Consagración Total a Jesús por María: Día 31

JESÚS EUCARISTÍA ES TODO LO QUE NECESITO.

Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro IV, cap. 12

El cuerpo de Cristo (La Eucaristía) y la Sagrada Escritura (La Biblia) son muy necesarios al alma fiel.

En el banquete de la Eucaristía, se te presenta el manjar, el Pan de Vida, tu único Amado.

Señor: sería ciertamente muy dulce para mí derramar en tu presencia muchas lágrimas afectuosas, y regar con ellas tus pies, como la piadosa Magdalena. Pero muchas veces, no puedo hacerlo. No siento nada cuando voy a la Adoración. ¿Dónde está ahora esta devoción? ¿Dónde está el derramamiento de lágrimas de antes?

Porque en tu presencia, y en la de tus santos ángeles, todo mi corazón debiera encenderse y llorar de gozo. Porque en el Santísimo Sacramento del Altar estás verdaderamente presente, aunque escondido bajo las especies de pan y vino.

¡Gracias por esconderte así! Porque si yo llegara a mirarte en tu propia y divina claridad, no podrían mis ojos resistirlo, ni el mundo entero subsistiría ante el resplandor de la gloria de tu majestad. Tienes, pues, consideración a mi debilidad cuando te ocultas bajo de este Sacramento.


Por liberación, sanación y protección

Salmo 34 (35): Súplica contra los perseguidores injustos

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

Pelea, Señor, contra los que me atacan, guerrea contra los que me hacen guerra; empuña el escudo y la adarga, levántate y ven en mi auxilio; di a mi alma: «Yo soy tu victoria.»

Y yo me alegraré con el Señor, gozando de su victoria; todo mi ser proclamará: «Señor, ¿quién como tú, que defiendes al débil del poderoso, al pobre y humilde del explotador?»

Se presentaban testigos violentos: me acusaban de cosas que ni sabía,

me pagaban mal por bien, dejándome desamparado.

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos, me vestía de saco,

me mortificaba con ayunos y desde dentro repetía mi oración.

Como por un amigo o por un hermano, andaba triste,

cabizbajo y sombrío, como quien llora a su madre.

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron, se juntaron contra mí y me golpearon por sorpresa; me laceraban sin cesar, cruelmente se burlaban de mí, rechinando los dientes de odio.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.


Oraciones propias del día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

¡Ven Espíritu Santo! Ven por medio de la poderosa intercesión del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa. ¡Ven Espíritu Santo! Ven por medio de la poderosa intercesión del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa. ¡Ven Espíritu Santo! Ven por medio de la poderosa intercesión del Doloroso e Inmaculado Corazón de María, tu Amadísima Esposa.

Orar y meditar: Letanías del Santo Nombre de Jesús / Oración a Jesucristo / Oh, Jesús que vives en María / Gloria / Dulce Madre.


LETANÍAS DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros: Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros: Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos: Cristo, oyénos
Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos
Dios Padre Celestial: Ten piedad de nosotros
Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten piedad de nosotros
Dios, Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros
Dios, santo, uno y trino: Ten piedad de nosotros
Jesús, Hijo de Dios vivo: Ten piedad de nosotros
Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros
Jesús, resplandor del Padre: Ten piedad de nosotros
Jesús, candor de la luz eterna: Ten piedad de nosotros
Jesús, rey de gloria: Ten piedad de nosotros
Jesús, sol de justicia: Ten piedad de nosotros
Jesús, Hijo de la Virgen María: Ten piedad de nosotros
Jesús, amable: Ten piedad de nosotros
Jesús, admirable: Ten piedad de nosotros
Jesús, Dios fuerte: Ten piedad de nosotros
Jesús, Padre del siglo futuro: Ten piedad de nosotros
Jesús, ángel del gran consejo: Ten piedad de nosotros
Jesús, poderosísimo: Ten piedad de nosotros
Jesús, obendientísimo: Ten piedad de nosotros
Jesús, manso y humilde de corazón: Ten piedad de nosotros
Jesús, amador de la castidad: Ten piedad de nosotros
Jesús, amador nuestro: Ten piedad de nosotros
Jesús, Dios de paz: Ten piedad de nosotros
Jesús, autor de la vida: Ten piedad de nosotros
Jesús, modelo de virtudes: Ten piedad de nosotros
Jesús, celador de las almas: Ten piedad de nosotros
Jesús, Dios nuestro: Ten piedad de nosotros
Jesús, refugio nuestro: Ten piedad de nosotros
Jesús, padre de los pobres: Ten piedad de nosotros
Jesús, tesoro de los fieles: Ten piedad de nosotros
Jesús, buen pastor: Ten piedad de nosotros
Jesús, luz verdadera: Ten piedad de nosotros
Jesús, sabiduria eterna: Ten piedad de nosotros
Jesús, bondad infinita: Ten piedad de nosotros
Jesús, camino y vida nuestra: Ten piedad de nosotros
Jesús, gozo de los ángeles: Ten piedad de nosotros
Jesús, rey de los patriarcas: Ten piedad de nosotros
Jesús, maestro de los apóstoles: Ten piedad de nosotros
Jesús, doctor de los evangelistas: Ten piedad de nosotros
Jesús, fortaleza de los mártires: Ten piedad de nosotros
Jesús, luz de los confesores: Ten piedad de nosotros
Jesús, pureza de las vírgenes: Ten piedad de nosotros
Jesús, corona de todos los santos: Ten piedad de nosotros
Sednos propicio: Perdónanos, Jesús
De todo mal: Escúchanos, Jesús
De todo pecado: Líbranos, Jesús
De todo ira: Líbranos, Jesús
De las acechanzas del demonio: Líbranos, Jesús
Del espíritu de fornicación: Líbranos, Jesús
De la muerte eterna: Líbranos, Jesús
Del desprecio de tus inspiraciones: Líbranos, Jesús
Por el misterio de tu santa encarnación: Te rogamos, óyenos
Por tu nacimiento: Te rogamos, óyenos
Por tu infancia: Te rogamos, óyenos
Por tu vida divina: Te rogamos, óyenos
Por tus trabajos: Te rogamos, óyenos
Por tu pasión y gloria: Te rogamos, óyenos
Por tu cruz y desamparo: Te rogamos, óyenos
Por tus sufrimientos: Te rogamos, óyenos
Por tu muerte y sepultura: Te rogamos, óyenos
Por tu resurección: Te rogamos, óyenos
Por tu ascensión: Te rogamos, óyenos    
Por tu institución de la Santísima Eucaristía: Te rogamos, óyenos
Por tus gozos: Te rogamos, óyenos
Por tu gloria: Te rogamos, óyenos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, perdónanos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, escúchanos
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo: Jesús, ten piedad de nosotros
Jesús: Oyénos
Jesús: Escúchanos
Bendito sea el nombre del Señor: Ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  
  Señor Jesucristo, que dijiste: Pedid y recibireís, buscad y hallareís, llamad y se os abrirá; te suplicamos derames sobre nosotros la ternura de tu divino amor, a fin de que, amándote de todo corazón, con palabra y con obras, nunca cesemos de alabarte. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!  

Oración de Montfort a Jesucristo

Déjame, Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Ti, para atestiguarte mi reconocimiento por el obsequio que me has hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a tu Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de tu Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! Tan miserable soy, que, sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí, que a mí me hace falta María, delante de Ti, y en todas partes, me hace falta para calmar tu justa cólera, pues tanto te he ofendido y todos los días te ofendo, que me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que tu justicia me amenaza, para pedirte, para acercarme a Ti y para darte gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una palabra, para hacer siempre tu voluntad y buscar en todo tu mayor gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que me has tenido! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que, si no fuera por María, yo estaría condenado! ¡Si yo pudiera dignamente darte las gracias por tan grande beneficio! María está en mí. ¡Qué gran tesoro! ¡Qué gran consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré acaso todo para Ella? ¡Qué ingratitud! Antes la muerte Salvador mío queridísimo, que permitas tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero si todavía no he hecho esta entrega a tu gusto, la hago ahora, mi Jesús querido, como Tú quieres que la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo ves alguna cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arráncala, te lo ruego. Arrójala lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Ti. ¡Oh, Espíritu Santo! Concédeme todas las gracias. Planta, riega y cultiva en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dame mucha devoción y mucha afición a María; que me apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para que en ella formes dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso hasta la plenitud de su edad perfecta. ¡Amén!


Oh, Jesus que vives en María

Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti. Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad. Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre soberano, para la gloria del Padre celestial. ¡Amén!

Gloria

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Dulce Madre

Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!


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