SAN JOSÉ, GLORIA DE LA VIDA DOMÉSTICA
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El libro de los proverbios dice: “Instruye al niño en el camino que debe andar y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Proverbios 22, 6)
Decir que San José es la gloria de la vida doméstica, es decir que en él vemos el mejor ejemplo de cómo un hombre puede transformar grandemente la vida del hogar. Hay cierto esplendor y honor en el hogar cuando está ordenado de manera adecuada y guiado por el ejemplo paternal de San José.
Para muchas personas la familia doméstica es algo secundario. La mayoría creen que deben trabajar duro para proveer las necesidades materiales de sus familias, sin embargo, los hombres y mujeres católicos tienen la responsabilidad de construir la Iglesia doméstica, es decir, la familia, que es el cuerpo más pequeño de creyentes en Cristo. ¡Nuestra familia es más importante que cualquier cosa!
Las familias son la Iglesia universal, pero en pequeño. Una familia cristiana es un hogar en donde la vida de sus miembros está completamente centrada en el señorío de Jesucristo; en donde los padres, como discípulos de Jesús, toman su papel de líderes para hacer de sus hijos, discípulos. ¿Cómo un padre o una madre puede asegurarse de esto si pasa la mayor parte del tiempo fuera de la casa?
Muchos lugares de trabajo no se preocupan especialmente por dar tiempo libre y tiempo de familia. Pero los padres de familia que están “entre la espada y la pared” no deben avergonzarse. El equilibrio entre la vida y el trabajo es difícil, sin embargo, como discípulos de Cristo, nosotros no solo operamos con medios materiales y terrenales, sino que contamos con la gracia para perfeccionar la naturaleza y con lo sobrenatural para transformar lo natural.
Siguiendo el modelo de San José podemos encontrar una manera de unir nuestro trabajo y nuestra vida familiar.
Debemos preguntarnos a nosotros mismos, ¿qué sacrificios podemos hacer como esposos y padres para pasar más tiempo con la familia? En la mayoría de los casos podemos encontrar formas de reorientar nuestro dinero y abstenernos de hábitos costosos para optimizar nuestros recursos. Si somos honestos con nosotros mismos, podemos hacer más y mayores sacrificios por el bien de nuestra vida familiar y ser más generosos con Dios.
El tiempo nunca vuelve. Lo que no viviste con tu cónyuge e hijos hoy, no lo podrás vivir mañana. Por eso la Iglesia siempre ha dado prioridad al amor de las familias y a un tiempo de calidad entre ellos, más allá del trabajo y otras responsabilidades.
Tarea de hoy: Pregúntale a Dios qué le parece la forma en que estás distribuyendo tu tiempo, actividades y recursos para formar a tu familia en Iglesia doméstica; hablen como familia sobre lo que sientes sobre ello.
Para los sacerdotes y consagrados: pídele a Dios que te enseñe cómo puedes apoyar mejor a las familias de tu parroquia para que vivan como Iglesia doméstica.
Pidámosle a San José que sea cabeza de nuestra familia: San José, gloria de la vida doméstica, tú te enfrentaste con la responsabilidad de proveer las necesidades para la vida de Jesús y María. Baja tu mirada con compasión paternal sobre mí para que pueda recibir la gracia de construir la Iglesia doméstica en mi hogar y guiar a mi familia por el camino del discipulado. ¡Amén!
ORACIONES: Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.
INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
ACORDAOS, SAN JOSÉ
¡Acuérdate! Oh, purísimo esposo de la Virgen María y dulce protector mío, San José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han invocado tu protección e implorado tu ayuda haya quedado sin consuelo. Con esta confianza, vengo a tu presencia y me encomiendo fervorosamente a tu bondad. Oh, padre adoptivo del Redentor, escucha mi oración y no desatiendas mis súplicas, antes bien, acógelas con compasión y dígnate socorrerme en mi necesidad. ¡Amén!
LETANÍAS DE SAN JOSÉ
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo, ten piedad de nosotros | Cristo, ten piedad de nosotros |
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo óyenos | Cristo óyenos |
Cristo escúchanos | Cristo escúchanos |
Dios, Padre celestial | Ten misericordia de nosotros |
Dios Hijo, Redentor del mundo | Ten misericordia de nosotros |
Dios Espíritu Santo | Ten misericordia de nosotros |
Santísima Trinidad, un sólo Dios | Ten misericordia de nosotros |
Santa María | Ruega por nosotros |
San José | Ruega por nosotros |
Ilustre descendiente de David | Ruega por nosotros |
Luz de los Patriarcas | Ruega por nosotros |
Esposo de la Madre de Dios | Ruega por nosotros |
Casto guardián de la Virgen | Ruega por nosotros |
Padre adoptivo del Hijo de Dios | Ruega por nosotros |
Ferviente defensor de Cristo | Ruega por nosotros |
Jefe de la Sagrada Familia | Ruega por nosotros |
José, justísimo | Ruega por nosotros |
José. castísimo | Ruega por nosotros |
José, prudentísimo | Ruega por nosotros |
José, valentísimo | Ruega por nosotros |
José, obedientísimo | Ruega por nosotros |
José, fidelísimo | Ruega por nosotros |
Espejo de paciencia | Ruega por nosotros |
Amante de la pobreza | Ruega por nosotros |
Modelo de los trabajadores | Ruega por nosotros |
Gloria de la vida doméstica | Ruega por nosotros |
Custodio de las Vírgenes | Ruega por nosotros |
Pilar de las familias | Ruega por nosotros |
Consuelo de los afligidos | Ruega por nosotros |
Esperanza de los enfermos | Ruega por nosotros |
Patrón de los moribundos | Ruega por nosotros |
Terror de los demonios | Ruega por nosotros |
Protector de la Santa Iglesia | Ruega por nosotros |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Perdónanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Escúchanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Ten piedad y misericordia de nosotros |
Lo hizo Señor de su casa | y príncipe de todas sus posesiones. |
Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!