Martes santo: La traición de Judas Iscariote y la negación de Pedro.

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En este día de la Semana mayor reflexionemos sobre las veces que hemos traicionado a Cristo con nuestros pecados, deseos y grandes debilidades.

De acuerdo al evangelio del día, notamos que Judas Iscariote se dejo gobernar por la avaricia, invadido por el miedo traicionó con un beso en la mejilla a Jesús.

Es la ceguera en nuestros ojos, en el corazón y en el alma que cometemos traiciones que muchas veces nos justificamos ante los demás con sólo dar un “beso en la mejilla”, teniendo como consecuencia una muerte espiritual, ahora muestres físicas con el aborto por tan sólo “30 monedas de plata” argumentos momentáneos y fáciles.

Judas nos da claro ejemplo de lo rápido que las pasiones y deseos se nos van de las manos, pues en cuanto obtuvo lo prometido por los ancianos del sanedrín, huyo rápidamente encontrándose en su camino con la soga que lo llevaría a la muerte.

Dios nos invita en esta Semana Santa al sacramento de la confesión para unirnos nuevamente a Él para disfrutar de su amor eterno.

Realiza tu examen de conciencia, escribe las veces que te has traicionado a ti mismo, a Dios y a tus seres amados; en oración preséntale a Jesús tu arrepentimiento.

Evangelio según san Juan

Jn 13, 21-33. 36-38

En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?” Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.

Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.

Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’ ”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde”. Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Con qué darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces”.

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús. 

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