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La Fiesta de la Inmaculada Concepción
Cuando vamos a Misa el 8 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada Concepción, en la Liturgia de ese día, las imágenes de la Escritura que hemos visto aquí, se acomodan para formar este retrato completo de María, la Santísima Madre de Dios. La antífona de entrada para esta celebración, pone las palabras del profeta Isaías en la boca de María.
En Isaías: «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas» Is. 61, 10 En Lucas: «María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece
de gozo en Dios, mi Salvador» Lc. 1, 46-47 La oración de apertura explica el gran misterio de la Inmaculada Concepción en el plan de Dios para la salvación de todo el mundo: “Dios nuestro, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen María preparaste una digna morada para tu Hijo y, en previsión de la muerte redentora de Cristo, la preservaste de toda mancha de pecado, concédenos que, por su intercesión, nosotros también, purificados de todas nuestras culpas, lleguemos hacia ti. Por nuestro Señor Jesucristo” Oración de apertura, Liturgia de la Fiesta de la Inmaculada Concepción
La primera lectura de esta Fiesta es la historia del pecado de Adán y Eva y el proto evangelio
(cfr. Gen. 3, 9-15.20). La voluntad de Dios, expresada en la primera lectura sobre el pecado de Adán y Eva y el redentor prometido, nacido de una mujer, se lleva a cabo en la Inmaculada Concepción de María y al dar a luz a Jesucristo. Esa verdad es reforzada en el Evangelio de esta fiesta, el relato de la Anunciación.
La segunda lectura es la carta de san Pablo a los Efesios e incluye el verso de Efesios 1: «Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor, y determinó, porque así lo quiso, que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos, para que alabemos y glorifiquemos la gracia con que nos ha favorecido, por medio de su Hijo amado» Ef. 1, 4-6 Las palabras de Pablo en Efesios fueron dirigidas originalmente a todo creyente en Cristo; leídas en la Liturgia de este día, se aplican principalmente a María, la antecesora de todo. Ella, antes de la creación del mundo fue elegida para ser “santa e inmaculada”.
Lo que este verso reafirma, es que la gracia conferida a María en su vientre de madre es el destino para todo el que crea en su Hijo y sea bautizado. María es un ícono de lo que nosotros estamos llamados a ser. Es lo que deberíamos tratar de ser: «Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo» Mt. 5, 48 No podemos ser santos nosotros mismos, pero sí podemos hacerlo con la gracia de Dios, la misma que María recibió: «En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad» Ef. 1,11 En la Misa, la segunda lectura de esta fiesta nos recuerda también que María fue destinada de antemano según el proyecto de quien todo lo hace de acuerdo a su voluntad.
Por último, el prefacio especial de la oración eucarística es otro resumen del testimonio bíblico de la Inmaculada Concepción de María. Revela a María como símbolo de la Iglesia, y promesa de su perfección: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque preservaste a la santísima Virgen María de toda mancha de pecado original, para preparar en ella, enriquecida con la plenitud de tu gracia, una digna madre para tu hijo y significar el nacimiento de su Esposa, la Iglesia, toda hermosa y sin mancha ni arruga. Pues purísima debía ser la Virgen que diera a luz a tu Hijo, el Cordero inocente que quita el pecado del mundo, y así a ella misma, para bien de todos, la preparabas como abogada para tu pueblo, modelo de gracia y de santidad” Prefacio de la oración eucarística, Liturgia de la Fiesta de la Inmaculada Concepción
La Liturgia de la celebración de la Inmaculada Concepción no es la única litúrgica que usa las imágenes bíblicas de María para presentar esta verdad sobre su carácter de madre de Dios. Todas las festividades marianas tienen su liturgia que utiliza las raíces bíblicas de la tradición y las enseñanzas de la Iglesia católica, para iluminar lo que la Iglesia cree sobre María. Esto es especialmente cierto en la fiesta de la Asunción, el cuarto dogma mariano.
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Da gracias a Dios por habernos dado a María. (Hazlo con tus propias palabras)
Medita un momento la vida de María, y en cómo nunca dejó de confiar en Dios a pesar de los momentos tan difíciles que pasó. Medita también en la Consagración: ¡Vas a ser esclavo de María!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…
En el en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
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