Consagración a San José: Día 15

SAN JOSÉ, AMANTE DE LA POBREZA

Dirección:

Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los Cielos” (Mt. 5,3)

Al escuchar esta Palabra, nos vienen dos preguntas importantes: ¿Qué significa ser pobre de espíritu? y ¿por qué se es bienaventurado por ello?

Ser pobre de espíritu significa desapego por las cosas del mundo. Vivir sin confiar en el poder, placer, honor o riqueza, sino poniendo nuestra mirada solamente en Dios. Aquellos que son pobres de espíritu no están lejos del Reino de Dios porque una persona desapegada de las cosas del mundo es espiritualmente rica.

El tener o no bienes materiales no es signo de pobreza espiritual. Hay personas a la que Dios les da muchos bienes materiales para que los administre de manera correcta y viven la pobreza espiritual, pero también podemos encontrar a alguien que no tiene casi nada material, pero se apega totalmente a lo poco que tiene. Piénsalo: hubo muchos ricos que hoy sabemos que son grandes santos, y hubo muchos pobres que nunca llegaron a estar cerca de Dios.

En este sentido, se entiende que la pobreza es una virtud y es en este contexto que le atribuimos el título “amante de la pobreza” a San José. Él acogió la vida austera de un artesano y de un padre humilde. El nacimiento de Jesús en una cueva, la huida a Egipto y su oficio laborioso demuestran su desapego por los bienes materiales.

El Nuevo Testamento también nos revela que la Sagrada Familia era muy pobre: «Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor» Lc. 2, 22-24

Cuando la Sagrada Familia fue al templo de Jerusalén para participar en el ritual judío de la purificación para la nueva madre, José ni siquiera pudo comprar un cordero como ofrenda. Solo pudo ofrecer lo que ofrecen los pobres, es decir, dos tórtolas o dos pichones.

Hay una tradición en la Iglesia que dice que, si los Reyes Magos no le hubieran regalado al Niño Jesús oro, incienso y mirra, es posible que San José no habría tenido suficiente dinero para comprar comida y otras necesidades para su familia cuando realizaron el viaje a Egipto (Calloway, Consecration to St. Joseph, pág. 65). Sin embargo, a pesar de la austeridad financiera, uno solo puede imaginarse la gracia inconcebible que debió de haber sido estar en la presencia de la Santa Madre y del Hijo de Dios y de contribuir en el plan de salvación de Dios.

Aquellos que dependen de las cosas materiales están destinados a la infelicidad. Lo material se esfuma de las manos y no puede llenar el vacío de amor que tenemos en nuestro corazón. Por eso, la verdadera felicidad nunca se encontrará en los bienes materiales, sino en las cosas de Dios.


Tarea de hoy: Pídele al Espíritu Santo que te muestre un área en tu vida en donde la excesiva dependencia a los “sustitutos de Dios”: el poder, placer, honor o riquezas. Estos ídolos te están esclavizando e impiden desarrollar la virtud de la pobreza y confiar en la providencia de Dios. Encomienda estas áreas al Señor.


Pidamos a nuestro Padre espiritual nos ayude a desapegarnos de las cosas terrenas y poner nuestros ojos en el Cielo:

San José, amante de la pobreza, ora para que sea pobre de espíritu. Ayúdame a desapegarme de las cosas materiales y a abandonar mi vida a la providencia de Dios. ¡Amén!


ORACIONES:  Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.


INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!


ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, que yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y haga para que todo sea para la gloria de Dios. ¡Amén!


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotrosCristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenosCristo óyenos
Cristo escúchanosCristo escúchanos
Dios, Padre celestialTen misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundoTen misericordia de nosotros
Dios Espíritu SantoTen misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un sólo DiosTen misericordia de nosotros
Santa MaríaRuega por nosotros
San JoséRuega por nosotros
Ilustre descendiente de DavidRuega por nosotros
Luz de los PatriarcasRuega por nosotros
Esposo de la Madre de DiosRuega por nosotros
Casto guardián de la VirgenRuega por nosotros
Padre adoptivo del Hijo de DiosRuega por nosotros
Ferviente defensor de CristoRuega por nosotros
Jefe de la Sagrada FamiliaRuega por nosotros
José, justísimoRuega por nosotros
José. castísimoRuega por nosotros
José, prudentísimoRuega por nosotros
José, valentísimoRuega por nosotros
José, obedientísimoRuega por nosotros
José, fidelísimoRuega por nosotros
Espejo de pacienciaRuega por nosotros
Amante de la pobrezaRuega por nosotros
Modelo de los trabajadoresRuega por nosotros
Gloria de la vida domésticaRuega por nosotros
Custodio de las VírgenesRuega por nosotros
Pilar de las familiasRuega por nosotros
Consuelo de los afligidosRuega por nosotros
Esperanza de los enfermosRuega por nosotros
Patrón de los moribundosRuega por nosotros
Terror de los demoniosRuega por nosotros
Protector de la Santa IglesiaRuega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoPerdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoEscúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoTen piedad y misericordia de nosotros
Lo hizo Señor de su casay príncipe de todas sus posesiones

Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *