LA BIBLIA A TRAVÉS DE MARÍA DÍA 24

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¿Cuáles son las implicaciones de María como Reina Madre? ¿Cómo es que esa creencia forma parte de las bases para la devoción católica a la Virgen María? ¿Qué quiere decir realmente que María es llena de gracia?

Existe una dimensión más de esta imagen bíblica de María que debemos profundizar: necesitamos examinar a María como la Santísima Madre de Dios, que fue concebida sin pecado. ¡La Inmaculada Concepción! La Inmaculada Concepción es uno de los dogmas marianos más incomprendidos y
discutidos y probablemente sea el dogma más malinterpretado y más controversial. Este dogma fue enseñado desde los primeros tiempos de la Iglesia, y además está firmemente enraizado en las Escrituras.

Nuestra Señora de Fátima

De todas las apariciones de la Virgen María, ninguna ha cautivado tanto al mundo como su aparición a 3 niños en Fátima, Portugal en 1917. Los tres niños eran Lucía dos Santos, y sus primos Jacinta y Francisco Marto. Ellos eran pobres y con poca educación. Un día, mientras cuidaban las ovejas, se encontraron hablando con un ángel, el cual leenseñó como crecer en la oración y los animó a hacer sacrificios; parecía estar preparándolos para una gran tarea.

El 13 de mayo de ese año, los niños recibieron la visita de una mujer que brillaba más que el sol (así lo dijeron ellos) y con una luz que era más pura que el Cristal. Su mensaje a los niños fue como el mensaje que les transmitió el ángel: ella los exhortó a orar y hacer penitencia. Los niños se pusieron de acuerdo en que no le dirían a nadie acerca de las visitas celestiales, pero Jacinta le contó a su madre y pronto todo el pueblo se enteró. La voz corrió más allá del pueblo y la multitud se reunía con los niños los días 13 de cada mes, el día que María se aparecía regularmente.

Portugal, como muchos países de esa época estaba experimentando una oleada opresiva de secularización. Los movimientos revolucionarios de toda Europa buscaban debilitar la influencia de la Iglesia y lo hacían a través de propaganda, leyes e incluso la intimidación patrocinada por el gobierno. Cuando las noticias de las apariciones llegaron al exterior, los oficiales locales se sintieron avergonzados y obligaron a los niños a someterse a estrictos interrogatorios, hasta los encarcelaron por un tiempo.

El clero local casi no brindó ningún apoyo y muchos temieron que las apariciones fueran  solamente un engaño perpetrado por alguno de los partidos políticos. El día 13 de agosto, el clero colaboró con las autoridades civiles para secuestrar a los niños cuando se dirigían al lugar en que habitualmente se encontraban con la Señora. A pesar de las dificultades, nadie podía negar el cambio que se estaba produciendo en las
vidas de Lucía, Jacinta y Francisco. Los niños se tomaron en serio la costumbre de orar y se sometieron a severos ayunos y
otras formas tradicionales de penitencia. Ellos se impusieron un orden espiritual y disciplina en su vida diaria; su conversión
personal hizo que su testimonio fuera creíble al mundo.

El mundo comenzó a darse cuenta de lo que pasaba; los diarios europeos y estadounidenses enviaron periodistas a Fátima para mantenerse al tanto de los avances de la historia. Las apariciones figuraron en las primeras planas del lejano New York Times. Los detalles de la historia a veces eran sensacionalistas, pero ciertos. La Señora les había dado a los niños ciertos mensajes que podrían compartir con el mundo, y otros tres que ellos debían mantener en secreto. Corrió la especulación respecto al contenido de estos tres secretos, que gradualmente fueron divulgados durante los
siguientes 83 años.

1. El primer secreto de Fátima fue una visión del infierno que inspiró a los niños a hacer penitencias severas por la conversión de los pecadores.
2. El segundo secreto era sobre la evangelización. La Santísima Virgen pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón y les pidió a los católicos que hicieran una comunión de reparación cada primer sábado de cada mes.
3. El tercer secreto se mantuvo guardado hasta la llegada del nuevo milenio. Incluía una visión apocalíptica de la historia de cómo se iba a desenlazar. El Papa Benedicto XVI dijo que principalmente se trataba del sufrimiento de la Iglesia. El mensaje es tan eterno como particular. Cuando le preguntaron por el secreto oculto de Fátima, el Papa San Juan Pablo II solía mostrar su propio Rosario y decirle a la gente: “este es el secreto de Fátima”.

Los videntes de Fátima presagiaron los grandes acontecimientos del siglo XX: el surgimiento del comunismo y los horrores de las dos Guerras Mundiales, pero su secreto es relevante todavía, y es obvio: ¡es la oración! Se trata de la forma en que nos acercamos a Jesús en los misterios del Rosario.

Llena de gracia

Hemos visto ya parte de un retrato de María pintado con palabras por los autores del Nuevo Testamento, el cual describe a María como la Nueva Eva, el Arca de la Nueva Alianza, y la Nueva Reina Madre. Ese retrato bíblico dio a luz a enseñanzas católicas oficiales sobre la Virgen María. Hasta ahora hemos visto las bases bíblicas para dos de esos dogmas marianos; la virginidad perpetua de María y el título de María como “madre de Dios”, pero hay también un dogma bíblico muy importante: la Inmaculada Concepción de María, uno de los dogmas marianos más malinterpretados y controvertidos.

¿Qué es exactamente el dogma de la Inmaculada Concepción? Muchos piensan que es lo mismo que el nacimiento virginal de Jesús, pero no se trata de eso. La Inmaculada Concepción no tiene que ver con la forma en que María concibió a Jesús, sino que se trata de cómo fue concebida María misma. El dogma de la Inmaculada Concepción establece que la madre de Jesús, única entre miles de millones de personas que han nacido desde el principio del mundo, fue concebida sin heredar la maldición de la caída de Adán y Eva.

En el plan de Dios y por su gracia, María se mantuvo libre de pecado desde el momento de su concepción, hasta el fin de su vida terrenal. Y no solo fue libre de pecado, sino que también fue libre de la concupiscencia, los deseos desordenados que nos llevan a tener una inclinación al pecado. Por medio de la Inmaculada Concepción, Dios aseguró que los sentimientos y deseos de María estuvieran conformes a su voluntad.

Los católicos han creído esto desde los inicios de la Iglesia. Entre otros, San Efraín de Siria y San Ambrosio de Milán escribieron al respecto en el siglo IV. San Agustín también escribió sobre ello en el siglo V, y dijo que sería una ofensa para Jesús decir que su madre era una pecadora: «Exceptuando a la santa Virgen María, acerca de la cual, por el honor debido a nuestro Señor, cuando se trata de pecados, no quiero mover absolutamente ninguna cuestión, porque sabemos que a ella le fue conferida más gracia para vencer por todos sus flancos al pecado, pues
mereció concebir y dar a luz al que nos consta que no tuvo pecado alguno» Agustín de Hipona, De natura et gratia.»

Existe otra persona famosa que también hizo algunos comentarios sobre la Inmaculada Concepción de María y ese fue Martín Lutero, padre de la Reforma Protestante. “Dios ha formado el alma y cuerpo de la Virgen María llenos del Espíritu Santo, por lo que ella no tiene ningún pecado, pues ella ha concebido y dado a luz al Señor Jesús” Martín Lutero, Martin Luther’s Works, vol. 52, pg. 39

«Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que, desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado» Martín Lutero, Sermón sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios 1527

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Para finalizar:

Da gracias a Dios por habernos dado a María. (Hazlo con tus propias palabras)

Medita un momento la vida de María, y en cómo nunca dejó de confiar en Dios a pesar de los momentos tan difíciles que pasó. Medita también en la Consagración: ¡Vas a ser esclavo de María!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

En el en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

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