PADECER PARA ALCANZAR LA VIDA ETERNA
Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro III, cap. 47
Hijo, no te quebranten los esfuerzos que has tomado por Mí, ni te abatan del todo los sufrimientos; que mi promesa te consuele y te de fuerza en todo lo difícil que venga. Yo te premiaré sobre toda manera y medida. Recuerda que no estarás aquí en la tierra mucho tiempo, ni tendrás siempre dolores. Espera un poquito y verás qué rápido se pasan los males. Vendrá una hora cuando cesará todo esfuerzo y preocupación. Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.
Por liberación, sanación y protección
Salmo 38 (39): Súplica de un enfermo
Ant. Escucha, Señor, mi oración: abre tus oídos a mi llanto.
Yo me dije: vigilaré mi proceder, para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca mientras el impío esté presente.
Guardé silencio resignado, no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró, y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.
Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.
Me concediste un palmo de vida, mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo, el hombre pasa como pura sombra,
por un soplo se afana, atesora sin saber para quién.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades, no me hagas la burla de los necios.
Enmudezco, no abro la boca, porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes, que el ímpetu de tu mano me acaba.
Escarmientas al hombre castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros; el hombre no es más que un soplo.
Escucha, Señor, mi oración, haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto; porque yo soy huésped tuyo, forastero como todos mis padres.
Aplaca tu ira, dame respiro, antes de que pase y no exista.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Escucha, Señor, mi oración: abre tus oídos a mi llanto
Oraciones propias del día
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Espíritu de Cristo: despiértame; Espíritu de Cristo: muéveme; Espíritu de Cristo: lléname; Espíritu de Cristo: séllame. Oh, Padre Celestial, conságrame a tu Corazón y Voluntad; se en mí una fuente de virtudes; sella mi alma como la tuya para que tu reflejo en mí sea una luz que todos vean. ¡Amén!
Orar y meditar: Letanías del Espíritu Santo / Oh, Señora mía / Bendita sea tu pureza / Gloria / Dulce Madre.
LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO |
Señor, ten piedad: Señor, ten piedad Cristo, ten piedad: Cristo, ten piedad Señor, ten piedad: Señor, ten piedad Cristo, óyenos: Cristo, óyenos Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos Dios Padre Celestial: Ten misericordia de nosotros Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten misericordia de nosotros Dios, Espíritu Santo: Ten misericordia de nosotros Trinidad Santa, un solo Dios: Ten misericordia de nosotros Espíritu que procede del Padre y del Hijo: Ilumínanos y santifícanos Espíritu del Señor que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste: Ilumínanos y santifícanos Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas: Ilumínanos y santifícanos Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que das testimonio de Cristo: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que sobreviene a María: Ilumínanos y santifícanos Espíritu del Señor que llena todo el orbe: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de Dios que habita en nosotros: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de sabiduría y de entendimiento: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de consejo y de fortaleza: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de ciencia y de piedad: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de temor del Señor: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de gracia y de misericordia: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de fuerza, de dilección (amor reflexivo) y de sobriedad: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de humildad y de castidad: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de benignidad y de mansedumbre: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de multiforme gracia: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que escrutas los secretos de Dios: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma: Ilumínanos y santifícanos Espíritu en el cual renacemos: Ilumínanos y santifícanos Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de adopción de los hijos de Dios: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste: Ilumínanos y santifícanos Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres: Ilumínanos y santifícanos Sednos propicio: Perdónanos. Señor Sednos propicio: Escúchanos, Señor De todo mal: Líbranos, Señor De todo pecado: Líbranos, Señor De tentaciones e insidias del demonio: Líbranos, Señor De la presunción y desesperación: Líbranos, Señor De la resistencia a la verdad conocida: Líbranos, Señor De la obstinación y de la impenitencia: Líbranos, Señor De la impureza de la mente y del cuerpo: Líbranos, Señor Del espíritu de fornicación: Líbranos, Señor De todo espíritu del mal: Líbranos, Señor Por Tu eterna procesión del Padre y del Hijo: Te rogamos óyenos Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán: Te rogamos óyenos Por Tu advenimiento sobre los discípulos: Te rogamos óyenos En el día del juicio, nosotros pecadores: Te rogamos óyenos Para que, así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él: Te rogamos óyenos Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos: Te rogamos óyenos Para que, viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne: Te rogamos óyenos A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne: Te rogamos óyenos Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios: Te rogamos óyenos Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: Te rogamos óyenos Para que no creamos a todo espíritu: Te rogamos óyenos Para que probemos a los espíritus si son de Dios: Te rogamos óyenos Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud: Te rogamos óyenos Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano: Te rogamos óyenos Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Perdónanos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Escúchanos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Ten piedad de nosotros Asístenos, te pedimos Señor, con la virtud del Espíritu Santo, para que purifique clemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos, Padre, por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. ¡Amen! |
Oh, Señora mía
Oh, Señora mía, oh, Madre mía, yo me entrego enteramente a ti. Y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día y para siempre: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón… En una palabra: ¡todo mi ser! Y ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad, guárdame y protégeme como cosa y posesión tuya. ¡Amén!
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Gloria Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!