Consagración Total a Jesús por María: Día 20

TERCERA PARTE.

Tema: Nuestra misión es conocer más a María.

San Luis María Grignion de Montfort propone que para conocer a María estos siete días que siguen, debemos hacer actos de amor hacia ella, imitar sus virtudes, y especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, y su continua oración mental. También su mortificación en todas las cosas, su pureza incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina: que son, como dice el santo, las diez virtudes principales de la santísima Virgen.

Poder unirnos a Jesús por María es el culmen de nuestra consagración; debemos estudiar y orar mucho para adquirir conocimiento de la Santísima Virgen.

María es nuestra reina y nuestra intercesora, nuestra Madre y nuestra Señora.

Esforcémonos, pues, en conocer los efectos de su intercesión, y las gracias de su maternidad. Nuestra Santísima Madre también es un molde en donde podemos ser vaciados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones. Esto no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea, sus virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los misterios de Jesucristo y su unión con Él.

Si nosotros nos unimos al corazón de María conociendo cómo ella pensaba, actuaba, sentía y participaba en la vida de Jesús, nosotros podremos imitarla y ser como ella. Así nos configuraremos perfectamente con Jesús.

Disfrutemos esta tercera parte de nuestra Consagración. Será una semana para conocer más a nuestra Reina, a nuestra Madre, a nuestra intercesora ante Jesús.


LETANÍAS DE NUESTRA SEÑORA
Señor, ten piedad: Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad: Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad: Señor, ten piedad
Cristo, óyenos: Cristo, oyénos
Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos
Dios Padre Celestial: Ten misericordia de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten misericordia de nosotros
Dios, Espíritu Santo: Ten misericordia de nosotros
Trinidad Santa, un solo Dios: Ten misericordia de nosotros
Santa María: Ruega por nosotros
Santa Madre de Dios: Ruega por nosotros
Santa Virgen de las Virgenes: Ruega por nosotros
Madre de Cristo: Ruega por nosotros
Madre de la Iglesia: Ruega por nosotros
Madre de Misericordia: Ruega por nosotros
Madre de la divina gracia: Ruega por nosotros
Madre de esperanza: Ruega por nosotros
Madre purísima: Ruega por nosotros
Madre castísima: Ruega por nosotros
Madre siempre Virgen: Ruega por nosotros
Madre inmaculada: Ruega por nosotros
Madre amable: Ruega por nosotros
Madre admirable: Ruega por nosotros
Madre del buen consejo: Ruega por nosotros
Madre del Creador: Ruega por nosotros
Madre del Salvador: Ruega por nosotros
Madre de misericordia: Ruega por nosotros
Virgen prudentísima: Ruega por nosotros
Virgen digna de veneración: Ruega por nosotros
Virgen digna de alabanza: Ruega por nosotros
Virgen poderosa: Ruega por nosotros
Virgen clemente: Ruega por nosotros
Virgen fiel: Ruega por nosotros
Espejo de justicia: Ruega por nosotros
Trono de la sabiduría: Ruega por nosotros
Causa de nuestra alegría: Ruega por nosotros
Vaso espiritual: Ruega por nosotros
Vaso digno de honor: Ruega por nosotros
Vaso de insigne devoción: Ruega por nosotros
Rosa mística: Ruega por nosotros
Torre de David: Ruega por nosotros
Torre de marfil: Ruega por nosotros
Casa de oro: Ruega por nosotros
Arca de la Alianza: Ruega por nosotros
Puerta del Cielo: Ruega por nosotros
Estrella de la mañana: Ruega por nosotros
Salud de los enfermos: Ruega por nosotros
Refugio de los pecadores: Ruega por nosotros
Consuelo de los migrantes: Ruega por nosotros
Consoladora de los afligidos: Ruega por nosotros
Reina de los Ángeles: Ruega por nosotros
Reina de los Patriarcas: Ruega por nosotros
Reina de los Profetas: Ruega por nosotros
Reina de los Apóstoles: Ruega por nosotros
Reina de los Mártires: Ruega por nosotros
Reina de los Confesores: Ruega por nosotros
Reina de las Virgenes: Ruega por nosotros
Reina de todos los Santos: Ruega por nosotros
Reina concebida sin pecado original: Ruega por nosotros
Reina asunta a los Cielos: Ruega por nosotros
Reina del Santísimo Rosario: Ruega por nosotros
Reina de las familias: Ruega por nosotros
Reina de la paz: Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Ten misericordia de nosotros  
  Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de Santa María,  la Virgen, líbranos de las tristezas y de este mundo y concédenos las alegrías del Cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. ¡Amén!  

Oración a Nuestra Señora de San Luis María Grignion de Montfort.

¡Salve, María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, madre admirable del Hijo; salve, María, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi corazón y mi alma! Eres toda mía por misericordia, y yo soy todo tuyo por justicia, pero todavía no lo soy bastante. De nuevo, me entrego a Ti todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros. Si algo ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y hazte dueña absoluta de todos mis haberes para destruir, desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrade a Dios, y plantar y levantar y producir todo lo que le guste.

La luz de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria, el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y entender sus divinas voluntades; que no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el tuyo para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Tú.

No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Ti el ver claro, sin tinieblas; para Ti el gustar por entero sin amargura; para Ti el triunfar gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Esta es, divina María, la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es para mí grandísimo gozo. Para mí y mientras viva, no quiero otro sino el experimentar el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin interés, como el más vil de los esclavos. La sola gracia que por pura misericordia te pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén (así sea) a todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo que haces al presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma, para que en ella no haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí, ahora y en la eternidad. ¡Amén!

Gloria

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Dulce Madre

Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!


CONOCIENDO A MARÍA.

“Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escucharon a los pastores quedaron maravillados de lo que decían. María, por su parte, guardaba todos estos acontecimientos y los volvía a meditar en su interior. Después los pastores regresaron alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como los ángeles se lo habían anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que había indicado el ángel antes de que su madre quedara embarazada… Cuando Jesús cumplió los doce años, subió también con ellos a la fiesta, pues así había de ser. Al terminar los días de la fiesta regresaron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran. Seguros de que estaba con la caravana de vuelta, caminaron todo un día. Después se pusieron a buscarlo entre sus parientes y conocidos. Como no lo encontraran, volvieron a Jerusalén en su búsqueda. Al tercer día lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Sus padres se emocionaron mucho al verlo; su madre le decía: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado muy angustiados mientras te buscábamos. Él les contestó: ¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo estar donde mi Padre? Pero ellos no comprendieron esta respuesta. Jesús entonces regresó con ellos, llegando a Nazaret. Posteriormente siguió obedeciéndoles. Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón. Mientras tanto, Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres» (Lucas 2, 16-21; 42-52)


Por liberación, sanación y protección

Salmo 76 (77): Recuerdo del pasado glorioso de Israel

Ant. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?

Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga.

En mi angustia te busco, Señor mío; de noche extiendo las manos sin descanso,

y mi alma rehúsa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer.

Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar.

Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos;

de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto:

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos?

¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa?

¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?

Y me digo: ¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos,

medito todas tus obras y considero tus hazañas.

Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?

Tú, ¡oh, Dios!, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos;

con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José.

Te vio el mar, ¡oh, Dios!, te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron.

Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban.

Rodaba el fragor de tu trueno, los relámpagos deslumbraban el orbe,

la tierra retembló estremecida.

Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas,

y no quedaba rastro de tus huellas:

mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?


Oraciones propias del día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

Ven, Espíritu Santo, abre mis oídos para escuchar tu Palabra. Ven Espíritu Santo, abre mi mente para entenderla. Ven, Espíritu Santo, abre mi corazón para guardarla. Ven, Espíritu Santo, y abre mi boca para proclamarla. Ven, Espíritu Santo, y toca mi vida para llegar a la santidad. ¡Amén!

Orar y meditar: Letanías de Nuestra Señora / Oración a Nuestra Señora / Gloria / Dulce Madre.

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