Consagración a San José: Día 25

SAN JOSÉ, GUARDIÁN DEL MISTERIO DE DIOS

Dirección:

Todos somos parte del plan de Dios para salvarnos. San Pablo nos explica este misterio de Dios: «Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. En él hemos sido redimidos por su sangre y hemos recibido el perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia, que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento. Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad, conforme al designio misericordioso que estableció de antemano en Cristo, para que se cumpliera en la plenitud de los tiempos: reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo» (cfr. Ef. 1, 3-10)

El “misterio” de la voluntad de Dios es su plan de salvación. Este plan se ha revelado en la plenitud de los tiempos con la venida de Cristo y el establecimiento de la Nueva Alianza. La voluntad de Dios es que el hombre tenga acceso a Dios Padre a través de Cristo, la Palabra hecha carne, por medio del Espíritu Santo y hacernos partícipes de la naturaleza divina: «Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu» (Ef. 2, 18)

Junto a María, San José es el primer guardián de este divino misterio. ¡Él es el guardián del mismo Cristo! Ser un guardián significa ser un defensor, protector o custodio. Como José, la Santísima Virgen María “protegió y defendió” el plan de Dios con su “Fiat”, con su “Sí”. A lo largo de la vida de Jesús, ella fue fiel al plan de Dios, especialmente en el Calvario y durante el evento de Pentecostés. ¡Lo mismo pasó con San José! Aunque la vida terrenal de José terminó antes de que el misterio de la Redención se completara, la fe de José apuntaba hacia la misma dirección: estuvo determinado por completo por el mismo misterio del que él, junto con María, fue el primer guardián.

La Encarnación y la Redención están unidas, y, a través de ellas: “el plan de revelación se lleva a cabo con palabras y acciones que están intrínsecamente unidas entre sí” (Juan Pablo II, Exortación apostólica Redemptoris Custos, 6)

Por esta unidad, el Papa Juan XXIII, gran devoto de San José, pidió que el nombre de José se insertara en el Canon Romano de la Misa (que es el memorial perpetuo de la redención) después del nombre de María y antes del nombre de los apóstoles, papas y mártires: «Con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos» (cfr. Plegaria Eucarística IV)

Como discípulos de Jesús, nosotros también somos llamados a ser guardianes del Misterio de Dios por medio de nuestra fe en las promesas de Dios y de la forma en que vivimos nuestras vidas. Es nuestra tarea luchar la batalla espiritual protegiendo la Verdad que ha sido revelada por Cristo y que hoy muchos intentan corromper.

La globalización, la secularización, el modernismo, el progresismo, comunismo y marxismo entre otros son ideologías que tratan de quitar a Dios de nuestras vidas. Es nuestro papel, con la ayuda de San José, desenmascarar las enseñanzas falsas y convertirnos en heraldos del Evangelio. Debemos estar preparados para comunicar la verdad del Evangelio cuando tengamos oportunidad y hacerlo con caridad.


Tarea de hoy: ¿Puedes identificar las enseñanzas falsas del mundo secular de hoy en día que nos alejan de las verdades de Dios? Identifica una que tal vez se haya infiltrado en tu pensamiento o en el de algún familiar. Pide la sabiduría para ver de nuevo a través de los ojos de la fe, busca recursos en una fuente católica confiable para equiparte con una respuesta de fe y así decir la verdad en amor.


Pidamos a San José que nos enseñe a ser defensores de Cristo y su Iglesia: San José, Guardián del Misterio de Dios, ora por mí para que pueda hacer lo que me corresponde y defienda el misterio de la Redención y lo proclame a aquellos que Cristo pone en mi camino. ¡Amén!


ORACIONES:  Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.


INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!


ESPÍRITU DE CRISTO

Espíritu de Cristo: despiértame; Espíritu de Cristo: muéveme; Espíritu de Cristo: lléname; Espíritu de Cristo: séllame. Oh, Padre Celestial, conságrame a tu Corazón y Voluntad; sé en mí una fuente de virtudes; sella mi alma como la tuya para que tu reflejo en mí sea una luz que todos vean. ¡Amén!


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotrosCristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenosCristo óyenos
Cristo escúchanosCristo escúchanos
Dios, Padre celestialTen misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundoTen misericordia de nosotros
Dios Espíritu SantoTen misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un sólo DiosTen misericordia de nosotros
Santa MaríaRuega por nosotros
San JoséRuega por nosotros
Ilustre descendiente de DavidRuega por nosotros
Luz de los PatriarcasRuega por nosotros
Esposo de la Madre de DiosRuega por nosotros
Casto guardián de la VirgenRuega por nosotros
Padre adoptivo del Hijo de DiosRuega por nosotros
Ferviente defensor de CristoRuega por nosotros
Jefe de la Sagrada FamiliaRuega por nosotros
José, justísimoRuega por nosotros
José. castísimoRuega por nosotros
José, prudentísimoRuega por nosotros
José, valentísimoRuega por nosotros
José, obedientísimoRuega por nosotros
José, fidelísimoRuega por nosotros
Espejo de pacienciaRuega por nosotros
Amante de la pobrezaRuega por nosotros
Modelo de los trabajadoresRuega por nosotros
Gloria de la vida domésticaRuega por nosotros
Custodio de las VírgenesRuega por nosotros
Pilar de las familiasRuega por nosotros
Consuelo de los afligidosRuega por nosotros
Esperanza de los enfermosRuega por nosotros
Patrón de los moribundosRuega por nosotros
Terror de los demoniosRuega por nosotros
Protector de la Santa IglesiaRuega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoPerdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoEscúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoTen piedad y misericordia de nosotros
Lo hizo Señor de su casay príncipe de todas sus posesiones.

Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!

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