Consagración Total a Jesús por María: Día 11

ENMENDAR NUESTRAS FALTAS.

Tomado del libro: Imitación de Cristo, libro I, cap. 25

Piensa diariamente por qué estás haciendo esta Consagración, y por qué estás dejando al mundo para servir a Dios. ¿Será con el fin de vivir para Él, y ser alguien más espiritual? ¿O será el dinero, la admiración, la fama y la comodidad la que te movió a estar aquí? Corre, pues, con fervor a la pureza de intención, y así rápidamente recibirás el premio de tu trabajo, y no habrá de ahí adelante temor ni dolor. En este mundo trabajarás un poco, pero hallarás después, en la vida eterna, un gran descanso y una perpetua alegría. Si permaneces fiel en tu corazón, sin duda Dios será fiel y generoso en pagarte. Un día alguien estaba lleno de sufrimiento, luchando entre el temor y la esperanza; y un día cargado de tristeza entró en la iglesia y se postró delante del altar en oración, y meditando en su corazón varias cosas, pensó: ¡Oh! ¡Si supiese que yo seré santo algún día! Y luego oyó en lo interior la divina respuesta: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces quisieras hacer, y estarás seguro. Y en aquel punto, consolado y confortado, se ofreció a la divina voluntad, y cesó su sufrimiento. Anduvo con mucho cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios, y trató siempre de ser agradable y perfecto a Él. El Profeta dice: Espera en el Señor, y haz siempre el bien, así serás apacentado en sus riquezas. Muchos no lo hacen por miedo a la dificultad, o el trabajo a la pelea contra el pecado. Ciertamente aprovechan más en las virtudes, aquellos que ponen todas sus fuerzas para vencer las tentaciones que les son más graves y contrarias. Porque aprovechas más y alcanzas mayor gracia, venciéndote a ti mismo. El problema es que no todos tienen igual valentía para vencer al pecado y mortificarse. Sólo el que más ama es el que logrará la santidad. Aquel que es diligente y celoso de su crecimiento, más fuerte será cada día para la perfección, aunque sea muy dado a tener muchas pasiones y muchos pecados.

Dos cosas especialmente ayudan mucho a enmendarse:

1. Luchar esfuerzo contra aquello a que le inclina la naturaleza para el vicio y pecado.

2. Trabajar con fervor por la virtud que más le falta. Trabajar también en vencer y evitar lo que normalmente te desagrada de tu prójimo. Si ves y oyes buenos ejemplos, anímate a imitarlos. Pero si ves u oyes alguna cosa digna de reprensión, cuídate para no hacerla tú mismo; y si alguna vez la hiciste, procura enmendarte lo más rápidamente posible. Así como tú miras a los otros, así los otros te miran a ti. ¡Cuán triste y penoso es ver a mis hermanos andar desordenados, sin hacer aquello para lo que son llamados por su vocación!


Por liberación, sanación y protección

Salmo 36 (37): La verdadera y la falsa felicidad

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.

No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal:

se secarán pronto, como la hierba, como el césped verde se agostarán.

Confía en el Señor y haz el bien, habita tu tierra y practica la lealtad;

sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón.

Encomienda tu camino al Señor, confía en él, y él actuará:

hará brillar tu justicia como el amanecer; tu derecho, como el mediodía.

Descansa en el Señor y espera en él, no te exasperes por el hombre que triunfa empleando la intriga:

cohíbe la ira, reprime el coraje, no te exasperes, no sea que obres mal;

 porque los que obran mal son excluidos, pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

Aguarda un momento: desapareció el malvado, fíjate en su sitio: ya no está;

en cambio, los sufridos poseen la tierra y disfrutan de paz abundante.

El malvado intriga contra el justo, rechina sus dientes contra él;

pero el Señor se ríe de él, porque ve que le llega su hora.

Los malvados desenvainan la espada, asestan el arco,

para abatir a pobres y humildes, para asesinar a los honrados;

pero su espada les atravesará el corazón, sus arcos se romperán.

Mejor es ser honrado con poco que ser malvado en la opulencia;

pues al malvado se le romperán los brazos, pero al honrado lo sostiene el Señor.

El Señor vela por los días de los buenos, y su herencia durará siempre;

no se agostarán en tiempo de sequía, en tiempo de hambre se saciarán;

pero los malvados perecerán, los enemigos del Señor

se marchitarán como la belleza de un prado, en humo se disiparán.

El malvado pide prestado y no devuelve, el justo se compadece y perdona.

Los que el Señor bendice poseen la tierra, los que él maldice son excluidos.

El Señor asegura los pasos del hombre, se complace en sus caminos;

si tropieza, no caerá, porque el Señor lo tiene de la mano.

Fui joven, ya soy viejo: nunca he visto a un justo abandonado,

ni a su linaje mendigando el pan.

A diario se compadece y da prestado; bendita será su descendencia.

Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás una casa;

porque el Señor ama la justicia y no abandona a sus fieles.

Los inicuos son exterminados, la estirpe de los malvados se extinguirá;

 pero los justos poseen la tierra, la habitarán por siempre jamás.

La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho;

porque lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan.

El malvado espía al justo e intenta darle muerte;

pero el Señor no lo entrega en sus manos, no deja que lo condenen en el juicio.

Confía en el Señor, sigue su camino; él te levantará a poseer la tierra,

y verás la expulsión de los malvados.

Vi a un malvado que se jactaba, que prosperaba como un cedro frondoso;

volví a pasar, y ya no estaba; lo busqué, y no lo encontré.

Observa al honrado, fíjate en el bueno: su porvenir es la paz;

los impíos serán totalmente aniquilados, el porvenir de los malvados quedará truncado.

El Señor es quien salva a los justos, él es su alcázar en el peligro;

el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva,

porque se acogen a él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.


Oraciones propias del día

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén! Ven, Espíritu Santo, abre mis oídos para escuchar tu Palabra. Ven Espíritu Santo, abre mi mente para entenderla. Ven, Espíritu Santo, abre mi corazón para guardarla. Ven, Espíritu Santo, y abre mi boca para proclamarla. Ven, Espíritu Santo, y toca mi vida para llegar a la santidad. ¡Amén!

Orar y meditar: Veni, Creator Spiritus / Ave Maris Stella / Magníficat / Dulce Madre.


ORACIONES PARA LA PRIMERA PARTE

Veni, Creator Spiritus  

Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.  

Tú que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.  

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.  

Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza, con tu eterna virtud fortalecidos.  

Por ti, nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera, y, siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos, y al Hijo, soberano omnipotente, y a ti, Espíritu, de ambos procedente, con viva fe y amor siempre creamos.

  ¡Amén!

Ave Maris Stella  

Salve, del mar Estrella, salve, Madre sagrada de Dios y siempre virgen, puerta del cielo santa.  

Tomando de Gabriel el «Ave», Virgen alma, mudando el nombre de Eva, paces divinas trata.  

La vista restituye, las cadenas desata, todos los males quita, todos los bienes causa.  

Muéstrate, madre, y llegue por ti nuestra esperanza a quien, por darnos vida, nació de tus entrañas.  

Entre todas piadosa, Virgen, en nuestras almas, libres de culpa, infunde virtud humilde y casta.  

Vida nos presta pura, camino firme allana, que quien a Jesús llega eterno gozo alcanza.  

Al Padre, al Hijo, al Santo Espíritu alabanzas; una a los tres le demos, y siempre eternas gracias.  

¡Amén!  

Magníficat  

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.  

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.  

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.  

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo Como era en un principio, ahora y siempre Por los siglos de los siglos.  

¡Amén!




Dulce Madre Dulce Madre, no te alejes. Tu vista de mí no apartes. Ven conmigo a todas partes y solo nunca me dejes. Y ya que me proteges tanto como verdadera Madre cúbreme con tu manto, y haz que me bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Una idea sobre “Consagración Total a Jesús por María: Día 11”