SAN JOSÉ, OBEDIENTÍSIMO
Dirección:
La obediencia requiere confianza. La falta de confianza por parte de nuestros primeros padres (Adán y Eva) provocó que la humanidad sucumbiera al pecado. En el Jardín del Edén, el demonio infundió dudas en sus mentes sobre lo que el Señor les había dicho y los engañó para que desobedecieran a Dios: «Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte. La serpiente dijo a la mujer: No, no morirán» (Gen. 3, 3b-4)
El diablo convenció a Adán y Eva de que Dios es un mentiroso. Desde entonces, la humanidad ha tenido dificultad para confiar y obedecer a Dios.
En la cultura de hoy la obediencia es, en gran medida, malentendida. Mucha gente cree que la obediencia limita su libertad, porque para ellos la libertad significa la habilidad de hacer lo que ellos quieran sin límites. Los confundidos piensan que la libertad es siempre “de algo”, pero para nosotros los cristianos, la libertad es siempre “para algo”.
El entendimiento bíblico cristiano de libertad es la capacidad y habilidad para obedecer a Dios.
Aunque parezca extraño, podemos ser libres siendo obedientes, porque al obedecer a Dios, realmente estamos siendo libres al convertirnos cada uno de nosotros en la persona para la cual nos creó Dios. La misma naturaleza que Él nos ha dado se perfecciona por medio de la obediencia liberadora de la fe.
En San José tenemos un modelo alentador de obediencia. Él siguió los designios de Dios a través del anuncio del Ángel. José, siendo descendiente del rey David, vivió la vida humilde de un carpintero; al desposarse con la joven Virgen María, tenía asegurada una vida futura común, pero bella: un trabajo estable, una esposa amorosa, una existencia sencilla. Pero el Señor le cambió los planes al recibir el llamado de ser el padre terrenal de Dios mismo.
Pudo haber dicho que no, pero aceptó el anuncio del Ángel: viajó a Belén, al nacer Jesús se instaló un lugar para vivir, esperó que Dios le hiciera saber lo que seguía en su vida. Después de cierto tiempo el Ángel volvió a anunciarle el plan de Dios y José con su familia escapó a Egipto. En un tercer anuncio del Mensajero de Dios, José regresó a su tierra, pero no a Belén de donde él era originario, sino a Nazaret. ¿Cuántas veces Dios nos cambia los planes de esa manera? Pero está en nosotros aceptar o no su Voluntad.
En nuestras vidas, algunas veces tratamos de exigirle a Dios que haga lo que nosotros queremos. Preferimos acomodar nuestra voluntad frente a la de Dios y ponemos condiciones en cuanto a lo que esperamos de Él. Sin embargo, incluso con nuestros intentos por frustrar sus planes, Él continúa guiando nuestras vidas.
Entre más peleemos contra la Voluntad y providencia de Dios, más nos tardaremos en ser verdaderamente felices. Dios tiene un plan para nosotros y lo mejor que podemos hacer es escucharlo y aceptarlo. Él sabe lo que nos hará felices, aunque parezca lo contrario.
Tarea de hoy: Identifica un área en tu vida en donde te resistas a obedecer la voluntad de Dios. Ora a San José para que tu confianza aumente y puedas experimentar la verdadera libertad que proviene de la obediencia a Dios.
Acudamos a San José para convertirnos en hijos obedientes y valientes: Obedientísimo San José, ayúdame a examinar mi vida para descubrir lo que me impide confiar y obedecer a Dios de forma plena. Ora por mí para que tenga un corazón humilde y ceda a los designios de Dios en todo momento. ¡Amén!
ORACIONES: Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.
INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, ilumina mi corazón, para ver las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi mente, para conocer las cosas que son de Dios; Ven Espíritu Santo, dentro de mi alma, que yo le pertenezco solamente a Dios; Santifica todo lo que yo piense, diga y haga para que todo sea para la gloria de Dios. ¡Amén!
LETANÍAS DE SAN JOSÉ
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo, ten piedad de nosotros | Cristo, ten piedad de nosotros |
Señor, ten piedad de nosotros | Señor, ten piedad de nosotros |
Cristo óyenos | Cristo óyenos |
Cristo escúchanos | Cristo escúchanos |
Dios, Padre celestial | Ten misericordia de nosotros |
Dios Hijo, Redentor del mundo | Ten misericordia de nosotros |
Dios Espíritu Santo | Ten misericordia de nosotros |
Santísima Trinidad, un sólo Dios | Ten misericordia de nosotros |
Santa María | Ruega por nosotros |
San José | Ruega por nosotros |
Ilustre descendiente de David | Ruega por nosotros |
Luz de los Patriarcas | Ruega por nosotros |
Esposo de la Madre de Dios | Ruega por nosotros |
Casto guardián de la Virgen | Ruega por nosotros |
Padre adoptivo del Hijo de Dios | Ruega por nosotros |
Ferviente defensor de Cristo | Ruega por nosotros |
Jefe de la Sagrada Familia | Ruega por nosotros |
José, justísimo | Ruega por nosotros |
José. castísimo | Ruega por nosotros |
José, prudentísimo | Ruega por nosotros |
José, valentísimo | Ruega por nosotros |
José, obedientísimo | Ruega por nosotros |
José, fidelísimo | Ruega por nosotros |
Espejo de paciencia | Ruega por nosotros |
Amante de la pobreza | Ruega por nosotros |
Modelo de los trabajadores | Ruega por nosotros |
Gloria de la vida doméstica | Ruega por nosotros |
Custodio de las Vírgenes | Ruega por nosotros |
Pilar de las familias | Ruega por nosotros |
Consuelo de los afligidos | Ruega por nosotros |
Esperanza de los enfermos | Ruega por nosotros |
Patrón de los moribundos | Ruega por nosotros |
Terror de los demonios | Ruega por nosotros |
Protector de la Santa Iglesia | Ruega por nosotros |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Perdónanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Escúchanos, Señor |
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo | Ten piedad y misericordia de nosotros |
Lo hizo Señor de su casa | y príncipe de todas sus posesiones. |
Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!