SAN JOSÉ, CUSTODIO DE LAS VIRGENES
Dirección:
Dios nos llama a la pureza profunda. Las Escrituras están llenas de llamados de Dios para ser santos:
“Sean santos porque Yo soy santo” (Lev. 11, 44b)
“Sean ustedes santos como su Padre celestial es santo” (Mateo 5, 48)
Nuestro bueno y amoroso Dios está consciente del reto que es para nosotros ser santos porque Él es santo. Él entiende y se compadece de nuestra naturaleza caída y nos envía gracias abundantes para que superemos las tentaciones de este mundo transitorio.
En San José, Dios nos ofrece una excelente ilustración de pureza personal. Nuestro Padre celestial escogió al virtuoso San José para ser el guardián de la pureza de la preciada Sagrada Familia.
Bajo el título de “Custodio de las vírgenes”, San José nos ofrece un gran ejemplo del valor de la castidad. A través de su santa intercesión tenemos un magnifico canal de gracia disponible para ayudarnos a superar los muchísimos obstáculos que enfrentamos día con día para vivir en la virtud.
Debido a su pureza y vocación, a José se le confió también continuar con su misión de proteger a los puros de Dios y a la integridad de la familia. Este poder de Dios fluye a través de él como recompensa de su fidelidad perfecta. Todo el clero, los religiosos y las familias deben de recurrir a este poderoso intercesor.
Así como la cruz tiene cuatro brazos, hay cuatro áreas particulares de castidad a las que estamos llamados: la del cuerpo, mente, corazón y espíritu.
Un pensamiento cristiano dice que la humildad es la escalera a la santidad, y la pureza es el elevador: «¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor y permanecer en su recinto sagrado? El que tiene las manos limpias y puro el corazón; el que no rinde culto a los ídolos ni jura falsamente: él recibirá la bendición del Señor, la recompensa de Dios, su salvador» (Sal. 24, 3-5)
Aceptar el reto de la pureza personal es una cruz que todos cargamos, pero no es imposible. Dios promete purificarnos: «Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus
ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes» (Ez. 36, 25-27)
A medida en que nos esforzamos por vencer las tentaciones del mundo, busquemos la asistencia del purísimo Corazón de San José y junto con él, pidámosle a Dios como el Rey David: “Crea en mí, oh, Señor, un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme” (Sal. 51, 12)
Tarea de hoy: Si te es posible, reúnete a orar con una persona en la que puedas confiar y hablar francamente si tienes dificultad en alguna de estas áreas de pureza para obtener libertad. Decide entregar cualquier tentación en contra de la pureza a San José y a María cuando estas sucedan.
Que San José sea el guardián de nuestra pureza: San José, custodio de las vírgenes, que yo pueda con tu ayuda, vivir como discípulo de Cristo con pureza de cuerpo, mente, corazón y espíritu todos los días de mi vida. ¡Amén!
ORACIONES: Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.
INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
ACORDAOS, SAN JOSÉ
¡Acuérdate! Oh, purísimo esposo de la Virgen María y dulce protector mío, San José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han invocado tu protección e implorado tu ayuda haya quedado sin consuelo. Con esta confianza, vengo a tu presencia y me encomiendo fervorosamente a tu bondad. Oh, padre adoptivo del Redentor, escucha mi oración y no desatiendas mis súplicas, antes bien, acógelas con compasión y dígnate socorrerme en mi necesidad. ¡Amén!
LETANÍAS DE SAN JOSÉ
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo, ten piedad de nosotros | Cristo, ten piedad de nosotros |
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo óyenos | Cristo óyenos |
Cristo escúchanos | Cristo escúchanos |
Dios, Padre celestial | Ten misericordia de nosotros |
Dios Hijo, Redentor del mundo | Ten misericordia de nosotros |
Dios Espíritu Santo | Ten misericordia de nosotros |
Santísima Trinidad, un sólo Dios | Ten misericordia de nosotros |
Santa María | Ruega por nosotros |
San José | Ruega por nosotros |
Ilustre descendiente de David | Ruega por nosotros |
Luz de los Patriarcas | Ruega por nosotros |
Esposo de la Madre de Dios | Ruega por nosotros |
Casto guardián de la Virgen | Ruega por nosotros |
Padre adoptivo del Hijo de Dios | Ruega por nosotros |
Ferviente defensor de Cristo | Ruega por nosotros |
Jefe de la Sagrada Familia | Ruega por nosotros |
José, justísimo | Ruega por nosotros |
José. castísimo | Ruega por nosotros |
José, prudentísimo | Ruega por nosotros |
José, valentísimo | Ruega por nosotros |
José, obedientísimo | Ruega por nosotros |
José, fidelísimo | Ruega por nosotros |
Espejo de paciencia | Ruega por nosotros |
Amante de la pobreza | Ruega por nosotros |
Modelo de los trabajadores | Ruega por nosotros |
Gloria de la vida doméstica | Ruega por nosotros |
Custodio de las Vírgenes | Ruega por nosotros |
Pilar de las familias | Ruega por nosotros |
Consuelo de los afligidos | Ruega por nosotros |
Esperanza de los enfermos | Ruega por nosotros |
Patrón de los moribundos | Ruega por nosotros |
Terror de los demonios | Ruega por nosotros |
Protector de la Santa Iglesia | Ruega por nosotros |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Perdónanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Escúchanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Ten piedad y misericordia de nosotros |
Lo hizo Señor de su casa | y príncipe de todas sus posesiones. |
Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!