Religiosa africana con nacionalidad italiana que pasó de ser esclava a santa.
Desde muy pequeña fue secuestrada y vendida al mercado de esclavos, tuvo cinco amos y hasta el quinto amo, Bakhita tuvo la fortuna de ser bien recibida, tratada con dignidad y respeto: «Esta vez fui realmente afortunada – escribe Bakhita – porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me gustaba. No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad».
En 1888, ingresó al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia, tras ser aconsejada por las hermanas. Bakhita conoció a Dios y fue así como supo que Dios había permanecido en su corazón y le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud.
Recibió el bautismo, primera comunión y confirmación al mismo tiempo, el 9 de enero de 1890, por el Cardenal de Venecia. tomando el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada.
A los 39 años de edad, logró convertirse en una de las Hermanas del Orden; posteriormente fue trasladada a Venecia para trabajar limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres.
Al paso del tiempo la salud de Josefina fue empeorando al grado de postrarse a una silla de ruedas; para ella fue un tiempo de dolor. Falleció el 8 de de febrero de 1947 en Schio, pronunciando sus últimas palabras: ¡Madonna! ¡Madonna!
Canonizada por San Juan Pablo II el 1 de octubre del 2000, ha sido ejemplo para los católicos africanos pues su vida transmitió reconciliación y misericordia.
¡Santa Bakhita, ruega por nosotros!