1 de noviembre: Solemnidad de todos los santos.

«Después de esto vi un gentío inmenso, imposible de contar, de toda nación y raza, pueblo y lengua, que estaban de pie delante del trono y del Cordero, con vestiduras blancas y con palmas en sus manos, y gritaban con voz poderosa: ¿Quién salva fuera de nuestro Dios que se sienta en el trono y del Cordero?». (Apocalipsis 7, 9- 10)

Celebramos a los millones de justos que fueron fieles a Jesús en la Tierra, y entre ellos están muchos de los nuestros; parientes, amigos, personas a las que conocimos y que ya están en el Cielo adorándolo e intercediendo por nosotros. Son aquellos quienes, habiendo necesitado o no, pasar por el purgatorio, ya están en la presencia de Dios, contemplando su rostro, cantando con alegría, gozándose del Rey vivo, Jesús nuestro salvador.

Los santos «canonizados» oficialmente por la Iglesia Católica , son santos de altar o estampitas, mostraron en vida su amor por Cristo, antepusieron a Dios más que sus propios placeres; nos dejan que con fe, perseverancia, sacrificios y amor se puede tener una vida santa.

También, celebramos a aquellos que no fueron canonizados, santos que Jesús se reserva sólo para Él, que no son grandemente conocidos ni venerados en la Tierra.

Hoy es la fiesta de lo que todos estamos llamados a ser: ¡Los santos de Dios!

«Gocémonos todos en el Señor, al celebrar esta fiesta en honor de todos los Santos, de cuya solemnidad se alegran los Ángeles, y ensalzan al Hijo de Dios»

¡Estamos llamados a la santidad!

Este día es propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.

¿Cómo puedo ser santo? Un santo es aquella persona que se levanta todas las veces que cae, es quien permite a Dios hacer su voluntad en su vida, a pesar de las tribulaciones mantiene viva la esperanza en aquel que le ha concedido todo; se permite el proceso de purificación a través del sacramento de la confesión, de mantener una vida llena de sacramentos como recibir la santa comunión en la misa, obrar con pureza de intención.

Cabe destacar que no es un ser perfecto sino es aquel que en su «imperfección» anhela ser purificado para unirse plenamente con Dios.

¡Feliz día de todos los santos!

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