LA BIBLIA A TRAVÉS DE MARÍA DÍA 20

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Los consejeros del rey

Para entender lo que el Apocalipsis nos revela, debemos ver Proverbios capítulo 31 en el capítulo del rey Lamuel: «Abre tu boca en favor del mudo y en defensa de todos los desamparados; abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del desvalido y del pobre» Prov. 31, 8-9 Un rey casi siempre tiene consejeros que le dicen lo que debe hacer, eso forma parte de ser rey. Muchas veces estos consejeros no dan al rey sugerencias que beneficien al reino, sino que intentan beneficiarse ellos mismos; otras veces, lo que parece un consejo en realidad son solo adulaciones para quedar bien, sin embargo, en este pasaje, la persona que aconseja al rey le dice que defienda al pobre y desprotegido, a las personas que no tienen a nadie más que las defienda o las cuide.

¿Quién podría hablar tan libremente con el rey para poderle dar esa clase de consejo? El primer versículo del capítulo del rey Lemuel en Proverbios nos da la respuesta: «Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le inculcó su madre:» Prov. 31, 1 Solo la madre del rey podía hablar con él de tal forma. Como rey, el podrá ser su soberano, pero no deja de ser su hijo.

Este capítulo también incluye otros sabios consejos que la madre de Lamuel le transmitió a su hijo, incluyendo observaciones como: “no te enamores de mujeres fáciles”, “no bebas demasiado”, “busca una buena esposa”. Estos consejos son los que una buena madre le daría a su hijo, y dado que este hijo es también rey, su madre también le recuerda sus deberes como soberano: él debe ser la voz de los desamparados, la fuerza para los débiles; su reinado debe estar a favor de los pobres y humildes. Los aduladores nunca le aconsejarían algo así al rey; por eso, no es de sorprender que, en los antiguos reinados del Oriente como Israel, se considera tradicionalmente a la reina madre, la madre del rey, como amiga de los pobres. Ella era la intercesora entre el rey y su pueblo.

El libro de los Proverbios termina con el consejo de una reina madre; esto nos deja apreciar la importancia de la sabiduría de la reina madre para los escritores inspirados. Cualquier soberano y cualquier persona que escuchaba la lectura del libro de los Proverbios, terminaba escuchando las palabras de la reina madre resonando en sus oídos.

¿Quién era el rey Lamuel y quién era su sabia madre? No se sabe con certeza. El rey Lamuel no es mencionado en ningún otro lugar de las Escrituras, solo en Proverbios 31. Una tradición judía antigua dice que Lamuel era un seudónimo de Salomón, hijo de David y Betsabé y heredero del reino davídico. Como heredero, Salomón era el prototípico hijo de David, heredando todas las promesas del reino glorioso que Dios hizo con David en 2ª Sam. 7. Salomón es también famoso por haber pedido y recibido gran sabiduría de Dios; él fue tan sabio, que gente lo iba a visitar desde todas partes del mundo buscando su consejo y escucharlo; pero aún con su gran sabiduría, el rey Salomón seguía escuchando el consejo de su madre.

La Reina Betsabé

Una de las primeras historias que leemos respecto al reino de Salomón, es el papel importante que desempeñó su madre. «Betsabé fue a presentarse al rey Salomón para hablarle de Adonías. El rey se levantó, fue a su encuentro y le hizo una inclinación. Luego se sentó en su trono, mandó poner un trono para la madre del rey, y ella se sentó a su derecha» 1ª Re. 2, 19 Cuando Betsabé entró a la corte de su hijo, él se inclinó ante ella (le hizo una reverencia), y después, la hizo sentar en un trono que pusieron a la derecha del rey. Nadie más, salvo la madre del rey, mereció tal honor durante el período de los reyes del Antiguo Testamento.

El relato continúa así: «Entonces ella dijo: Tengo que hacerte un pequeño pedido; no me lo niegues. El rey respondió: Pide, madre mía, porque no te lo voy a negar. Ella le dijo: Que se dé a Abisag, la sunamita, como esposa a tu hermano Adonías» 1ª Re. 2, 20-21 Betsabé desempeña su papel tradicional como intercesora del pueblo; ella presenta al rey la petición de uno de los hermanos de Salomón. Aunque Salomón le dijo a su madre que le concedería cualquier cosa que le pidiera, en este caso no lo hizo, lo cual fue una decisión muy sabia.

Su hermano quería casarse una de las concubinas de David y en las culturas del antiguo Oriente, el hecho de tomar en matrimonio a una de las concubinas del rey era básicamente lo mismo que declararse rey. Lo que es importante sobre este pasaje, no es si Salomón cumplió con el pedido de su madre, sino que él reconoció el derecho de la madre a interceder. Al colocar a la reina madre en una posición tan elevada, Salomón estaba mostrando a su corte y a nosotros, que la reina madre tiene el derecho a interceder por otros, pero al final de cuentas, el rey es el que siempre tiene la última palabra.

La intercesora del pueblo

Después de la muerte de Salomón, la reina madre siguió siendo una característica distintiva del reino davídico. Aunque no se escucha mucho sobre ella, cada vez que aparece, es evidente que ella tiene gran influencia: «Digan al rey y a la reina madre: Siéntense en el suelo, porque se les ha caído de la cabeza la corona de gloria» Jer. 13, 18 Las instrucciones de Dios a Jeremías comienzan con esas palabras: “Digan al rey y a la reina madre”. El presagio de desastre que seguía no hubiese sido dirigido a ambos, a menos que ambos fueran líderes poderosos del reino. Eventualmente, la profecía de Jeremías se hizo realidad. Los babilonios llegaron y destruyeron el reino del sur y el emperador Nabucodonosor se llevó a todas las personas importantes de Jerusalén.

En un relato del segundo libro de los Reyes, se menciona a la Reina Madre después de mencionar al rey, y, en tercer lugar, vienen las esposas del rey: «Deportó a Joaquín a Babilonia; y también llevó deportados de Jerusalén a Babilonia a la madre y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los grandes del país» 2ª Re. 24, 15 Esto nos indica que la Reina Madre es la segunda en importancia en el reino, y es más importante que las esposas del rey.

A lo largo de la historia del reino davídico, la reina madre ocupaba este lugar especial. Ella era segunda después de su hijo; incluso en hebreo hay una palabra especial para la reina madre, ella era llamada la gébirah, que quiere decir, “la gran dama” o “la gran señora”. Algunas de las obligaciones de la Reina Madre:

1. Aconsejaba al rey como la principal de sus consejeros. De todos sus colaboradores, ella era la única a quien el rey le debía obediencia (cfr. Prov. 31).

2. Intercedía en nombre del pueblo ante el rey. Este también era el papel de la Reina Madre en muchos de los Reinos antiguos de oriente, no solo en el reino davídico. Desde la epopeya de Gilgamesh, que es una de las obras literarias más antiguas que se conocen, la Reina Madre desempeñaba el papel de intercesora del pueblo.

3. Era un signo visible de la legitimidad de la soberanía del rey. Ella no era solamente la madre del rey, sino también la esposa del rey anterior, así que su maternidad, daba testimonio al hecho de que el soberano actual, descendía del rey anterior.

La Reina Madre era particularmente importante entre todas las demás personas del reino. El rey podía tener muchas esposas (aunque eso iba contra le Ley de Moisés), pero solo tenía una madre; eso le otorgaba un lugar esencial y único en el gobierno.

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Conclusión

Da gracias a Dios por habernos dado a María. (Hazlo con tus propias palabras)

Medita un momento la vida de María, y en cómo nunca dejó de confiar en Dios a pesar de los momentos tan difíciles que pasó. Medita también en la Consagración: ¡Vas a ser esclavo de María!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

En el en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

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