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¿Tener confianza en Dios en momentos de dificultad?, ¿verdaderamente Dios está conmigo cuando suceden cosas tristes?, ¿cómo puedo tener confianza en Dios en la tribulación?
¡Con gozo! Sí, con alegría y esperanza en el corazón; dejando que Él actué conforme a su voluntad; ¿qué difícil verdad?
No podemos controlar lo que está más que en su poder y en sus manos, como humanos los sentimientos salen a flote cuando pasamos por tormentas como las que hoy en día se están presentando.
El corazón se entristece al ver a tantos enfermos debido a la pandemía de Covid-19, las familias se están desuniendo por falta de amor y fidelidad, muchas personas están muriendo sin tener la oportunidad de ser velados, el desempleo, el crimen, la prostitución han ido en aumento, el feminismo y la homosexualidad se apoderan de los corazones tan faltos de amor, corazones de jóvenes que no han sanado sus heridas y que ahora les han atraído caminos que no van conforme al designio del creador; la palabra del Altísimo se ha confundido, dejando a almas destruidas y sin orientación; un sin fin de movimientos que han alejado el alma del Amor verdadero: Dios, teniendo como consecuencia la desconfianza en Él.
Y al ver tanto, se puede aún confiar en Dios… La respuesta es ¡sí!, porque es el único ser con el poder de realizar las cosas, de transformarlas y de que en su voluntad se obtengan bienes aún mayores.
Gracias y regalos especiales han sido derramados aún en estos momentos para que la purificación del alma de sus hijos se realice, ¿a través de la enfermedad y la muerte? ¡sí! también por medio de ellas, pues en ese momento cuando el alma y el espíritu voltean a ver a su creador y suplicar de su misericordia.
¿Cómo aumentar la confianza y fe en Él?
Soltando lo que no está en nuestro control, clamando a su misericordia a través de la oración de petición, agradeciendo por los beneficios recibidos, agradeciendo por la prueba, la enfermedad y la muerte; inclinar la rodilla al Todopoderoso porque Él sabe lo que hace, postrándonos en humildad ante su presencia santa para recibir con amor la fortaleza y paz, y; asumiendo así el dolor; pero sobre todo entregándole ese mismo dolor, unirlo a su Cruz para hacerse uno solo con Cristo.
La humildad ante el Señor es el reconocimiento de nuestra fragilidad humana, su misericordia llega a las almas dispuestas y es cuando el milagro ocurre; es cuando el espíritu se eleva y la confianza en Él aumenta, la fe ciega fluye ante la gran prueba o dificultad de la vida.
«Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». (Mateo 6, 6)
La oración es la comunicación directa con Dios, Él te irá comunicando lo que desea de ti y lo que debes hacer en ese momento que angustia tu corazón.
Entra a tu habitación y escúchalo; pon real atención a su voz para que sepas el camino que debes seguir para realizar lo que sí está en tu control y humanamente puedes hacer.
En ese momento de intimidad abre tu corazón, y disponte fielmente a la plática que tendrás con el Rey del amor; dile sin pena todo, todo lo que sientas dentro de ti, tus emociones, tus pensamientos, tus miedos, angustias, tristezas no ocultes nada; llora si lo necesitas; de Él proviene todo consuelo.
La clave es estar dispuesto en afrontar todo como Él lo desea, aunque no sea nuestra voluntad pero sí lo mejor para tu salvación y la de tus prójimos.
¡Déjate moldear por Cristo, por el pastor que acarrea a sus ovejitas con mucho amor; confía en Él como un hijo confía en su Papá, con inocencia y gran alegría sin preocupación de lo que sucederá!
¡Jesús, yo confío en Ti!
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