Miércoles santo: ¿Acaso soy yo, Maestro?

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¿Acaso seré yo el traidor? 

Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.

¡Te imaginas cómo se sintió Judas al saber que él era el traidor! 

Ahora, hagamos a Dios esa misma pregunta (¿Acaso seré yo el traidor?) cuál seria su respuesta.

Sin duda alguna la respuesta sería: «Tú lo has dicho».

No sólo Judas es el único traidor de los seguidores de Jesús, muchos de nosotros hemos llevado nuevamente a la Cristo ante la Cruz;  nuestros actos de infidelidad son los que nos alejan constantemente de alimentarnos del alimento real; el cuerpo y sangre de Jesús.

En este miércoles santo, reflexionemos sobre las veces que hemos traicionado la confianza de Dios a través de lo que nos ha encomendado como la familia, servicio o ministerio dentro de la Iglesia, tu trabajo, el hogar, tu matrimonio, tu empresa, tus hijos, y todo aquello en lo que te has visto involucrado.

 ¿Has sido fiel a la promesa que realizaste el día de tu boda?, ¿has sido negligente en tu trabajo?, ¿cuidas de la vida que Dios te ha confiado?, ¿respetas a tus prójimos?, ¿pagas justamente el trabajo de tus empleados?, ¿has guardado los secretos que te han confiado?, ¿diriges con paciencia y amor tu servicio a Dios?, ¿das testimonio ferviente en tu Iglesia?

Muchas son las circunstancias que nos pueden orillar a traicionarnos a nosotros mismos, a los demás y en especial a Dios.

Reconozcamos las ocasiones de traición a Cristo, a la Santísima Virgen María, al Espíritu Santo; pidamos al Señor nos conceda un nuevo corazón, lleno de intenciones con el fin de custodiar nuestra alma y la de los demás.

Lee la lectura del evangelio correspondiente al día, reflexiona a la luz del Espíritu Santo y escucha la voz de Dios; recuerda que Él siempre tiene algo que decirte:

Evangelio según san Mateo (Mt 26, 14-25)

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?” Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’ ”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.

Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús. 

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