Un sacrificio es una acción que requiere de un esfuerzo especial o inusual para ser completada, mientras que una mortificación es una acción que realizamos sobre nuestro propio cuerpo como reparación por nuestros pecados.
Ejemplo, los sacrificios pueden ser:
-Despertarse y levantarse más temprano de lo usual para hacer oración.
-Rezar el rosario (o algún sacramental) de manera diaria (si es que no lo hacemos).
-Leer un libro espiritual.
-Hacer Lectio Divina.
-No ver televisión.
-No escuchar música.
Mientras que mortificaciones pueden ser:
-Ayuno parcial diario (no comer hasta medio día u otra hora).
-Dormir sin almohada.
-Dormir en el piso.
-Bañarse con agua fría.
-No usar el transporte público y caminar ciertas distancias.
-Usar zapatos incomodos.
-Usar cilicio.
-No sentarse hasta la hora de dormir.
¡En esta Cuaresma podemos llevar a cabo alguno de estos ejemplos!
Ofrecer a Dios nuestros sacrificios y mortificaciones para el bien de nuestra alma, nos ayuda a ser más libres en Cristo pues nuestra voluntad se une a la suya, los ídolos/ apegos se van derrumbando porque se fortalece el musculo de la confianza, la fe y el abandono total a quien tiene el poder para reconstruir tu vida.
Te sugerimos que inicies poco a poco con acciones pequeñas, distingue a qué estás más apegado, identifica cuál es el pecado más recurrente y una vez identificado puedes combatirlo con una virtud contraria a él; acude constantemente al sacramento de la confesión, aliméntate de la Eucaristía; no seas tan severo contigo, ten paciencia en el proceso de la purificación de tu alma, esto conlleva tiempo y Dios es el más interesado en trabajar contigo para conseguirlo.
¡Escucha la canción «Extremo es tu Amor» de Grupo Emmanuel!
Te ayudará a reconocer tus debilidades para trabajar con ellas en este tiempo de conversión a través del sacrificio que hizo Jesucristo en la Cruz.