¿Qué es el amor según la biblia?

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¿Qué es el amor?

 El amor es paciente, es servicial, no es envidioso, no es presumido, no es vanidoso, no es mal educado, no es egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra por la injusticia, se alegra por la verdad, disculpa todo, cree todo, espera todo, aguanta todo, el amor, ¡Jamas se acaba!

Lamentablemete el mundo nos ha distorcionado el concepto de lo qué es el amor, tendemos a creer que sólo cae en la parte del romanticismo, y sí es cierto es parte del amor pero no lo es todo.

¡El modelo perfecto de amor es Dios, lo mostró en su entrega en la Cruz!

Quiero destacar que el amor no es soportar violencia física y psicológica, críticas recurrentes, golpes, manipulación, infidelidades constantes, robo, abuso, ni ningún acto en contra de tu voluntad y en contra de tu salud mental, física y espiritual.

-El amor verdadero es paciente: Virtud que se destaca en tenerle paciencia a tu pareja, a tus hijos, amigos, o todo aquel que te rodea; viendo en esa persona las cualidades que le destacan y que posiblemente te desesperas por qué no son como quisieras.

-Un amor servicial: Proviene del deseo del alma querer servir al otro sin el afán de recibir, si la intención es esa, es necesario pulir al corazón. El servicio nos lleva a salir de nosotros mismos, de entregarnos al otro y dejar el egoísmo. Sólo con el servicio aprendemos a sentir una felicidad plena pues nuestra intención es ver sonreír a nuestros seres amados y ojo, más a quienes creemos que son nuestros enemigos.

-No es envidioso: ¿Por qué esta persona tiene más que yo?, ¿el/ ella no merecen ser feliz?, ¿por qué Dios les concede más cosas si no van a la Iglesia y ni creyentes son?, ¡mi pareja siempre está sonriendo a pesar del sufrimiento que me ha causado!

Pensamientos así sólo consumen y queman nuestra alma sin olvidar que estamos de manera inconsciente deseando mal al prójimo, identifica qué pensamientos de envidia te rodean y entrégaselos a Dios; recuerda que la envidia no es amor y que sólo provoca rencor.

-No es presumido: “No lo digas a nadie”. ¿Hiciste una obra de caridad? ¡Guarda silencio!

Presumir desenfocará tu intención, todo aquello que haces por amor debe ser guardado en tu corazón como un tesoro invaluable, a veces pasa que el reconocimiento quiere ser expuesto con la finalidad de ser reconocidos, que hacemos todo excelente y dar una imagen falsa. Pasa tu vida haciendo el bien, Dios ve y conoce tu intención de cada acto tuyo, Él sabrá apoyarte.

-No es vanidoso: Sucede que el orgullo anhela el reconocimiento de los demás y sino se obtiene se tiende a exagerar los méritos de nuestros actos. El exceso de querer ser reconocido disminuye el atender las necesidades del que está enfrente de nosotros, buscamos ser atendidos sin pensar que el otro también sufre, que quiere ser escuchado y busca de nuestra ayuda.

Dejemos de ponerle tanta cereza a nuestro pastel para obtener fama y reconocimiento; compartamos aún mejor con el mundo de nuestras capacidades, talentos y virtudes sin ponernos máscaras que no nos corresponden.

-No es mal educado: “No matarás” uno de los mandamientos de Dios que nos abre el entendimiento no sólo por su textualidad.

Podemos matar también con nuestras palabras, con nuestros pensamientos, deseos y actos. Las groserías, insultos, manipulaciones, no son muestras de amor. Creemos que son parte de la “normalidad” y no, absolutamente no.

Es necesario callar a nuestra boca cuando estemos a punto de destruir al otro o en su caso limitar de manera asertiva a quiénes nos estén ofendiendo. Los valores cristianos son guía indispensable para educar, tomémoslos como manual para comprender el valor de la dignidad humana.

-El egoísmo: Es aprovecharse de manera abusiva del otro, es usar y ver como objetos a las personas, creer que están a nuestro servicio, y que ¡merecemos todo!

Lo anterior es una idea errada, la existencia de cada ser humano es don valioso no para satisfacernos de él, sino de complementarnos mutuamente, de apoyarnos para crecer y acompañarse juntos con la presencia de Dios para continuar la felicidad que uno al otro nos podemos otorgar.

-No se irrita: Muchas ocasiones tendemos a enojarnos porque no se nos complace, el escuchar un no rotundo por parte de otras personas nos hace sentir vulnerables pues esperamos ser apremiados, por lo que reaccionamos de manera egoísta pues queremos que se haga lo que decimos o pensamos.

Querer tener la razón siempre es desgastante, ceder al otro no quiere decir que seamos más débiles sino que forjamos la virtud de la paciencia y evitamos discusiones que no merecen que destruyan nuestras relaciones interpersonales.

-No lleva cuenta del mal: ¿Cuántas desilusiones has pasado con tu esposo/ a? ¡Sabes la respuesta verdad!

Tal vez tengas en tu mente el número exacto de las fallas que han tenido contigo tus padres, tus amigos, tus hijos, tu esposo/ a.  Ahora quiero preguntarte, ¿sabes el número de actos de bondad y amor qué ellos han tenido contigo?

Es mejor llevar la cuenta del amor que te han dado pues dejarás de consumir a diario el veneno de enojo o victimización que hasta el día de hoy te ha mantenido con amargura o atando de realizar las cosas que más te gustan.

Perdona, entrega y conviértete en don perfecto para ti y para los demás.

-No se alegra por la injusticia: ¡Que bueno, se lo merecía!

¿Pero acaso somos Dios para juzgar o para conceder justicia?, te has preguntado y yo qué merezco por todas las veces que he cometido un mal.

Que tu alegría sea por ver los bienes recibidos para el otro, no te alegres por las calamidades que le puedan suceder pues entonces sabrás lo qué hay dentro de tu corazón.

-Se alegra de la verdad: ¿Y qué es la verdad? “Yo Soy el camino, la verdad y la vida”.

Cristo es la verdad absoluta, en Él encontramos las respuestas a nuestras dudas y son respondidas en su tiempo perfecto. Así que demos gloria y alabanza al Señor por todo lo bueno que hace en la familia, en tu matrimonio, trabajo, noviazgo, ambiente social; porque de nuestro Dios sólo provienen bendiciones y buenas cosas.

-Disculpa todo: ¡Fuimos perdonados por Cristo!

¿Pero destruyeron mi confianza, abusaron de mi persona, me mintieron, me abandonaron? Perdonar no significa continuar a lado de o las personas que nos han causado un grave daño.

La virtud del perdón proviene de la sencillez de tu corazón, del abandono a los brazos de Cristo quien todo lo sufrió por amor a nosotros hasta la muerte. ¡Déjale a Dios lo que no está en tu control!

-Lo cree todo: “Todo es posible para quién cree”.

Creerle a Dios es poner toda la carne al asador, es arrojarte a sus brazos sin atorarse en lo que pueda sucederte. La confianza no debe ser depositada en el hombre sino en aquel que ha dado la vida absoluta por el hombre, Dios y salvador; nuestro Señor Jesucristo.

¡Con Él todo, sin Él nada! Que mejor que tener de compañía a Dios, un amigo fiel al que le podemos contar todo sin temor a ser defraudados, con Él se pueden cumplir los anhelos de tu corazón, alcanzar el éxito, tener todo aquello que de acuerdo a su voluntad será lo mejor para nuestra vida.

-Lo espera todo: Sí, esperamos la vida eterna; las promesas de nuestro amado Dios.

Es el amor el que lo abarca todo: como en María: «Dichosa tú que has creído, pues se te cumplirá todo lo que te dijo el Señor».

La reciprocidad se vive sin duda con Dios y deseamos que esto sea visible también con quienes nos rodean; quiero decirte que a veces pasa y otras no, pero sí ocurre en otras situaciones o con otras personas; y te aseguro que siempre, todos los días recibimos amor, tal vez debemos de poner más atención.

-Aguanta todo: ¡Alerta! Aguantar todo no son recibir mentiras constantes, traiciones, golpes, insultos; todo aquello que exponga tu vida.

Aguantar todo significa que nadie es perfecto, que la vida presenta problemas como enfermedades, situaciones financieras, perdida de un hijo, la confrontación que implica el sanar nuestras heridas emocionales en compañía de nuestra familia, el apoyo al más necesitado, crisis matrimoniales, drogadicción, alcoholismo (sin perder de vista los límites); etc.

El soporte central para afrontar cada situación es Dios y nuestra madre Santísima la Virgen María: “Una familia que reza unida, permanece unida”.

-Jamás se acaba: ¿Cómo puede acabarse el amor cuando Dios es el centro? ¡Nunca!

Dios es la fuente viva del amor, el agua inagotable que sacia la sed del ser humano, Él es amor puro en quien acudimos para ser llenados a través de su Espíritu Santo.

Si el amor sólo se apoya en lo meramente carnal y uso ¡no es amor! y sí, éste se acaba pues es efímero, es pasajero, con mala intención, tornadizo y falaz pues se reduce al ser como objeto y satisfacción propia.

Pero un amor apoyado en lo espiritual, en la verdad y que viene de Dios es verdadero, fiel, creativo, creciente y firme y ¡Jamas se acaba!

Desechemos todo aquello que nos han mal informado sobre lo qué es el amor, pidamos a Dios que nos ayude a encontrarnos primero con Él para sentir, conocer y aprender para así aportar al mundo del amor verdadero que está tan necesitado de Él.

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