Novena al Espíritu Santo

CUALQUIER FECHA
Queridos hermanos:

Hace casi dos mil años, Jesús nos prometió que enviaría al Espíritu Santo para que viva en nosotros; san Pablo nos dice en su primera carta a los Corintios que somos la Casa de Dios, el Templo del Espíritu Santo (cfr. 1ª Cor. 3, 16), y Jesús a través del Evangelio de Juan, nos dice: «Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce.

Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes» Jn. 14, 16 – 17 En los tiempos de Jesús, cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles recibieron al Espíritu Santo y fueron transformados de hombres débiles y tímidos, en valientes soldados, proclamadores de la fe; así los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo y así nos necesita Dios a todos nosotros en estos tiempos difíciles.

Aquel día, los apóstoles se reunieron con María en el cenáculo (donde se celebró la última cena con Jesús), orando y preparándose por nueve días para recibir al Espíritu Santo, ya que Jesús se los había prometido (cfr. Jn. 16, 7).

Cuando el Amor de Dios llegó, sufrieron una renovación tal, que cambiaron totalmente su vida. El Espíritu los ungió con poder, con valentía, con carismas y dones. Les regaló ese fuego que queremos y necesitamos, el amor a Dios y un impulso de ser testigos valientes. Es el Espíritu que cambiará nuestra forma de vivir, de predicar, de cantar, de orar y de tocar. Él nos hará llegar con poder al corazón de las personas.

«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se postraron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse” Hch. 2, 1 – 4 El Espíritu Santo infunde en nosotros sus dones, sus carismas, sus gracias, nos regala ese fuego que arde en el corazón; el amor que nos ayuda a unirnos más a Dios y entre nosotros. El Espíritu nos renueva con sus dones, con sus carismas y nos lleva a la unión perfecta con Jesús. Es Jesús a quien nosotros en cada misión de Cielo abierto damos a conocer a la Novia para que se enamore de Él. El Espíritu Santo nos convierte en el mejor amigo del Novio, aquel quien conoce al Novio y lo da a conocer.

Que también nosotros, con un mismo corazón, nos preparemos estos nueve días a través de la oración, para recibir al Espíritu Santo y seamos unidos con Dios y entre nosotros mismos.

Les proponemos orar esta sencillísima novena que nos ayudará a prepararnos y a tener nuestros corazones
abiertos para lo que Dios nos quiera regalar. Los dejo unas palabras del Papa Benedicto XVI, que nos animan a
pedir con toda nuestra alma la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas: «Pentecostés es la fiesta de la unión, de la comprensión y de la comunión humana… El relato de Pentecostés en el Evangelio de san Lucas nos dice que Jesús, antes de subir al cielo, pidió a los Apóstoles que permanecieran juntos para prepararse a recibir el don del Espíritu Santo. Y ellos se reunieron en oración con María en el Cenáculo a la espera del acontecimiento prometido (cf. Hch. 1, 14). Reunida con María, como en su nacimiento, la Iglesia también hoy reza: «¡Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!». Amén”

Papa Benedicto XVI / 27 de mayo de 2012
Xavier Garza Ríos Eychenne

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