañas para hacernos ver que el pecado es agradable.

En estos primeros doce días nos haremos conscientes de aquellas cosas que nos hacen pecar, para evitarlas por completo. Por ejemplo, las malas miradas, los malos pensamientos, el exponerme a situaciones peligrosas para mi alma, las malas palabras, los excesos en comida, televisión, bebida, cigarro, imaginación, pérdida de tiempo y todo lo que nos aleje de Dios.

El mundo nos incita al mal haciéndonos pensar que no existe el pecado en ningún lado, sino que la vida es para disfrutarse. Debemos recordar que el pecado es aquello que nos aleja de Dios, y mientras más alejados estemos de Él, nuestra vida se torna más vacía, lo cual nos lleva a una tristeza profunda y continua, y peor que eso, a tratar mal a las personas alrededor de mí (prójimo). La falta de ese “algo” nunca lo podremos llenar con ningún placer, solamente Dios puede hacerlo. Por ello, disfruta estos 12 días aprendiendo y meditando qué es lo que te aleja de Dios y haz un plan para evitarlo. Examina tu conciencia diariamente, reza mucho, practica renunciar a tu propia voluntad; haz mortificación y, sobre todo, siempre ten pureza de corazón. Esta pureza es la condición indispensable para contemplar a Dios en el Cielo, verle en la tierra y conocerle a la luz de la fe.


ORACIONES PARA LA PRIMERA PARTE

Veni, Creator Spiritus  

Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.  

Tú que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.  

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.  

Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza, con tu eterna virtud fortalecidos.  

Por ti, nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera, y, siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos, y al Hijo, soberano omnipotente, y a ti, Espíritu, de ambos procedente, con viva fe y amor siempre creamos.

  ¡Amén!






Ave Maris Stella  

Salve, del mar Estrella, salve, Madre sagrada de Dios y siempre virgen, puerta del cielo santa.  

Tomando de Gabriel el «Ave», Virgen alma, mudando el nombre de Eva, paces divinas trata.  

La vista restituye, las cadenas desata, todos los males quita, todos los bienes causa.  

Muéstrate, madre, y llegue por ti nuestra esperanza a quien, por darnos vida, nació de tus entrañas.  

Entre todas piadosa, Virgen, en nuestras almas, libres de culpa, infunde virtud humilde y casta.  

Vida nos presta pura, camino firme allana, que quien a Jesús llega eterno gozo alcanza.  

Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas; una a los tres le demos, y siempre eternas gracias.  

¡Amén!  


Magníficat  

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.  

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.  

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.  

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo Como era en un principio, ahora y siempre Por los siglos de los siglos.  

¡Amén!  










Dulce Madre Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!


DÍA 1º EL ESPÍRITU DEL MUNDO

“Jesús, al ver toda aquella muchedumbre, subió al monte. Se sentó y sus discípulos se reunieron a su alrededor. Entonces comenzó a hablar y les enseñaba diciendo:

Bienaventurados los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consuelo.

Bienaventurados los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los compasivos, porque obtendrán misericordia.

Bienaventurados los de corazón limpio, porque verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.

Bienaventurados los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el Cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes.

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal deja de ser sal, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente. Ustedes son la luz del mundo: ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte?

Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón; la ponen más bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres; que vean estas buenas obras, y por ello den gloria al Padre de ustedes que está en los Cielos.

No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para llevarla a la forma perfecta. En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice. Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos”. (Mateo 5, 1-19)


Por liberación, sanación y protección.

Salmo 30 (31): Súplica confiada y Acción de Gracias

Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio,

un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte;

Por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás;

tú aborreces a los que veneran ídolos inertes, pero yo confío en el Señor;

tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.

Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro;

no me has entregado en manos del enemigo, has puesto mis pies en un camino ancho.

Piedad, Señor, que estoy en peligro: se consumen de dolor mis ojos, mi garganta y mis entrañas.

Mi vida se gasta en el dolor; mis años, en los gemidos;

mi vigor decae con las penas, mis huesos se consumen.

Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos,

el espanto de mis conocidos: me ven por la calle y escapan de mí.

 Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil. Oigo las burlas de la gente, y todo me da miedo; se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.

Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.»

En tu mano está mi destino: líbrame de los enemigos que me persiguen;

haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.

¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles,

y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos!

En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas;

los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras.

Bendito el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia

en la ciudad amurallada.

Yo decía en mi ansiedad: «Me has arrojado de tu vista»;

pero tú escuchaste mi voz suplicante cuando yo te gritaba.

Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces.

Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

Oraciones propias del día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

Ven, Espíritu Santo, abre mis oídos para escuchar tu Palabra. Ven Espíritu Santo, abre mi mente para entenderla. Ven, Espíritu Santo, abre mi corazón para guardarla. Ven, Espíritu Santo, y abre mi boca para proclamarla. Ven, Espíritu Santo, y toca mi vida para llegar a la santidad. ¡Amén!

Orar y meditar: Veni, Creator Spiritus / Ave Maris Stella / Magníficat / Dulce Madre (estas oraciones están en la hoja ii Primera Parte).

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