Consagración a San José: Día 3

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA MADRE DE DIOS.

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El 19 de marzo, día de nuestra consagración, la Iglesia celebra la Solemnidad de San José “el esposo de la Santísima Virgen María”.

Así, como la fiesta de San José se define en su entrega a su amada esposa, la vida entera de San José se define también en relación a los demás: José él es el padre terrenal de Jesús, el esposo de María, y nuestro padre espiritual.

La festividad celebra su fidelidad y valentía para cumplir con cada una de sus obligaciones, sobre todo el dar sustento y protección a Jesús y a María para que ellos lleguen a ser el Nuevo Adán y la Nueva Eva, trayéndonos la redención. San José es el ejemplo de un cristiano que no presume su virtud a los cuatro vientos, que no busca honra de los demás, poder, placer ni riqueza, simplemente realizó su misión contribuyendo grandemente al plan de Dios para salvarnos: «Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado» (Mt. 1, 24a)

Nosotros muchas veces nos olvidamos de que tenemos un papel extraordinario en la salvación de muchas almas. Somos sacerdotes para interceder por los demás, profetas para anunciar y advertir y reyes para servir a todos. Fuimos creados para entregarnos a las otras personas, para salir de nosotros mismos, ¡para amar!

San José es el hombre silencioso que actúa, y sus acciones están orientadas a la voluntad de Dios. Él no tenía miedo de cambiar sus planes de vida, siempre y cuando cumpliera la voluntad de Dios: «El Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» Entonces José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del profeta: Llamé de Egipto a mi hijo» (Mt. 2, 13b-14)

Es así como nosotros también debemos estar siempre dispuestos a hacer la voluntad de Dios, aunque esa entrega quiera decir que de repente cambien todos nuestros planes y nuestra vida. Nuestra ofrenda traerá salvación a miles de almas y nuestra vida dará fruto abundante, mucho más que si llegáramos a conseguir el mayor honor, poder, placer o riqueza que este mundo pueda ofrecer.

Jesús es el Hijo de Dios y la segunda persona de la Trinidad; María es la Madre de Dios y la Madre de la Iglesia, y a José se le recuerda con relación a ellos. La grandeza de José radica en su disposición para permitir que María y Jesús fueran lo que tenían que ser y cumplieran su inigualable misión. Al igual que Juan el Bautista, él se hizo pequeño para que ellos puedan hacerse grandes: «Es necesario que él crezca y que yo disminuya» (Jn. 3, 30)


Tarea de hoy: Examina tu disposición para dejar a un lado tus propios planes y ambiciones si Dios te lo pidiera. Reflexiona también en tu misión en el Reino de Dios y en la vida de San José, para que como él, busques de manera silenciosa atender primero la misión de Dios en tu vida y las necesidades de los demás.


Pidamos a San José que interceda para que no tengamos miedo en cumplir la Voluntad de Dios en nuestra vida: Te pido, oh, San José esposo de la Madre de Dios, que intercedas por mí para que pueda imitar tu generosidad y dejar a un lado mis propias ambiciones para cumplir sin miedo y con prontitud la voluntad de Dios y así, Él se haga grande y yo pequeño. ¡Amén!


ORACIONES:  Las siguientes oraciones deben ser recitadas después de la meditación de cada día, según las instrucciones de cada uno de los días.


INICIO PARA TODOS LOS DÍAS:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!


.VENI CREATOR (VEN ESPÍRITU CREADOR)

Ven, Creador, Espíritu amoroso, ven y visita el alma que a ti clama, y con tu soberana gracia inflama los pechos que criaste poderoso.

Tú, que abogado fiel eres llamado, del Altísimo don, perenne fuente de vida eterna, caridad ferviente, espiritual unción, fuego sagrado.

Tú te infundes al alma en siete dones, fiel promesa del Padre soberano;
Tú eres el dedo de su diestra mano; Tú nos dictas palabras y razones.

Ilustra con tu luz nuestros sentidos, del corazón ahuyenta la tibieza, haznos vencer la corporal flaqueza con tu eterna virtud fortalecidos.

Por ti nuestro enemigo desterrado, gocemos de paz santa duradera,
y siendo nuestro guía en la carrera, todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo soberano omnipotente
y a Ti, Espíritu de ambos procedente,
con viva fe y amor siempre creamos.

¡Amén!


LETANÍAS DE SAN JOSÉ

Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros Señor, ten piedad de nosotros
Cristo óyenos Cristo óyenos
Cristo escúchanos Cristo escúchanos
Dios, Padre celestial Ten misericordia de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo Ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo Ten misericordia de nosotros
Santísima Trinidad, un sólo Dios Ten misericordia de nosotros
Santa María Ruega por nosotros
San José Ruega por nosotros
Ilustre descendiente de David Ruega por nosotros
Luz de los Patriarcas Ruega por nosotros
Esposo de la Madre de Dios Ruega por nosotros
Casto guardián de la Virgen Ruega por nosotros
Padre adoptivo del Hijo de Dios Ruega por nosotros
Ferviente defensor de Cristo Ruega por nosotros
Jefe de la Sagrada Familia Ruega por nosotros
José, justísimo Ruega por nosotros
José. castísimo Ruega por nosotros
José, prudentísimo Ruega por nosotros
José, valentísimo Ruega por nosotros
José, obedientísimo Ruega por nosotros
José, fidelísimo Ruega por nosotros
Espejo de paciencia Ruega por nosotros
Amante de la pobreza Ruega por nosotros
Modelo de los trabajadores Ruega por nosotros
Gloria de la vida doméstica Ruega por nosotros
Custodio de las Vírgenes Ruega por nosotros
Pilar de las familias Ruega por nosotros
Consuelo de los afligidos Ruega por nosotros
Esperanza de los enfermos Ruega por nosotros
Patrón de los moribundos Ruega por nosotros
Terror de los demonios Ruega por nosotros
Protector de la Santa Iglesia Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo     Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo Ten piedad y misericordia de nosotros
Lo hizo Señor de su casa y príncipe de todas sus posesiones.

Oremos: Oh, Dios, que en tu amorosa providencia, elegiste a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos el favor de tenerlo como nuestro intercesor en el cielo y al que veneramos como nuestro protector en la Tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amen!

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