LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO.
«En ese momento algunos le contaron a Jesús una matanza de galileos. Pilato los había hecho matar en el Templo, mezclando su sangre con la sangre de sus sacrificios. Jesús les replicó: ¿Creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que los demás, porque corrieron semejante suerte? Yo les digo que no. Y si ustedes no renuncian a sus caminos, perecerán del mismo modo. Y aquellas dieciocho personas que quedaron aplastadas cuando la torre de Siloé se derrumbó, ¿creen ustedes que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Yo les aseguro que no. Y si ustedes no renuncian a sus caminos, todos perecerán de igual modo» (Lucas 11, 1-3).
Por liberación, sanación y protección
Salmo 30 (31): Súplica confiada y Acción de Gracias
Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte;
Por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes, pero yo confío en el Señor;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo, has puesto mis pies en un camino ancho.
Piedad, Señor, que estoy en peligro: se consumen de dolor mis ojos, mi garganta y mis entrañas.
Mi vida se gasta en el dolor; mis años, en los gemidos;
mi vigor decae con las penas, mis huesos se consumen.
Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos: me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil.
Oigo las burlas de la gente, y todo me da miedo; se conjuran contra mí y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino: líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.
¡Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos!
En el asilo de tu presencia los escondes de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo, frente a las lenguas pendencieras.
Bendito el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia en la ciudad amurallada.
Yo decía en mi ansiedad: «Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante cuando yo te gritaba.
Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios les paga con creces.
Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.
Oraciones propias del día
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén! Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, que yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y haga para que todo sea para la gloria de Dios. ¡Amén!
Orar y meditar: Letanías del Espíritu Santo / Oh, Señora mía / Bendita sea tu pureza / Gloria / Dulce Madre.
LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO |
Señor, ten piedad: Señor, ten piedad Cristo, ten piedad: Cristo, ten piedad Señor, ten piedad: Señor, ten piedad Cristo, óyenos: Cristo, óyenos Cristo, escúchanos: Cristo, escúchanos Dios Padre Celestial: Ten misericordia de nosotros Dios, Hijo, Redentor del mundo: Ten misericordia de nosotros Dios, Espíritu Santo: Ten misericordia de nosotros Trinidad Santa, un solo Dios: Ten misericordia de nosotros Espíritu que procede del Padre y del Hijo: Ilumínanos y santifícanos Espíritu del Señor que al comienzo de la creación planeando sobre las aguas las fecundaste: Ilumínanos y santifícanos Espíritu por inspiración del cual han hablado los profetas: Ilumínanos y santifícanos Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que das testimonio de Cristo: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que sobreviene a María: Ilumínanos y santifícanos Espíritu del Señor que llena todo el orbe: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de Dios que habita en nosotros: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de sabiduría y de entendimiento: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de consejo y de fortaleza: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de ciencia y de piedad: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de temor del Señor: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de gracia y de misericordia: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de fuerza, de dilección (amor reflexivo) y de sobriedad: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de humildad y de castidad: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de benignidad y de mansedumbre: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de multiforme gracia: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que escrutas los secretos de Dios: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma: Ilumínanos y santifícanos Espíritu en el cual renacemos: Ilumínanos y santifícanos Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones: Ilumínanos y santifícanos Espíritu de adopción de los hijos de Dios: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que en lenguas de fuego sobre los apóstoles apareciste: Ilumínanos y santifícanos Espíritu con el cual fueron los apóstoles henchidos: Ilumínanos y santifícanos Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres: Ilumínanos y santifícanos Sednos propicio: Perdónanos. Señor Sednos propicio: Escúchanos, Señor De todo mal: Líbranos, Señor De todo pecado: Líbranos, Señor De tentaciones e insidias del demonio: Líbranos, Señor De la presunción y desesperación: Líbranos, Señor De la resistencia a la verdad conocida: Líbranos, Señor De la obstinación y de la impenitencia: Líbranos, Señor De la impureza de la mente y del cuerpo: Líbranos, Señor Del espíritu de fornicación: Líbranos, Señor De todo espíritu del mal: Líbranos, Señor Por Tu eterna procesión del Padre y del Hijo: Te rogamos óyenos Por Tu descenso sobre Cristo en el Jordán: Te rogamos óyenos Por Tu advenimiento sobre los discípulos: Te rogamos óyenos En el día del juicio, nosotros pecadores: Te rogamos óyenos Para que, así como vivimos del Espíritu, obremos también por Él: Te rogamos óyenos Para que recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos: Te rogamos óyenos Para que, viviendo según el Espíritu, no cumplamos los deseos de la carne: Te rogamos óyenos A fin de que por el Espíritu mortifiquemos las obras de la carne: Te rogamos óyenos Para que no te contristemos a Ti, Espíritu Santo de Dios: Te rogamos óyenos Para que seamos solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz: Te rogamos óyenos Para que no creamos a todo espíritu: Te rogamos óyenos Para que probemos a los espíritus si son de Dios: Te rogamos óyenos Para que te dignes renovar en nosotros el espíritu de rectitud: Te rogamos óyenos Para que nos confirmes por tu Espíritu Soberano: Te rogamos óyenos Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Perdónanos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Escúchanos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del Mundo: Ten piedad de nosotros Asístenos, te pedimos Señor, con la virtud del Espíritu Santo, para que purifique clemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Te lo pedimos, Padre, por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. ¡Amen! |
Oh, Señora mía
Oh, Señora mía, oh, Madre mía, yo me entrego enteramente a ti. Y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día y para siempre: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón… En una palabra: ¡todo mi ser! Y ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad, guárdame y protégeme como cosa y posesión tuya. ¡Amén!
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Gloria Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Dulce Madre
Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
Una idea sobre “Consagración Total a Jesús por María: Día 15”
Gracias Padre por todas las bendiciones que recibo de ti mi Dios te amo alabó y bendigo tú santo nombre muchas gracias a tod@s los de cielo abierto aprendido mucho gracias Dios los bendiga mucho amén