Consagración a San José: Día 6

SAN JOSÉ, FERVIENTE DEFENSOR DE CRISTO.

Dirección:

A San José se le llama “ferviente defensor de Cristo” porque cuando Cristo fue amenazado y perseguido por los poderosos de la Tierra, él no titubeó ni por un momento, para defender y proteger a Jesús y a María.

Cuando Herodes amenazó con matar al niño Jesús, José escuchó las instrucciones de Dios y obedeció al llevar a la Sagrada Familia a Egipto: «El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto» (Mt. 2, 13b-14)

Nosotros también tenemos la oportunidad y el deber de defender a Cristo y a su Iglesia en la actualidad. Vivimos en tiempos en que nuestra Iglesia está siendo muy atacada, tanto por fuera, como por dentro. El modernismo intenta acabar con la verdadera doctrina, y con la Esposa de Cristo (la Iglesia), pero nosotros, a ejemplo de San José, debemos ser guardianes de ella. Al igual que la Sagrada Familia, seremos perseguidos, atacados, calumniados y muchas veces recibiremos hasta daño físico: «Los que quieran ser fieles a Dios en Cristo Jesús, tendrán que sufrir persecución» (2a Tim. 3, 12b)

¡No tengas miedo!, porque al igual que Dios a través de San José cuidó a la Sagrada Familia, nos cuidará a nosotros. Esto dice el Señor: «No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa» (Is. 41, 10)

Contamos con la presencia plena de Cristo entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar. La Eucaristía es el mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo, y es nuestro regalo más preciado, sin embargo, mucha gente no entiende o no cree en la verdadera presencia de Jesús, el Cordero de Dios en la Eucaristía.

Como los primeros cristianos que no tenían miedo de perder su vida con tal de vivir todos los domingos la Santa Misa, tomemos la decisión hoy mismo de hacer de la Eucaristía una prioridad en nuestras vidas. Dejemos que Jesús transforme nuestros corazones. Seamos el Receptáculo Sagrado de Cristo y la luz que brilla en un mundo lleno de oscuridad. Si somos capaces de ser la Luz de Cristo para los demás, debemos ir y recibir a Cristo en la Sagrada Eucaristía con humildad y entrega. ¡Allí está nuestra fuerza!

Como discípulos fieles de Jesús, el mundo nos criticará, odiará, ridiculizará y se burlará de nosotros. Muchas veces sufriremos persecución hasta de parte de nuestra propia comunidad, familia y amigos. Nuestro sufrimiento podrá ser grande, pero nuestro testimonio de Jesús será mayor. ¡No tengas miedo!


Tarea de hoy: Todo soldado que quiera aprender a amar, debe estar totalmente entregado a Dios. Haz un examen de conciencia y prepárate para hacer una buena confesión lo más pronto que puedas. Comulga frecuentemente, recuerda que Jesús Eucaristía es quien nos fortalece para no caer en la oscuridad espiritual que nos rodea.


Pidámosle a San José que nos lleve a la Eucaristía y nos enseñe a ser los combatientes que Dios quiere en esta batalla espiritual entre el bien y el mal: San José, ferviente defensor de Cristo, enséñanos a no tener miedo y a acercarnos a la Eucaristía siempre, para ser capaces de defender a Cristo y a su Iglesia con fervor. Ora por nosotros para que seamos dignos de amar y ser los valientes soldados que Dios quiere para conquistar almas para su Reino. ¡Amén!


ORACIONES:  Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.


INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!


VENI CREATOR (VEN ESPÍRITU CREADOR)

Ven, Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama, y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.

Tú, que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
Tú eres el dedo de su diestra mano; Tú nos dictas palabras y razones.

Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza con tu eterna virtud fortalecidos.

Por ti nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo soberano omnipotente
y a Ti, Espíritu de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos.

¡Amén!


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenos Cristo óyenos
Cristo escúchanos Cristo escúchanos
Dios, Padre celestial Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo Ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo Ten misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un sólo Dios Ten misericordia de nosotros
Santa María Ruega por nosotros
San José Ruega por nosotros
Ilustre descendiente de David Ruega por nosotros
Luz de los Patriarcas Ruega por nosotros
Esposo de la Madre de Dios Ruega por nosotros
Casto guardián de la Virgen Ruega por nosotros
Padre adoptivo del Hijo de Dios Ruega por nosotros
Ferviente defensor de Cristo Ruega por nosotros
Jefe de la Sagrada Familia Ruega por nosotros
José, justísimo Ruega por nosotros
José. castísimo Ruega por nosotros
José, prudentísimo Ruega por nosotros
José, valentísimo Ruega por nosotros
José, obedientísimo Ruega por nosotros
José, fidelísimo Ruega por nosotros
Espejo de paciencia Ruega por nosotros
Amante de la pobreza Ruega por nosotros
Modelo de los trabajadores Ruega por nosotros
Gloria de la vida doméstica Ruega por nosotros
Custodio de las Vírgenes Ruega por nosotros
Pilar de las familias Ruega por nosotros
Consuelo de los afligidos Ruega por nosotros
Esperanza de los enfermos Ruega por nosotros
Patrón de los moribundos Ruega por nosotros
Terror de los demonios Ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo     Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Ten piedad y misericordia de nosotros
Lo hizo Señor de su casa y príncipe de todas sus posesiones.

Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!

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