LA IMITACIÓN DE CRISTO Y DESPRECIO DE TODAS LAS VANIDADES DEL MUNDO.
Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro I, cap. 1.
“Quien me sigue no anda en tinieblas, dice el Señor”. Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos invita a que imitemos su vida y costumbres, así seremos verdaderamente ser libres de toda la ceguedad del corazón.
Que nuestra tarea sea pensar en la vida de Jesucristo. Las enseñanzas de Cristo exceden a las de todos los Santos. Sólo aquel de corazón puro, hallará en esas enseñanzas Maná (alimento de vida) escondido como alimento para su vida.
A veces, muchas personas, aunque a escuchan el Evangelio, hacen poco caso de él, porque no tienen el espíritu de Cristo. Les conviene que se esfuercen para unirse con Él.
¿De qué te aprovecha saber altas cosas de Dios, si careces de humildad, desagradando a Dios? Por cierto, las palabras rimbombantes y bonitas no te hacen santo ni justo; pero si tu vida es virtuosa, la belleza te hace más cercano a Dios. Si te supieses toda la Biblia de memoria y los dichos de todos los filósofos, ¿de qué te aprovecharía todo eso si no tienes caridad y gracia de Dios? Vanidad de vanidades y todo es vanidad, sino amar y servir solamente a Dios.
Por liberación, sanación y protección
Salmo 30 (31): Súplica confiada y Acción de Gracias
Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte;
Por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes, pero yo confío en el Señor;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo, has puesto mis pies en un camino ancho.
Piedad, Señor, que estoy en peligro: se consumen de dolor mis ojos, mi garganta y mis entrañas.
Mi vida se gasta en el dolor; mis años, en los gemidos;
mi vigor decae con las penas, mis huesos se consumen.
Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos: me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil.
Oigo las burlas de la gente, y todo me da miedo; se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino: líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.
¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos!
En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras.
Bendito el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
Yo decía en mi ansiedad: «Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante cuando yo te gritaba.
Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces.
Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Oraciones propias del día
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, que yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y haga para que todo sea para la gloria de Dios. ¡Amén!
Orar y meditar: Letanías del Santo Nombre de Jesús / Oración a Jesucristo / Oh, Jesús que vives en María / Gloria / Dulce Madre.
LETANÍAS DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS |
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros: Cristo, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros Cristo, óyenos: Cristo, oyénos Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos Dios Padre Celestial: Ten piedad de nosotros Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten piedad de nosotros Dios, Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Dios, santo, uno y trino: Ten piedad de nosotros Jesús, Hijo de Dios vivo: Ten piedad de nosotros Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros Jesús, candor de la luz eterna: Ten piedad de nosotros Jesús, rey de gloria: Ten piedad de nosotros Jesús, sol de justicia: Ten piedad de nosotros Jesús, Hijo de la Virgen María: Ten piedad de nosotros Jesús, amable: Ten piedad de nosotros Jesús, admirable: Ten piedad de nosotros Jesús, Dios fuerte: Ten piedad de nosotros Jesús, Padre del siglo futuro: Ten piedad de nosotros Jesús, ángel del gran consejo: Ten piedad de nosotros Jesús, poderosísimo: Ten piedad de nosotros Jesús, obendientísimo: Ten piedad de nosotros Jesús, manso y humilde de corazón: Ten piedad de nosotros Jesús, amador de la castidad: Ten piedad de nosotros Jesús, amador nuestro: Ten piedad de nosotros Jesús, Dios de paz: Ten piedad de nosotros Jesús, autor de la vida: Ten piedad de nosotros Jesús, modelo de virtudes: Ten piedad de nosotros Jesús, celador de las almas: Ten piedad de nosotros Jesús, Dios nuestro: Ten piedad de nosotros Jesús, refugio nuestro: Ten piedad de nosotros Jesús, padre de los pobres: Ten piedad de nosotros Jesús, tesoro de los fieles: Ten piedad de nosotros Jesús, buen pastor: Ten piedad de nosotros Jesús, luz verdadera: Ten piedad de nosotros Jesús, sabiduria eterna: Ten piedad de nosotros Jesús, bondad infinita: Ten piedad de nosotros Jesús, camino y vida nuestra: Ten piedad de nosotros Jesús, gozo de los ángeles: Ten piedad de nosotros Jesús, rey de los patriarcas: Ten piedad de nosotros Jesús, maestro de los apóstoles: Ten piedad de nosotros Jesús, doctor de los evangelistas: Ten piedad de nosotros Jesús, fortaleza de los mártires: Ten piedad de nosotros Jesús, luz de los confesores: Ten piedad de nosotros Jesús, pureza de las vírgenes: Ten piedad de nosotros Jesús, corona de todos los santos: Ten piedad de nosotros Sednos propicio: Perdónanos, Jesús De todo mal: Escúchanos, Jesús De todo pecado: Líbranos, Jesús De todo ira: Líbranos, Jesús De las acechanzas del demonio: Líbranos, Jesús Del espíritu de fornicación: Líbranos, Jesús De la muerte eterna: Líbranos, Jesús Del desprecio de tus inspiraciones: Líbranos, Jesús Por el misterio de tu santa encarnación: Te rogamos, óyenos Por tu nacimiento: Te rogamos, óyenos Por tu infancia: Te rogamos, óyenos Por tu vida divina: Te rogamos, óyenos Por tus trabajos: Te rogamos, óyenos Por tu pasión y gloria: Te rogamos, óyenos Por tu cruz y desamparo: Te rogamos, óyenos Por tus sufrimientos: Te rogamos, óyenos Por tu muerte y sepultura: Te rogamos, óyenos Por tu resurección: Te rogamos, óyenos Por tu ascensión: Te rogamos, óyenos Por tu institución de la Santísima Eucaristía: Te rogamos, óyenos Por tus gozos: Te rogamos, óyenos Por tu gloria: Te rogamos, óyenos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, perdónanos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, escúchanos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, ten piedad de nosotros Jesús: Oyénos Jesús: Escúchanos Bendito sea el nombre del Señor: Ahora y siempre, por los siglos de los siglos. |
Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibireís, buscad y hallareís, llamad y se os abrirá; te suplicamos derames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que, amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! |
Oración de Montfort a Jesucristo
Déjame, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Ti, para atestiguarte mi reconocimiento por el obsequio que me has hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a tu Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de tu Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que, sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Ti, y en todas partes, me hace falta para calmar tu justa cólera, pues tanto te he ofendido y todos los días te ofendo, que me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que tu justicia me amenaza, para pedirte, para acercarme a Ti y para darte gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre tu voluntad y buscar en todo tu mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que me has tenido! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que, si no fuera por María, yo estaría condenado! ¡Si yo pudiera dignamente darte las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. ¡Qué gran tesoro! ¡Qué gran consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré acaso todo para Ella? ¡Qué ingratitud! Antes la muerte Salvador mío queridísimo, que permitas tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a tu gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como Tú quieres que la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo ves alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arráncala, te lo ruego. Arrójala lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Ti. ¡Oh, Espíritu Santo! Concédeme todas las gracias. Planta, riega y cultiva en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dame mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella formes dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. ¡Amén!
Oh, Jesus que vives en María
Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. ¡Amén!
Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!