SAN JOSÉ, TERROR DE LOS DEMONIOS
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Santa Faustina escribió en su diario acerca del terror que algunas personas sufren cuando están a punto de morir. En una ocasión, Jesús le pidió que lo ayude a salvar almas rezando el rosario de la Divina Misericordia para los pecadores moribundos. Ella escribió: “Me encontré a mí misma en una extraña cabaña en donde un anciano estaba muriendo en medio de grandes tormentos. Alrededor de la cama había una multitud de demonios y la familia que lloraba. Cuando comencé a orar, los espíritus de la oscuridad se fueron gruñendo y amenazándome. El alma se tranquilizó y llena de confianza, descansó en el Señor” Diario de la Misericordia 1798
Santa Faustina misma experimentó momentos de terror. Jesús la reprendió por esta razón diciéndole: “Me desagrada cuando un alma cede a terrores vanos. ¿Quién se va a atrever a tocarte si estás conmigo? Más querida es para Mí el alma que cree con firmeza en mi bondad y confía en Mí plenamente; le ofrezco Mi confianza y le doy todo lo que pide” Diario de la Misericordia 453
Más tarde, Santa Faustina supo a quién debía acudir para calmar sus miedos y unirse a Jesús, ¡a San José!: «San José me pidió tenerle una devoción constante. El mismo me dijo que rezara diariamente tres oraciones y el “Acuérdate” una vez al día. Me miró con gran bondad y me explicó lo mucho que está apoyando esta obra. Me prometió su especialísima ayuda y protección. Rezo diariamente las oraciones pedidas y siento su protección especial» Diario de la Misericordia 1203
La letanía de San José lo identifica con el título de “Terror de los Demonios” y con toda razón. Este hombre a quien Dios le confió la importante misión de cuidar y proteger a la Sagrada Familia recibió las gracias suficientes para vencer el miedo que imponen las fuerzas de la oscuridad.
Cuando te encuentres triste por las tribulaciones de la vida, recurre a San José. Él fue un hombre que en su vida terrenal nunca sucumbió a los “terrores vanos”. Se mantuvo firme en la fe, siempre en sintonía con la voluntad de Dios en su vida.
Desde el Cielo, él es el santo al que debemos acudir cuando las fuerzas que están fuera de nuestro control (como las fuerzas demoniacas) quieran desconcertarnos y jalarnos hacia la desesperación y la ruina.
Al final de nuestras vidas, mucha gente es susceptible a la desesperación. San José, Terror de los demonios, aplastará esa desesperación y todo lo que se interponga a la esperanza que encontramos en Cristo Resucitado. Desde el Cielo, este hombre fuerte, humilde y sereno, nos guiará a la paz de Jesús.
Tarea de hoy: Escribe en un papel especial el versículo de Isaías 41, 10 y ponlo en un lugar que sirva como recordatorio diario para que no olvides invitar a San José a orar por ti en los momentos de miedo profundo, y no caigas en la desesperación, sino que, con confianza plena, te pongas en las manos de Dios.
Recordemos siempre lo que dice el Señor: «No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa” Is. 41, 10
Estamos en medio de una batalla espiritual contra la serpiente y su simiente. Pidamos la protección de San José en los ataques del enemigo: San José, Terror de los demonios, protégenos. ¡Amén!
ORACIONES: Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.
INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
ACORDAOS, SAN JOSÉ
¡Acuérdate! Oh, purísimo esposo de la Virgen María y dulce protector mío, San José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han invocado tu protección e implorado tu ayuda haya quedado sin consuelo. Con esta confianza, vengo a tu presencia y me encomiendo fervorosamente a tu bondad. Oh, padre adoptivo del Redentor, escucha mi oración y no desatiendas mis súplicas, antes bien, acógelas con compasión y dígnate socorrerme en mi necesidad. ¡Amén!
LETANÍAS DE SAN JOSÉ
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo, ten piedad de nosotros | Cristo, ten piedad de nosotros |
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo óyenos | Cristo óyenos |
Cristo escúchanos | Cristo escúchanos |
Dios, Padre celestial | Ten misericordia de nosotros |
Dios Hijo, Redentor del mundo | Ten misericordia de nosotros |
Dios Espíritu Santo | Ten misericordia de nosotros |
Santísima Trinidad, un sólo Dios | Ten misericordia de nosotros |
Santa María | Ruega por nosotros |
San José | Ruega por nosotros |
Ilustre descendiente de David | Ruega por nosotros |
Luz de los Patriarcas | Ruega por nosotros |
Esposo de la Madre de Dios | Ruega por nosotros |
Casto guardián de la Virgen | Ruega por nosotros |
Padre adoptivo del Hijo de Dios | Ruega por nosotros |
Ferviente defensor de Cristo | Ruega por nosotros |
Jefe de la Sagrada Familia | Ruega por nosotros |
José, justísimo | Ruega por nosotros |
José. castísimo | Ruega por nosotros |
José, prudentísimo | Ruega por nosotros |
José, valentísimo | Ruega por nosotros |
José, obedientísimo | Ruega por nosotros |
José, fidelísimo | Ruega por nosotros |
Espejo de paciencia | Ruega por nosotros |
Amante de la pobreza | Ruega por nosotros |
Modelo de los trabajadores | Ruega por nosotros |
Gloria de la vida doméstica | Ruega por nosotros |
Custodio de las Vírgenes | Ruega por nosotros |
Pilar de las familias | Ruega por nosotros |
Consuelo de los afligidos | Ruega por nosotros |
Esperanza de los enfermos | Ruega por nosotros |
Patrón de los moribundos | Ruega por nosotros |
Terror de los demonios | Ruega por nosotros |
Protector de la Santa Iglesia | Ruega por nosotros |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Perdónanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Escúchanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Ten piedad y misericordia de nosotros |
Lo hizo Señor de su casa | y príncipe de todas sus posesiones. |
Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!