¡Alabanzas a la Sangre de Cristo!

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ALABANZAS A LA SANGRE DE CRISTO
Autor: Padre Pedro García, Claretiano

Jesús, autor de nuestra salvación. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que diste tu Sangre en precio de nuestro rescate. ¡Bendita es tú Sangre preciosa!
Jesús, cuya Sangre nos reconcilia con Dios. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa !
Jesús, que con tu Sangre nos purificas a todo. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que con tu Sangre limpias culpas. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, por cuya Sangre tenemos acceso a Dios. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que nos das tú Espíritu cuando bebemos tú Sangre. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, con cuya Sangre pregustamos las delicias del cielo. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que con tú Sangre fortaleces nuestra debilidad. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que nos das tú Sangre en la Eucaristía. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, cuya Sangre es prenda del banquete eterno. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, que nos vistes con tú Sangre como traje del Reino. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!
Jesús, cuya Sangre proclama nuestro valor ante Dios. ¡Bendita es tú Sangre Preciosa!

Oración.
Jesús, Salvador nuestro, presenta al Padre Tú Sangre que, en virtud de Espíritu Santo, derramaste por nuestro amor. Purificados de nuestros pecados en el baño de esa sangre sagrada, esperamos alcanzar por ella la gracia de las gracias: nuestra salvación eterna. Así sea.

ORACIÓN CON EL PODER DE LA SANGRE DE CRISTO

Señor Jesús, en Tu Nombre,
y con el poder de Tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o acontecimientos
a través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño.
Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos toda potestad destructora
en el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra,
en las fuerzas satánicas de la naturaleza,
en los abismos del infierno, y en el mundo
en el cual nos moveremos hoy.

Con el poder de la Sangre de Jesús rompemos toda
interferencia y acción del maligno.
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel, San Rafael
y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestra casa, todos los que la habitan (nombrar a cada una de ellas), las personas que el Señor enviará a ella, así como los alimentos, y los bienes que El generosamente nos envía para nuestro sustento. Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes y pisos, el aire que respiramos y en fe colocamos un círculo de Su Sangre alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús sellamos los lugares en donde vamos a estar este día, y las personas, empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas). Con el poder de la Sangre de Jesús sellamos nuestro trabajo material y espiritual, los negocios de toda nuestra familia, y los vehículos, las carreteras, los aires, las vías y cualquier medio de transporte que habremos de utilizar. Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos, las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra Patria a fin de que Tu paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y por Tu Vida,
ya que gracias a Ellas hemos sido salvados
y somos preservados de todo lo malo. Amén.

LETANÍA A LA SANGRE DE CRISTO 

Aprobada por su Santidad el Papa Juan XXIII.  Se le fue otorgada la Indulgencia Parcial de siete años, y plenaria si se reza diariamente durante un mes, bajo el cumplimiento de las condiciones propias a dicha indulgencia: ir al sacramento de la confesión, recibir la comunión y orar un Credo, Padrenuestro y Ave María por las intenciones del Sumo Pontífice.

El Papa Juan XXIII pidió que se extendiera cada día más el Culto a la Preciosísima Sangre de Jesucristo.

Señor, ten piedad de nosotros.
Señor Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor Jesucristo, óyenos.
Señor Jesucristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Sangre de Cristo, Sangre del Unigénito del Padre Eterno: Sálvanos.
Sangre de Cristo, Sangre del Verbo Encarnado: Sálvanos.
Sangre de Cristo, corriendo a la tierra en la agonía: Sálvanos.
Sangre de Cristo, brotando en la flagelación: Sálvanos.
Sangre de Cristo, emanando en la coronación de espinas: Sálvanos.
Sangre de Cristo, derramada en la Cruz: Sálvanos.
Sangre de Cristo, el precio único de nuestra salvación: Sálvanos.
Sangre de Cristo, sin la cual no hay perdón: Sálvanos.
Sangre de Cristo, en la Eucaristía bebida y baño de las almas: Sálvanos.
Sangre de Cristo, río de Misericordia: Sálvanos.
Sangre de Cristo, vencedora de los demonios: Sálvanos.
Sangre de Cristo, fortaleza de los mártires: Sálvanos.
Sangre de Cristo, fuerza de los confesores: Sálvanos.
Sangre de Cristo, que engendra vírgenes: Sálvanos.
Sangre de Cristo, constancia de los tentados: Sálvanos.
Sangre de Cristo, alivio de los enfermos: Sálvanos.
Sangre de Cristo, consuelo de los que lloran: Sálvanos.
Sangre de Cristo, esperanza de los que hacen penitencia: Sálvanos.
Sangre de Cristo: alivio de los moribundos: Sálvanos.
Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones: Sálvanos.
Sangre de Cristo, prenda de la Vida Eterna: Sálvanos.
Sangre de Cristo, que libera a las almas del lago del Purgatorio: Sálvanos.
Sangre de Cristo, dignísima de toda gloria y honor: Sálvanos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Ten Misericordia de nosotros.
Señor, Tú nos redimiste en tu Sangre, e hiciste de nosotros un Reino para Dios y Padre tuyo.

 Oremos:

Omnipotente y Sempiterno Dios, que constituiste a tu Unigénito Hijo Redentor del mundo y quisiste aplacarte con su Sangre; te suplicamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra Redención, que por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la vida presente, ¡para que gocemos en el Cielo de su fruto eterno! Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.

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