Consagración Total a Jesús por María: Día 6

EL MODELO DE LOS SANTOS.

Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro I, cap. 18:

Considera bien los heroicos ejemplos de los Santos Padres, en los cuales resplandece la verdadera perfección y religión, y verás cuán poco o casi nada es lo que hacemos. ¿Qué es nuestra vida comparada con la de los santos?

Los santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor pasando hambre, sed, frío y desnudez. Lo sirvieron en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas meditaciones, en persecuciones y muchas humillaciones. Graves y muchos sufrimientos padecieron los apóstoles, mártires, confesores (los que confiesan su fe en Cristo), vírgenes y todos los demás que quisieron seguir las pisadas de Jesucristo, pues en esta vida aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la eterna.

Cuán largas y graves tentaciones padecieron… Fueron atormentados del enemigo. ¡Cuán continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosas abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para vencer los vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios! De día trabajaban, y por la noche se ocupaban en larga oración; y aunque trabajando, no cesaban de la oración mental. Todo el tiempo hacían el bien; las horas les parecían cortas para darse a Dios; y por la gran dulzura de la contemplación, se olvidaban de la necesidad del mantenimiento corporal. Renunciaban a todas las riquezas, honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían del mundo; apenas tomaban lo necesario para la vida, y les era incómodo servir a su cuerpo, aun en las cosas necesarias. De modo que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos en gracia y virtudes.

En su vida externa eran pobres; pero en su interior estaban inundados de la gracia de Dios y tenían consolaciones de parte de Él.

Eran ajenos al mundo, y muy allegados a Dios, del cual eran familiares amigos. Se tenían por nada en cuanto a sí mismos y el mundo los despreciaba, mas, en los ojos de Dios eran muy preciosos y amados. Estaban en verdadera humildad; vivían en sencilla obediencia; andaban en caridad y paciencia, y por esa cada día crecían en espíritu y alcanzaban mucha gracia delante de Dios. Peleando esforzadamente, vencieron al mundo.


Por liberación, sanación y protección

Salmo 76 (77): Recuerdo del pasado glorioso de Israel

Ant. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco, Señor mío; de noche extiendo las manos sin descanso, y mi alma rehúsa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar.

Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos;

de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos?

¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos,

medito todas tus obras y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?

Tú, ¡oh, Dios!, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos;

con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh, Dios!, te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno, los relámpagos deslumbraban el orbe,

la tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas, y no quedaba rastro de tus huellas:

mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén! Ant. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?


Oraciones propias del día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

¡Ven Espíritu Santo! Ven por medio de la poderosa intercesión del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa.

¡Ven Espíritu Santo! Ven por medio de la poderosa intercesión del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa. ¡Ven Espíritu Santo! Ven por medio de la poderosa intercesión del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa.

Orar y meditar: Veni, Creator Spiritus / Ave Maris Stella / Magníficat / Dulce Madre.


ORACIONES PARA LA PRIMERA PARTE

Veni, Creator Spiritus  

Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.  

Tú que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.  

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.  

Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza, con tu eterna virtud fortalecidos.  

Por ti, nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera, y, siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos, y al Hijo, soberano omnipotente, y a ti, Espíritu, de ambos procedente, con viva fe y amor siempre creamos.

  ¡Amén!

Ave Maris Stella  

Salve, del mar Estrella, salve, Madre sagrada de Dios y siempre virgen, puerta del cielo santa.  

Tomando de Gabriel el «Ave», Virgen alma, mudando el nombre de Eva, paces divinas trata.  

La vista restituye, las cadenas desata, todos los males quita, todos los bienes causa.  

Muéstrate, madre, y llegue por ti nuestra esperanza a quien, por darnos vida, nació de tus entrañas.  

Entre todas piadosa, Virgen, en nuestras almas, libres de culpa, infunde virtud humilde y casta.  

Vida nos presta pura, camino firme allana, que quien a Jesús llega eterno gozo alcanza.  

Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas; una a los tres le demos, y siempre eternas gracias.  

¡Amén!  

Magníficat  

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.  

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.  

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.  

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo Como era en un principio, ahora y siempre Por los siglos de los siglos.  

¡Amén!




Dulce Madre Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

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2 ideas sobre “Consagración Total a Jesús por María: Día 6”