Consagración a San José: Día 12

SAN JOSÉ, OBEDIENTÍSIMO

Dirección:

La obediencia requiere confianza. La falta de confianza por parte de nuestros primeros padres (Adán y Eva) provocó que la humanidad sucumbiera al pecado. En el Jardín del Edén, el demonio infundió dudas en sus mentes sobre lo que el Señor les había dicho y los engañó para que desobedecieran a Dios: «Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte. La serpiente dijo a la mujer: No, no morirán» (Gen. 3, 3b-4)

El diablo convenció a Adán y Eva de que Dios es un mentiroso. Desde entonces, la humanidad ha tenido dificultad para confiar y obedecer a Dios.

En la cultura de hoy la obediencia es, en gran medida, malentendida. Mucha gente cree que la obediencia limita su libertad, porque para ellos la libertad significa la habilidad de hacer lo que ellos quieran sin límites. Los confundidos piensan que la libertad es siempre “de algo”, pero para nosotros los cristianos, la libertad es siempre “para algo”.

El entendimiento bíblico cristiano de libertad es la capacidad y habilidad para obedecer a Dios.

Aunque parezca extraño, podemos ser libres siendo obedientes, porque al obedecer a Dios, realmente estamos siendo libres al convertirnos cada uno de nosotros en la persona para la cual nos creó Dios. La misma naturaleza que Él nos ha dado se perfecciona por medio de la obediencia liberadora de la fe.

En San José tenemos un modelo alentador de obediencia. Él siguió los designios de Dios a través del anuncio del Ángel. José, siendo descendiente del rey David, vivió la vida humilde de un carpintero; al desposarse con la joven Virgen María, tenía asegurada una vida futura común, pero bella: un trabajo estable, una esposa amorosa, una existencia sencilla. Pero el Señor le cambió los planes al recibir el llamado de ser el padre terrenal de Dios mismo.

Pudo haber dicho que no, pero aceptó el anuncio del Ángel: viajó a Belén, al nacer Jesús se instaló un lugar para vivir, esperó que Dios le hiciera saber lo que seguía en su vida. Después de cierto tiempo el Ángel volvió a anunciarle el plan de Dios y José con su familia escapó a Egipto. En un tercer anuncio del Mensajero de Dios, José regresó a su tierra, pero no a Belén de donde él era originario, sino a Nazaret. ¿Cuántas veces Dios nos cambia los planes de esa manera? Pero está en nosotros aceptar o no su Voluntad.

En nuestras vidas, algunas veces tratamos de exigirle a Dios que haga lo que nosotros queremos. Preferimos acomodar nuestra voluntad frente a la de Dios y ponemos condiciones en cuanto a lo que esperamos de Él. Sin embargo, incluso con nuestros intentos por frustrar sus planes, Él continúa guiando nuestras vidas.

Entre más peleemos contra la Voluntad y providencia de Dios, más nos tardaremos en ser verdaderamente felices. Dios tiene un plan para nosotros y lo mejor que podemos hacer es escucharlo y aceptarlo. Él sabe lo que nos hará felices, aunque parezca lo contrario.


Tarea de hoy: Identifica un área en tu vida en donde te resistas a obedecer la voluntad de Dios. Ora a San José para que tu confianza aumente y puedas experimentar la verdadera libertad que proviene de la obediencia a Dios.


Acudamos a San José para convertirnos en hijos obedientes y valientes: Obedientísimo San José, ayúdame a examinar mi vida para descubrir lo que me impide confiar y obedecer a Dios de forma plena. Ora por mí para que tenga un corazón humilde y ceda a los designios de Dios en todo momento. ¡Amén!


ORACIONES:  Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.


INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!


ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, que yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y haga para que todo sea para la gloria de Dios. ¡Amén!


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotrosCristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotrosSeñor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenosCristo óyenos
Cristo escúchanosCristo escúchanos
Dios, Padre celestialTen misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundoTen misericordia de nosotros
Dios Espíritu SantoTen misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un sólo DiosTen misericordia de nosotros
Santa MaríaRuega por nosotros
San JoséRuega por nosotros
Ilustre descendiente de DavidRuega por nosotros
Luz de los PatriarcasRuega por nosotros
Esposo de la Madre de DiosRuega por nosotros
Casto guardián de la VirgenRuega por nosotros
Padre adoptivo del Hijo de DiosRuega por nosotros
Ferviente defensor de CristoRuega por nosotros
Jefe de la Sagrada FamiliaRuega por nosotros
José, justísimoRuega por nosotros
José. castísimoRuega por nosotros
José, prudentísimoRuega por nosotros
José, valentísimoRuega por nosotros
José, obedientísimoRuega por nosotros
José, fidelísimoRuega por nosotros
Espejo de pacienciaRuega por nosotros
Amante de la pobrezaRuega por nosotros
Modelo de los trabajadoresRuega por nosotros
Gloria de la vida domésticaRuega por nosotros
Custodio de las VírgenesRuega por nosotros
Pilar de las familiasRuega por nosotros
Consuelo de los afligidosRuega por nosotros
Esperanza de los enfermosRuega por nosotros
Patrón de los moribundosRuega por nosotros
Terror de los demoniosRuega por nosotros
Protector de la Santa IglesiaRuega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoPerdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoEscúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundoTen piedad y misericordia de nosotros
Lo hizo Señor de su casay príncipe de todas sus posesiones.

Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!

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