LA BIBLIA A TRAVÉS DE MARÍA DÍA 17

[fusion_builder_container hundred_percent=»no» hundred_percent_height=»no» hundred_percent_height_scroll=»no» hundred_percent_height_center_content=»yes» equal_height_columns=»no» menu_anchor=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» status=»published» publish_date=»» class=»» id=»» link_color=»» link_hover_color=»» border_size=»» border_color=»» border_style=»solid» margin_top=»» margin_bottom=»» padding_top=»» padding_right=»» padding_bottom=»» padding_left=»» gradient_start_color=»» gradient_end_color=»» gradient_start_position=»0″ gradient_end_position=»100″ gradient_type=»linear» radial_direction=»center center» linear_angle=»180″ background_color=»» background_image=»» background_position=»center center» background_repeat=»no-repeat» fade=»no» background_parallax=»none» enable_mobile=»no» parallax_speed=»0.3″ background_blend_mode=»none» video_mp4=»» video_webm=»» video_ogv=»» video_url=»» video_aspect_ratio=»16:9″ video_loop=»yes» video_mute=»yes» video_preview_image=»» filter_hue=»0″ filter_saturation=»100″ filter_brightness=»100″ filter_contrast=»100″ filter_invert=»0″ filter_sepia=»0″ filter_opacity=»100″ filter_blur=»0″ filter_hue_hover=»0″ filter_saturation_hover=»100″ filter_brightness_hover=»100″ filter_contrast_hover=»100″ filter_invert_hover=»0″ filter_sepia_hover=»0″ filter_opacity_hover=»100″ filter_blur_hover=»0″][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=»1_1″ layout=»1_1″ spacing=»» center_content=»no» link=»» target=»_self» min_height=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» hover_type=»none» border_size=»0″ border_color=»» border_style=»solid» border_position=»all» border_radius=»» box_shadow=»no» dimension_box_shadow=»» box_shadow_blur=»0″ box_shadow_spread=»0″ box_shadow_color=»» box_shadow_style=»» padding_top=»» padding_right=»» padding_bottom=»» padding_left=»» margin_top=»» margin_bottom=»» background_type=»single» gradient_start_color=»» gradient_end_color=»» gradient_start_position=»0″ gradient_end_position=»100″ gradient_type=»linear» radial_direction=»center center» linear_angle=»180″ background_color=»» background_image=»» background_image_id=»» background_position=»left top» background_repeat=»no-repeat» background_blend_mode=»none» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»» filter_type=»regular» filter_hue=»0″ filter_saturation=»100″ filter_brightness=»100″ filter_contrast=»100″ filter_invert=»0″ filter_sepia=»0″ filter_opacity=»100″ filter_blur=»0″ filter_hue_hover=»0″ filter_saturation_hover=»100″ filter_brightness_hover=»100″ filter_contrast_hover=»100″ filter_invert_hover=»0″ filter_sepia_hover=»0″ filter_opacity_hover=»100″ filter_blur_hover=»0″ last=»no»][fusion_text columns=»» column_min_width=»» column_spacing=»» rule_style=»default» rule_size=»» rule_color=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»»]

Los dogmas marianos

Desde los inicios de la Iglesia, la imagen de María que nos brinda la divina revelación ha sido estudiada y expresada por un sin número de papas, obispos, teólogos, y santos. El resultado de siglos de discusiones, estudios, interpretaciones y oración, ha sido una serie de dogmas sobre María. En un significado amplio, un dogma es: una verdad sobre la fe o la moral que ha sido revelada por Dios, transmitida por los apóstoles en las Escrituras, o por la Tradición. Tiene dos características principales: Esa verdad es definida por la Iglesia y los fieles están obligados a creer en esa verdad.

Para entenderlo mejor, un dogma es una enseñanza o doctrina de la Iglesia definida formalmente. El primer ejemplo que tenemos de la Iglesia definiendo un dogma, se puede encontrar en el libro de los Hechos de los Apóstoles; allí encontramos las decisiones a las que llegó el Primer Concilio de la Iglesia en Jerusalén.

En dicho Concilio, los apóstoles, bajo el liderazgo de Pedro, llegaron a una interpretación definitiva de las Escrituras del Antiguo Testamento. Determinaron si la circuncisión, la cual era parte de los requisitos de la ley mosaica, se debería aplicar o no a los conversos al cristianismo que no pertenecían a la comunidad judía: «Algunas personas venidas de Judea enseñaban a los hermanos que, si no se hacían circuncidar según el rito establecido por Moisés, no podían salvarse. A raíz de esto, se produjo una agitación: Pablo y Bernabé discutieron vivamente con ellos, y por fin, se decidió que ambos, junto con algunos otros, subieran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los Apóstoles y los presbíteros. Los Apóstoles y los presbíteros se reunieron para deliberar sobre este asunto.

Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera, decidieron elegir a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres eminentes entre los hermanos, y les encomendaron llevar la siguiente carta: «Los Apóstoles y los presbíteros saludamos fraternalmente a los hermanos de origen pagano, que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia. El Espíritu Santo, y nosotros mismos, hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables, a saber: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de la carne de animales muertos sin desangrar y de las uniones ilegales. Harán bien en cumplir todo esto. Adiós» Hch. 15, 1-2.6.22-23.28-29 Para tomar esa decisión, ellos estaban guiados por el Espíritu Santo.

Hoy en día, en la Iglesia seguimos usando esta palabra “dogma” para referirnos a las enseñanzas definitivas de la Iglesia, como aquellas del Concilio de Jerusalén. El magisterio de la Iglesia, el Papa y todos los Obispos que están en unión con él, han sido encomendados por el Espíritu Santo a preservar, proteger y proclamar la revelación de Dios en el mundo. Eso fue lo que hicieron en Jerusalén y es lo que siguen haciendo hoy en día.

Los dogmas de la Iglesia sobre María, representan una interpretación autoritativa de la revelación con respecto al papel de María en el plan de Dios para nuestra salvación. En otras palabras, los dogmas marianos son el resultado del estudio, de la oración y de la interpretación de la Iglesia a lo que el depósito de la fe nos dice acerca de María. Bajo la guía del Espíritu Santo, ellos recaudan toda esta información para formar una imagen clara de quién es María y de su relación con nosotros.

Los dogmas acerca de María

Existen 4 dogmas acerca de María, los cuales están enraizados en la imagen bíblica de María: María como la Eva de la Nueva Creación, María como el Arca de la Nueva Alianza, María como la Reina Madre del Reino de Dios.

1. La Inmaculada Concepción de María.

2. El papel y título de María como la Madre de Dios.

3. La Asunción al Cielo de María.

4. La Perpetua Virginidad de María.

La Perpetua Virginidad de María

Esta enseñanza es uno de los dogmas más extensos y antiguos de la Iglesia; se expuso por los primeros Padres de la Iglesia, incluyendo a Tertuliano, San Atanasio, San Ambrosio y San Agustín. Fue declarado oficialmente como dogma en el quinto Concilio Ecuménico de Constantinopla en el año 553 d. C. Esa declaración proclamó a María como “siempre virgen”.

Un siglo después, una declaración hecha por el Papa Martín I aclaró que cuando el Concilio dijo que María era “siempre virgen”, realmente quiso decir “siempre virgen”, es decir, el Papa Martín explicó que esta declaración tiene 3 aspectos:

1. María es virgen antes del parto, pues ella no concibió a través de las relaciones sexuales,
sino por obra del Espíritu Santo.

2. María es virgen durante el parto, es decir, Cristo salió de su vientre sin romper el sello
interior de su virginidad.

3. María es virgen después del parto; tanto ella como su esposo José vivieron juntos en
celibato durante todo su matrimonio.

Virgen antes del parto

De los tres aspectos de la Perpetua Virginidad de María, la parte más fácil de confirmar en las Escrituras es su concepción virginal de Cristo; Mateo y Lucas no dejan ninguna duda.

1. “Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo» Mt. 1, 18 Mateo nos dice que María esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

2. «María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios» Lc. 1, 34-35 En Lucas, el ángel Gabriel le comunica a María la noticia sobre su inminente concepción virginal.

¡Eso es algo definitivo! No deja lugar a duda. Esos versos nos muestran el “qué”, los hechos: Jesús nació de una virgen. Hay pocos cristianos hoy en día que discutirían el hecho de que María concibió a Jesús aún siendo virgen. La Biblia es muy clara en este punto. ¿Por qué es que Jesús nació de una virgen? Y ¿por qué era tan importante para la Iglesia primitiva defender esa verdad? La respuesta es sorprendente, y tiene que ver más con Jesús que con María. Así es con respecto a la mayoría de las enseñanzas de la iglesia sobre María. Dicen más de Cristo, más de Dios, que de ella.

En el caso de su perpetua virginidad, su maternidad virginal garantiza tanto la divinidad como la humanidad de Jesús; salvaguarda la verdad de Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre. Santo Tomás de Aquino resumió ese argumento al escribir: Para demostrar que el cuerpo de Cristo era un cuerpo verdadero, Él nació de una mujer. Para dejar en claro su divinidad, nació de una virgen.

Virgen durante el parto

Muchos discutirían el hecho de que ella permaneció virgen durante el parto, aunque Isaías lo dice: «Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la virgen está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel» Is. 7, 14 Para Isaías tanto la concepción, como el nacimiento, son milagrosos: la virgen está embarazada (virgen antes del parto); la virgen dará a luz un hijo (virgen durante el parto), la virgen lo llamará Emmanuel (virgen después del parto).

Hay algo que debemos comprender de María: su virginidad no es solo uno de los muchos atributos que le conocemos: dulzura, gentileza, presteza, fortaleza, ¡ah, por cierto!, también era virgen. La virginidad de María no era un adjetivo para describir simplemente su condición biológica, sino que es esencial para su identidad; es lo que ella era, no solo biológicamente, sino espiritual e interiormente. María poseía una integridad que ninguna otra persona jamás tuvo desde Adán y Eva, y debido a esa integridad, su cuerpo expresaba perfectamente su espíritu y su persona. No existía tensión ni contradicción entre los dos.

Así pues, dado que el alma de María está totalmente consagrada a Dios, lo mismo pasa con su cuerpo; todo su ser: cuerpo y alma, pertenecía a Dios. Su virginidad física, aún después de la concepción milagrosa y el nacimiento de su Hijo, fue una señal perpetua de esa consagración interior a Dios. Es por eso que Dios permitió que Jesús saliera del vientre de María sin romper su sello virginal; era para mantener intacta la señal física de esa realidad interior.

Fue un gran milagro, así como Jesús, después de la resurrección atravesó las paredes para encontrarse con los apóstoles: «Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»» Jn. 20, 19

La integridad del cuerpo y el espíritu de María también es una de las razones por las cuales María y José se abstuvieron de tener relaciones matrimoniales. Su virginidad era tan esencial para su identidad como para hacer lo contrario. La importancia de su identidad se prefigura por dos de los “tipos” del Antiguo Testamento:

1. La virgen Eva, la primera madre de todos los vivientes, la cual, siendo virgen, condujo a todos sus hijos hacia el pecado.

Como San Ireneo, teólogo del siglo II lo explica: «El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe» Adversus Haereses, III, 22, 4 En el mismo documento, Ireneo escribió: “Y así, como la raza humana quedó vinculada a la muerte por causa de una virgen, de igual manera es liberada por una virgen. La desobediencia de una virgen ha sido compensada por la obediencia de otra virgen” Adversus Haereses, V, 19, 1

2. El Arca de la Alianza también prefiguró la perpetua virginidad de María: la santidad del Arca venía de la presencia de Dios en su interior; esa presencia la hacía tan sagrada, que cualquiera que la tocase, caía muerto al instante.

Ezequiel explica que, la puerta por donde Dios ha pasado, no será abierta para nadie más: «El hombre me hizo volver en dirección a la puerta exterior del Santuario, la que miraba hacia el oriente, y esa puerta estaba cerrada. Entonces el Señor me dijo: «Esta puerta permanecerá cerrada. No será abierta, y nadie entrará por ella, porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella. Por eso permanecerá cerrada» Ez. 44, 1-2

María, al igual que el Arca, fue apartada del resto de la creación, porque cargó a Dios en sus entrañas y estaba llena de gracia. Si el Arca era tan sagrada, llegando a pasar que si alguien que la tocase caería muerto, no es difícil entender por qué el cuerpo que contenía a Dios en su interior permanecería cerrado para siempre a todos los demás y a todo lo demás.  Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, pasó por la puerta del vientre de María, siendo así que nadie más puede pasar a través de ella.

[/fusion_text][fusion_text columns=»» column_min_width=»» column_spacing=»» rule_style=»default» rule_size=»» rule_color=»» hide_on_mobile=»small-visibility,medium-visibility,large-visibility» class=»» id=»» animation_type=»» animation_direction=»left» animation_speed=»0.3″ animation_offset=»»]

Comparte con nosotros tus comentarios.

[/fusion_text][/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Una idea sobre “LA BIBLIA A TRAVÉS DE MARÍA DÍA 17”