Consagración a San José: Día 5

SAN JOSÉ, PADRE ADOPTIVO DEL HIJO DE DIOS.

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En la tradición antigua judía, el padre es quien tenía la responsabilidad legal de darle el nombre a los hijos. Jesús no tenía padre biológico, por lo tanto, el papel de darle un nombre le pertenecía solamente al Padre celestial, pero Dios Padre le transfirió este derecho a José, para que, en Su lugar, él le diera el nombre de Jesús: «El Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» /Mt. 1, 20b-21)

Con este acto, Dios Padre, a través de su Mensajero (el Ángel), le confirió a José el cuidado paternal de su Hijo Unigénito, nombrándolo padre adoptivo.

La paternidad de San José es un misterio muy grande. Al igual que María, José recibió el llamado de su papel en la historia de salvación, el cual se extiende hasta el día de hoy. María es la Nueva Eva, madre de la Iglesia y José es el padre espiritual de los Hijos de Dios.

En su aparición a la hermana María Efrén, San José le dijo: “Toda paternidad está bendecida en mí, a quien el Padre Eterno escogió como su representante en la Tierra, el padre virgen de su propio Hijo Divino. A través de mí, el Padre Celestial ha bendecido a toda la paternidad y a través de mí continuará haciéndolo hasta el final de los tiempos. Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios y juntos, con mi esposa Virgen los cuido con mucho amor y atención” (Calloway, Donald H., Consecration to St. Joseph: The Wonders of Our Spiritual Father, pág. 44)

En su vida terrenal, San José participó en muchos misterios que no comprendía. Su vida tuvo muchas vueltas y giros y constantemente se enfrentó a circunstancias que requerían de una confianza ciega y heroica en Dios. La paternidad terrenal (ya sea biológica o espiritual) también requiere de confianza heroica en Dios.

La vida está llena de circunstancias fuera de nuestro control, sin embargo, los padres y madres de la actualidad pueden encontrar consuelo en el amor y en la paternidad espiritual de San José.

Así como José cuidó a Jesús en la Tierra, también te va a cuidar a ti en tu peregrinaje terrenal.


Tarea de hoy: Pídele hoy a San José que sea tu padre espiritual y que consiga de Dios para ti su misma confianza absoluta en la Divina Voluntad. Pídele que te enseñe a ser valiente ante cada reto, presente y futuro, y a ser imagen de Dios en el cuidado de tu familia biológica o espiritual que Él te ha encomendado.


Pidámosle a San José que interceda por nosotros: San José, padre adoptivo del Hijo de Dios, ora por mí para que confíe en los planes que Dios tiene para mí y para mi familia, especialmente en estos tiempos tan difíciles. Cuida de mi vida y sé mi proveedor y protector en un mundo que está lleno de incertidumbre. ¡Amén!


ORACIONES:  Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.


INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!


VENI CREATOR (VEN ESPÍRITU CREADOR)

Ven, Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama, y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.

Tú, que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
Tú eres el dedo de su diestra mano; Tú nos dictas palabras y razones.

Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza con tu eterna virtud fortalecidos.

Por ti nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo soberano omnipotente
y a Ti, Espíritu de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos.

¡Amén!


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenos Cristo óyenos
Cristo escúchanos Cristo escúchanos
Dios, Padre celestial Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo Ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo Ten misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un sólo Dios Ten misericordia de nosotros
Santa María Ruega por nosotros
San José Ruega por nosotros
Ilustre descendiente de David Ruega por nosotros
Luz de los Patriarcas Ruega por nosotros
Esposo de la Madre de Dios Ruega por nosotros
Casto guardián de la Virgen Ruega por nosotros
Padre adoptivo del Hijo de Dios Ruega por nosotros
Ferviente defensor de Cristo Ruega por nosotros
Jefe de la Sagrada Familia Ruega por nosotros
José, justísimo Ruega por nosotros
José. castísimo Ruega por nosotros
José, prudentísimo Ruega por nosotros
José, valentísimo Ruega por nosotros
José, obedientísimo Ruega por nosotros
José, fidelísimo Ruega por nosotros
Espejo de paciencia Ruega por nosotros
Amante de la pobreza Ruega por nosotros
Modelo de los trabajadores Ruega por nosotros
Gloria de la vida doméstica Ruega por nosotros
Custodio de las Vírgenes Ruega por nosotros
Pilar de las familias Ruega por nosotros
Consuelo de los afligidos Ruega por nosotros
Esperanza de los enfermos Ruega por nosotros
Patrón de los moribundos Ruega por nosotros
Terror de los demonios Ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo     Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Ten piedad y misericordia de nosotros
Lo hizo Señor de su casa y príncipe de todas sus posesiones.

Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!

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