Nos dice el Papa Francisco: «El corazón de Cristo es la ternura de Dios, «¿Cómo voy a entregarte?, ¿cómo te voy a abandonar? Cuando estás solo, desorientado, perdido, venid a Mí que Yo te voy a salvar, Yo te voy a consolar» (Homilía del Papa Francisco el viernes 12 de junio de 2015)
Esta devoción ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. Por eso Jesús le dice a Santa Faustina: «La llaga de mi Corazón es la fuente de la misericordia sin límites; de esta fuente brotan todas las Gracias para las almas.» (Diario de Santa Faustina #1190)
Jesús, en el mes de mayo de 1673, le dio a Santa Margarita María de Alacoque varias promesas para aquellas almas devotas a su Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida (para ser Santos, cualquiera que sea nuestra vocación)
2. Les daré paz a sus familias (que tanto necesitamos hoy)
3. Los consolaré en todas sus penas (una promesa especialísima)
4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones en todo lo que hagan.
6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.
Todas estas promesas de Jesús tienen un motivo: Él quiere que pertenezcamos solamente a Él.
Consagración al Sagrado Corazón de Jesús según Santa Margarita María Alacoque:
Me entrego y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesús Cristo, mi persona y vida, acciones, penas y sufrimientos para que utilice mi cuerpo solo para honrar, amar y glorificar al Sagrado Corazón.
Este es mi propósito definitivo, único, ser todo de Él, y hacer todo por amor a Él, y al mismo tiempo renunciar con todo mi corazón cualquier cosa que no le complace, además tomarte, Oh Sagrado Corazón, para que seas el único objeto de mi amor, el guardián de mi vida, mi seguro de salvación, el remedio para mis debilidades e inconstancia, la solución a los errores de mi vida y mi refugio seguro a la hora de la muerte.
Sé pues, Oh Corazón de Bondad, mi intercesor ante Dios Padre, y líbrame de su sabia ira. Oh Corazón de amor, pongo toda mi confianza en ti, temo mis debilidades y fallas, pero tengo esperanza en tu Divinidad y Bondad.
Quita de mí todo lo que esta mal y todo lo que provoque que no haga tu santa voluntad, permite a tu amor puro a que se imprima en lo más profundo de mi corazón, para que yo no me olvide ni separe de ti.
Que yo obtenga de tu amada bondad la gracia de tener mi nombre escrito en Tu corazón, para depositar en ti toda mi felicidad y gloria, vivir y morir en bondad tuya. Amén.
¡Dios los bendiga!